IV

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CAPÍTULO 04


El pequeño cuerpo cayó de lleno en el río, cuyas aguas corrían con violencia, lo que impidió que la niña pudiera   nadar hasta alguna orilla.
Por más que intentó  salir a la superficie le fue imposible, el oxígeno se le acabó, por lo que quedó inconsciente.




En Bootes.

—¡Mamá! ¡Belén y yo iremos a darnos un baño al río!— dijo una niña de cabello rojo rizado.

—¿Por qué no fueron cuando el sol aún brillaba más en el cielo?— cuestionó la mujer a cargo de ese refugio  a quien todos los niños llamaban Madre.

—Lo que pasa es que entonces no sentíamos ganas de darnos un baño— La mujer de cabello negro frunció el ceño tras escuchar esas palabras.

—Muy bien, pueden ir, tengan cuidado, no se atrevan a cruzar el río que divide a nuestro pequeño Bootes con el reino Virgo— Ambos niños asintieron y fueron a sus habitaciones a buscar lo necesario para asearse.

Una vez encontraron lo que necesitaban, salieron corriendo hacia la gran puerta de Bootes, allí encontraron a los guardias quienes  sin preguntar nada les abrieron la puerta, ya era costumbre que esos dos salieran a bañarse antes de que el sol se ocultara completamente, al llegar al río se dispusieron a bañarse.

—Nell, hermana, el agua está un poco fría— respondió el niño de cabello rojo y rizado.

—Entonces apresúrate, no quiero volver a enfermarme por estar mucho tiempo en el agua— Tardaron unos cuantos minutos en terminar de bañarse, Belén y Nell estaban por empezar a cambiarse cuando pudieron divisar la pequeña figura que flotaba en el río.

—¡Hermana! Tenemos que sacar a esa persona del río— sugirió  el niño mirando a la mencionada, los dos dejaron en el suelo sus ropas secas y se lanzaron al río, en esta parte las aguas corrían con menos violencia por lo cual les fue menos difícil el poder llegar hasta donde estaba el cuerpo, al tenerla se dispusieron a nadar hasta la orilla, les resultó un tanto difícil el estar nadando mientras cargaban a alguien que estaba inconsciente.

Al estar fuera del agua, dejaron recostada en el suelo a la niña que aparentaba ser un año mayor que ellos.

Tenía el cabello largo y negro, su piel era clara, cejas negras y delgadas, nariz pequeña y respingona, algo que resaltaba en su cuello era un collar de plata con un dije esmeralda en forma de hoja de albahaca.

—Oye, Nell, ¿crees que esté viva?— La de ojos azules se acercó hasta la inconsciente y colocó su dedo cerca de la nariz de esta, aún respiraba.

—Está viva— afirmó  por lo que el pequeño suspiró  de alivio —¿Qué haremos con ella?— Preguntó dudoso el contrario.

—¿Todavía preguntas que haremos? ¿Acaso  no es obvio? La llevaremos hasta Bootes, mamá sabrá cuidar de ella— Los de cabello rojo se dispusieron a cambiarse y ponerse ropas secas, cuando terminaron, escondieron bajo las ropas de la niña el collar que ella tenía, después cada uno tomó un brazo de la infante  y lo pusieron encima de sus nucas, así podrían llevarla ambos hasta el refugio.

Tardaron muchos minutos hasta que finalmente llegaron, tocaron la inmensa puerta del pequeño pueblo Bootes, los guardias lo miraron extrañados de que trajeran con ellos a alguien más, por lo que preguntaron. —¿Quiénes son?— Los niños se miraron entre sí antes de hablar.

—Vamos Macario, sabes quiénes somos— El guardia todavía muy dudoso volvió a hablar —Si son los verdaderos Katsaros, entonces díganme algo que solo ustedes sepan— Suspiraron antes de volver a hablar.

Saga Elementales: La Rebelión #PGP2023Where stories live. Discover now