IMAGINÉ

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El gato junto a la ventana se lamía las botas sin quitarme los ojos de encima, al otro lado del salón la vieja octogenaria se reía a carcajadas como si fuera poco se sentían sobre mi nuca la desesperación del soldado que siempre se sentaba atrás, era tiempo de ponerle fin a esto. profesor, profesor, hay forma de que les diga a los demás que desarrollen el ejercicio mentalmente, es que no me puedo concentrar. el profesor me miró con frígida conmiseración y uno de los tres duendes se sonrojó.

EL BULEVAR DE LAS ALMAS ROTASWhere stories live. Discover now