Segundo Capítulo

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Temerosa, me adentré por mi casa hacia la entrada.
Me fijé en la cámara de seguridad de la entrada, pero la jodida persona era demasiado inteligente y se había parado justo frente ella.
-Tranquila Sara.-Susurré para mi misma.
¿Que clase de seguridad me podría proporcionar eso?
No puedo salir al peligro de la noche, enfrentandome a alguien que desconozco sin un arma, pero tampoco puedo demostrar mi paranoia frente a mis vecinos.
Marqué el 911 en mi móvil.
Si la persona desconocida trataba de hacerme algo solo debía llamar.
Abrí la puerta de la casa y salí por el jardín delantero.
Todo estaba a oscuras, lo cual me ponía más nerviosa.
Seguí avanzando hacia la segunda puerta.
Pude distinguir con la poca luz que me ofrecía el farol de la calle la figura de una chica.
¿Será una vecina?
Que amable de su parte venir a darme la bienvenida pero, ¿que acaso no podía hacerlo en la tranquilidad del día?
Me acerqué más a la puerta y logré observar dos maletas.
Ella no es una vecina...
Ay no, ¿y si mi psicópata es mujer?
No no no.
Jamás imaginaría eso.
No puede ser.
-¡Sara! ¿No te apetece correr a abrirme? ¡No soy decoración de tu casa!
¿¡Jane!?
-¡Jane!-Grité con alegría, arriesgandome a recibir quejas de los vecinos.
Corrí a la puerta e introduje la llave, abriendo la puerta rápidamente.
Sin esperar a que mi amiga entrará, la abracé.
-Eh, también te extrañé. Pero demuestrame tu cariño dentro de la casa, que tengo hambre.-Dijo mi queridisima amiga, tomando sus maletas y avanzando hacia mi casa.
Cerré la puerta y caminé detrás de ella.
-¿Que haces por estos lares, Burgos?-Le pregunté.
-Pues dicen que hay buena comida en Londres.-Se largó a reir.
Me uní a su risa.
-Pues puede que en Subway encontremos buenos sándwiches.-Modulé entre risas.
Ambas entramos en mi casa.
Me di vuelta y cerré la puerta con todas sus llaves. Si algún día me persiguen, abrir tantas cerraduras será complicado, pero para eso está la puerta de la entrada, ya que abrirla o pasarla para una persona que no tenga llave me daría suficiente tiempo como para entrar en mi casa.
-¿Por qué tanta seguridad Sarita?-Preguntó Jane.
Ouch. ¿Y ahora que le digo?
-Y pues, Jane, vivo sola, y sabes que soy paranoica.
-Entiendo, pero sigo sin entender por qué te fuiste. En Sevilla tenias tenias a todos tus amigos...mi hermano se puso muy triste al saber que te irías.
-Jane, ya te he explicado. Necesitaba despejarme. No podía vivir en una ciudad donde me criaron las personas que hoy no están. Son muchos recuerdos que me torturan constantemente, y no quiero eso.-Dije, cada vez bajando más el tono de mi voz a medida que mis ganas de llorar aumentaban.
Una lágrima traviesa se deslizó por mi mejilla, pero la sequé rápidamente.
Ya es la segunda vez que lloro en el día.
Jane y yo nos mantuvimos en silencio.
-Lo siento...-Murmuró.
Lentamente se acercó a mi y me abrazó.
-Se cuanto te duele eso, perdoname por ser tan insensible.
Sonreí.
-No pasa nada Jane.
Respiré profundamente, tragandome las lagrimas y el dolor.
-Oye, Jane...-Dije, deshaciendo el abrazo.
-Dime, Sara.
-Tengo hambre.-Murmuré antes de comenzar a reir levemente.
-Pues claro, cuando no.-Jane comenzó a reir conmigo.-Me gusta tu casa. Lindo estilo.
-Por cierto, ¿que haces con esas maletas?-Qué torpe de mi parte no preguntar por eso antes.
-¿Que no es obvio? Me mudo contigo, duh.
Pues, eso era un poco obvio.
-Creo que el cambio de sociedad te cambió el cerebro, ya estas tonta.-Dijo dándome golpes suaves en el hombro.-¿En cual de las habitaciones me puedo instalar?-Preguntó.
-Cualquiera menos la del final a la derecha. Esa es mía.
-Vale.
-Dame una maleta.-Le dijé.
Tomé la maleta que ella aun no había agarrado y comencé a subir la escalera.
-Sara, explicame algo, ¿por qué diablos has elegido una casa tan grande?-Preguntó Jane, sin aliento al llegar al segundo piso.
-Es la única casa que quedaba en la zona.-Dije, al dejar la maleta.
Dios, ¿que se traía esta chica en la maleta? ¿Piedras?
-Está bien...ahora dime que habitación puedo ocupar.
-Qué elijas la que quieras, mientras no sea la mia.-Exclamé.
-Vale...-Jane comenzó a caminar con su maleta en mano. Se acercó a una puerta.-Quiero esta.-Coincidentemente ese era el baño.
-Mmm, Jane...a menos que te sea cómodo dormir en una bañera, te recomiendo que elijas otra.
Jane volvió a caminar, eligiendo la puerta a su izquierda.
-Eso es un armario para guardar álbumes de fotos.
-¡Ay! ¡Pues elige tu la habitación, es tu casa!
-Ya ya. Pues...puede que te guste esta.-Caminé dos habitaciones a la derecha.
-Mientras tenga una cama y un armario, no hay problema.
-Todas las habitaciones tienen cama y armarios.-Reí.-Los dueños de esta casa me la han dejado amueblada, por eso el estilo inglés.
-Ah...ya decía que tu no comprarías todos los muebles en una semana.-Se rió.
-En realidad no.-Me uní a su risa.
Ella entró primero a la habitación.
-Es muy grande.-Murmuró Jane.-Oye Sara, disculpa que te diga así pero, ¿acaso has asaltado un banco? ¿Eras millonaria y yo no sabía?
-Jane, te recuerdo que en Sevilla tengo tres casas en el centro y una en la playa. Soy hija única, todo eso me queda en herencia. He dejado las casas de mis abuelos en renta, así que me alcanzó para comprar la casa y mudarme.-Le expliqué.
-Bien, tienes razón. Si todos los meses recibes dinero, te alcanza para mantenerme.-Se sentó en el suelo y abrió su maleta.-Ouch, en la otra maleta traigo la ropa.-Observé sus zapatillas y zapatos.-¿Me la puedes traer por favor?
-Claro...-Salí de la habitación y me encaminé hacia donde se encontraba su maleta.
Con fuerza, levanté la maleta. ¿Realmente solo ropa es lo único que lleva aquí?
Con la maleta en mano, volví a su habitación.
-Aqui esta Jane.-Dije, depositandola en el suelo, a su lado.-Dime, ¿llevas un muerto ahí dentro?-Pregunté.
-No, llevo libros y la notebook, así que cuidado como la dejas.-Me advirtió.
No, suficiente que se la he traido.
-Agh, muchas cosas. Ya luego lo arreglo.-Dijo con ambas maletas abiertas.-Solo...-Revolvió la ropa, buscando algo.-Me quedaré con el pijama.-Lo sacó de la maleta. Se quedó mirandome durante unos segundos.
-¿Que?-Inquerí.
-Nada.-Sonrió.-Tengo hambre.-Se levantó del suelo, dejando su pijama en la cama.-¿Que tienes de comida?
-Bueno...tengo sopa instantánea. ¿Te sirve?
-¿Y algo más?
-Nope.
-A ver, Sara, ¿como es posible que no tengas nada en la nevera?-Me miró, como si no pudiera creerlo.
Vale, si tengo comida, pero tengo ganas de ir a Subway o a ese bonito lugar donde venden comida saludable que vi ayer.
-Pues, no me han dado tiempo de hacer compras, pero si gustas vamos en taxi hasta un centro comercial y comemos algo. Total, dudo que cierren hasta en una hora.
-Vale...dejame ir al baño, y tu cambiate.
-Vale.
Ambas salimos de su habitación y nos encaminamos en dos direcciones opuestas.
Dí unos saltitos hasta mi habitación. Estoy muy emocionada con esta idea de tener a Jane viviendo conmigo. No me gusta estar sola.
Encendí las luces de mi dormitorio una vez dentro, y caminé hasta el armario. Con un pantalón normal y unas zapatillas bastaría.
Saqué mi móvil del bolsillo y lo dejé sobre la cama, para poder cambiarme cómodamente.
Caminé hacia el armario, y de uno de sus cajones agarré el pantalón.
Me quité el pantalón de pijama que llevaba puesto y extendí el otro para ponermelo.
Mientras metía un pie en el pantalón, volteé hacia la ventana. Esta daba a la casa vecina y al jardín delantero.
Pude ver como comenzaba a caer la lluvia y luces de la casa del vecino encendidas.
-¡Sara!-Exclamó Jane.
Me cambié rápidamente, poniendome las zapatillas, para no hacer esperar a mi querida amiga, ya que de hacerla esperar podría darme un golpe con la silla.
Tomé mi móvil y volví a guardarlo en el bolsillo.
Apagué la luz y salí corriendo.
Bajé las escaleras tranquilamente, para evitar un accidente, y corrí a la entrada, pero Jane no estaba ahí.
Fui al living, y allí tampoco estaba.
Oh no.
Corrí a la cocina, y efectivamente, mi amiga estaba ahí.
-Que bien que no tuviste tiempo para ir de compras.-Dijo irónicamente.
-Ay, es que quiero ir a comer afuera. Hoy hay especial de 2x1 en Subway. Además, no se cocinar...
-Sara, sin ofender, pero sé perfectamente que no sabes cocinar, es más, jamás permitiría que me preparases algo. Después del accidente con las tostadas, aprendi que mejor muero de hambre antes de pedirte algo. Cocinaré yo. He llegado hace una media hora, y realmente no quiero salir.
Ouh, tiene razón. He sido demasiado desconsiderada.
-Vale Jane, lo lamento. Tienes razón. Eso sí, pudiste gritarme todo eso antes, ¿no? Me he cambiado de ropa.-Me quejé, claramente en broma.
-Ay amiga, dudo que te mueras por cambiarte de nuevo. Ve y ponte el pijama mientras yo comienzo a cocinar.-Abrió un cajón y sacó una espátula, un tenedor y un cuchillo. Luego se puso a sacar una sartén y demás cosas para ponerse a cocinar.
-Vale...¿no quieres que te ayude?
-No gracias, Sari. Prefiero llamar a los bomberos en otra ocasión.
Exagerada.
De nuevo tuve que subir.
Corrí a mi habitación y encendí las luces. Que bueno que deje mi pantalón sobre la cama.
Me saqué rápidamente el pantalón, lo doblé y me saqué las zapatillas. Dejé el pantalón sobre la cama y me puse el del pijama.
Mi móvil vibró en mi bolsillo.
Lo saqué. Un mensaje.
"Espero que guardes ese pantalón, no puedes dejar todo tirado. Disfruta tu cena con tu amiga. Nos vemos más tarde cariño." Leí.
Diablos.
Abrí la ventana y me asomé.
-¿Seria mucha molestia retirarte para poder ponerme mi pijama?-Grité frustrada.-Ya dejame en paz.
Las personas que caminaban por la calle me miraron, sin entender que dije. En la casa de al lado se asomó mi vecino y me miró confundido.
Genial, ahora todos piensas que estoy loca.
-Lo lamento.-Le dije, y volví adentro, cerrando la ventana.
Aún mirando por la ventana, escaneé con mis ojos cada rincón de la calle, de mi jardín, de todo. Debe haber una manera de evitarlo. No puedo entender como es que siempre está ahí. Siempre sabe todo, y eso debe terminar. Tengo miedo que le haga algo a mi amiga.
-¡Sara, a comer!-Escuché a Jane desde abajo.
Que me explique como cocina tan rápido.
Salí de mi habitación sin guardar el pantalón ni apagar las luces.
-¡Estoy yendo!-Avisé.
Bajé las escaleras y caminé a la cocina.
Ya allí, observé como mi amiga dejaba dos platos con ensalada.
-Con razón lo preparaste tan rápido.-Me reí.
-Estoy cansada, amiga. Y tengo hambre, así que calla y come.
-Vale...-Volví a reir.
Pasamos los minutos comiendo la ensalada en un completo silencio.
Una vez que ambas terminamos, Jane se levantó.
-Disculpame Sara, pero estoy muy cansada y quiero dormir.
Me parece raro que el viaje de unas pocas horas la haya cansado tanto. ¿Que habrá hecho?
-Vale Jane.-Me acerqué a ella y la abracé.-Estoy feliz de que estés aquí. Muchas gracias.
-Ya. Mucha cursileria. También te quiero.-Se rió, deshaciendo mi abrazo.-Buenas noches. Iré a ponerme el pijama y dormir.-Comenzó a caminar hacia la escalera.
-Dulces sueños.-Le grité.
-Igual.-Me gritó.
Puse los platos, vasos y cubiertos en el lavaplatos. Ya los sacaría mañana.
Ahora, la peor parte de todas. Poner la alarma, apagar las luces y subir.
Cerré bien la puerta del jardín trasero y le coloqué su traba.
Apagué la luz de la cocina, y salí corriendo a la puerta que daba a la salida. Activé la alarma del jardín delantero y apagué la luz.
Hora de la muerte. Salí corriendo hacia las escaleras, y antes que el aire me tocase y pareciera la mano de un monstruo, salte de dos en dos los escalones. Al llegar salí disparada a mi cuarto. Cerré la puerta, apagué la luz y me tiré a la cama.
-Eso nunca es fácil...-Susurré.
Una vez a oscuras, miré el techo sin poder dormir. Los faroles de la calle iluminaban mi habitación apenas permitiendome distinguir mi cuerpo en la oscuridad.
Esto es muy complicado. No se que pasará a partir de ahora. Mantener el secreto con Jane viviendo conmigo no ha de ser muy difícil, ¿cierto?
-Pues, ya mañana será un nuevo día.-Cerré los ojos.
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⏰ Last updated: Feb 12, 2019 ⏰

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