Capítulo 28: The perfect housewife

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-Muérete.- Solté y me concentré en mi almuerzo.

En nada más que en veinticuatro horas había peleado con todos mis seres queridos a causa de Hiccup. Mis padres, Rapunzel, Nod... todos me creían una idiota por volver con él. Quizás lo era.

A la mañana siguiente Hiccup pasó por mí a eso de las seis de la mañana. Cargamos todas mis cosas en su auto mientras mis padres nos observaban con los brazos cruzados desde la entrada de la casa. Ambos estábamos muy incómodos, pero era el precio que debíamos pagar.

Saludé a mis padres con la mano antes de entrar al coche, pero ninguno de ellos contestó o realizó el más mínimo gesto. Suspiré y me senté en el asiento del acompañante, para luego cerrar la puerta.

-¿Todo listo?- Preguntó Hiccup, observándome. Yo asentí con algo de tristeza.- ¿Estás segura de que quieres esto?- Asentí nuevamente y le brindé una sonrisa. Hiccup arrancó y ambos nos dirigimos hacia su apartamento.

Al llegar, desempacamos todo lo que pudimos hasta que se hizo hora de ir al instituto. Hiccup me llevó hasta la entrada del edificio y se bajó a plantarme un beso apasionado frente a todos los presentes, Nod entre ellos; para luego subir a su flamante coche y largarse de allí a toda prisa.

Lo mismo ocurrió a la salida, cuando él pasó nuevamente a recogerme. En mi cabeza me preguntaba cuánto duraría todo aquello. Saludé a Nod, quien estaba a mi lado en el momento de su llegada y me subí al auto, en donde Hiccup le hizo saber a Nod que sin importar lo que él hiciera, yo siempre sería suya: Bajó las ventanillas del coche y me recibió con otro beso exageradamente voraz, para que todos contemplaran que ahora nada podría separarnos.

Esa noche pedimos una Pizza y terminamos de acomodar todas mis cosas. Me sentí tan feliz cuando puse mi cepillo de dientes a un lado del suyo. Todo aquello parecía demasiado surrealista. Para cuando finalizamos, ambos estábamos agotados, por lo que fuimos directo hacia la cama. Dormir a su lado era, mágico. Hiccup tenía una respiración tan suave y pacífica, que no podía creer que había pasado toda una vida sin escucharla. Mientras él dormía, yo lo observaba, porque nunca había visto algo tan hermoso como su rostro dormido. Era, simplemente, perfecto.

A la mañana siguiente me desperté temprano para prepararle el desayuno. Ninguno de los dos era bueno en la cocina, pero yo me propuse a mí misma mejorar para complacer los deseos culinarios de mi amado. Busqué una receta para realizar Hot Cakes en Internet y me puse manos a la obra.

Para cuando Hiccup ingresó a la cocina frotándose los ojos, yo ya tenía todo listo. Su sonrisa fue algo de otro mundo.

-¡No jodas!- Pronunció, alegre.- ¿Qué es todo esto?- Me preguntó mirando la mesa repleta de comida.

-Bueno, no podemos vivir de comida recalentada y Pizza toda la vida.- Sonreí.

-Te pasaste, cariño. Esto es magnífico.- Halagó, sentándose a la mesa.- Si quieres algún día puedo prepararte sopa.- Solté una carcajada recordando la horrible sopa desabrida que me había hecho el día después del Baile.- ¿Fue tan mala?- Preguntó, a la vez que servía café en mi taza y en la suya.

-Terrible.- Corregí.- Creo que a partir de ahora yo me encargaré de la cocina.- Él sonrió y se mordió el labio.

-Mer, hoy tengo que ir a la oficina. Ya sabes... como ahora no soy profesor, mi madre me exige que trabaje para ella.- Anunció, cambiando de tema.- Puedo llevarte al instituto, pero regresaré tarde, por lo que tendrás que tomar el bus.- Asentí, a la vez que le daba una probada a mis Hot Cakes. Estaban deliciosos.- A propósito, debería enseñarte a conducir, así podrías llevar el Audi.- Levanté las cejas.

-¿Y el Porsche?- Pregunté. Hiccup soltó una risita.

-En tus sueños.- Lo fulminé con la mirada, aunque luego reí.

Fui al instituto, pero me sentía terriblemente sola allí. Nod ya no insistía en pasar tanto tiempo conmigo como lo hacía antes. No veía la hora de graduarme y estar todo el tiempo libre para Hiccup.

Al volver al apartamento nuevamente me invadió la soledad. El silencio de un hogar vacío me deprimía. No había hermanos insistiendo que encubriera sus travesuras, no había una mamá que me reprimía por mi desorden y no había un padre que tuviera la tele encendida.

A penas eran las cinco y Hiccup volvería a las ocho. Ya lo extrañaba.

Para distraerme hice algo que nunca antes habría hecho: Limpiar. Prendí la televisión en el canal de noticias que papá siempre miraba, mientras yo limpiaba todo de aquí para allá. Terminé en menos de una hora. Me di un baño y cepillé mi cabello, para darme cuenta de que solo habían pasado treinta minutos.

¡Que tortura! Era como si el tiempo no avanzara. Me senté a realizar mis tareas del colegio, aquellas que nunca hacía por falta de tiempo o ganas. Al terminar, se habían hecho las siete y media, por lo que comencé a planear qué podríamos cenar.

Cociné pastas con salsa roja y, cuando pensé que Hiccup se había retrasado, lo escuché subiendo por las escaleras del recibidor.

-Ya llegó por quien llorabas.- Anunció. Reí y me dirigí a recibirlo, en donde me colgué de su cuello para besarlo. Una vez lo liberé de mi agarre, Hiccup visualizó el lugar completamente ordenado y brillante.- ¿Tuviste mucho tiempo libre?- Preguntó, arqueando una ceja.

-Pareció una eternidad.- Comenté, mientras sostenía su maletín para que él pudiera quitarse su saco y la corbata más cómodamente.

-Lo lamento, pero deberías ver a mi madre. Si tus padres están furiosos por lo nuestro, mamá está que me mata.- Comentó y yo apreté los labios.

-¿Me odia?- Pregunté, asustada.

-No, a ti no.- Sonrió, melancólico.- Conmigo es el problema.- Hiccup soltó un suspiro y se percató del aroma.- ¿Cocinaste otra vez? Mérida, ¿por qué tardé tanto en pedirte que te mudaras conmigo?- Yo reí por lo bajo mientras me acercaba para darle un pequeño beso en la mejilla. Lo adoraba. Adoraba nuestra nueva vida.

Quería permanecer así para siempre. Sin embargo, como en todo sueño, llegaría el momento de despertar.

[Mericcup] Teach me how to LoveOù les histoires vivent. Découvrez maintenant