DISPUESTO A TODO...

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– Señor Mcnoure, usted cree que solo ella ha sufrido?, Yo también soy un miserable, mi padre me obligó a tomar cono esposa a una mujer que no amo, usted cree que no me he arrepentido de haber Sido tan cobarde hace años?, No, ustedes no saben el sufrimiento que hemos tenido que pasar Sophia y yo por culpa de ustedes, los adultos siempre creen saber que es lo mejor para sus hijos pero Aceves terminan destruyendo sus vidas– Sophia como todas las mañanas escuchaba desde la sala contigua, anhelando salir y abrazarlo, se recostó en la pared y suspiro entre cortadamente.

Cerro los ojos y una lágrima bajo por su mejilla, con cuidado salió y camino hasta la sala de bordado dónde su hijo estaba con su Nana.

– Día a día vivo un infierno – dijo entrando a la sala.

– Perdone mi intromisión, pero... Si lo ama no se torture más, la gente habla pero cuando se es viejo solo se es feliz con lo que se hizo en la juventud.

Sophia miró a la mujer y sintio como su corazón palpitaba en su pecho.

– No creo poder estar a su lado, talvez no me vea de la misma manera como cuando éramos adolescentes.

– Eso no lo sabrá si no habla con él– indecisa miro la puerta y luego a la mujer la cual asintío– la peor diligencia es la que no se hace– Sophia frunció el seño y luego sonrió.

– Que cosas dice usted.

– Así decía mi abuela.

– Me da miedo descubrír que sus sentimientos hacia mi han cambiado.

La mujer suspiró y se levantó de su lugar, camino hacia Sophia y la tomo por los hombros.

– Si no la amará no vendría a esta casa, vaya y descubra de una vez que sucede en el interior de ese hombre.

Indecisa abrió la puerta, suspiró profundo y con paso decidido salió hacía el comedor donde Holden seguía con sus padres.

– Buen día mi lord– hizo una reverencia.

Holden se levantó de inmediato u llegó hasta ella.

– No debes hacer inclinaciones ante mí – Dijo tomándola por los brazos, Damián y Aurora miraban con estupefacción la escena– Sophia, mi dulce Sophia, l fin vienes ante mi– tomo la mano de la joven y beso su dorso, Sophia sintió que sus mejillas se encendían.

– Lord Ashford!– Holden la miro con esos ojos azules que tanto le gustaban a ella.

– Holden, llámame Holden.

– Necesito que hablemos.

– Por supuesto.

Sophia salió del comedor y se dirigió al estudio, Aurora y Damián caminaron para entrar al estudio pero una vez dentro Sophia los miro y les dijo:

– En privado, ustedes no pueden estar presentes en esta conversación – cerro la puerta dejando a su padres fuera del estudio.

Holden miro a Sophia y sintió que su pecho quemaba, quería abrazarla, besarla y amarla sin miedo a que ella lo rechazará.

– Solo quiero saber porque ha venido todos estos días a la casa.

– Sophia, te amo, y ahora que estás aquí no estoy dispuesto a perderé de nuevo.

Sophia elevó su mano y acarició el rostro de Holden, este cerro sus al sentir la suave caricia en su piel.

– No podemos estar juntos, usted tiene una familia y yo solo tengo a mi hijo, no puedo perderlo por estar a su lado.

Holden miro a Sophia y desesperado paso su mano por su cabello.

– Podemos, si podemos estar juntos; te amo y se que tu también me amas.

– Aunque sea así no podemos vivir en el pasado, ya nuestro tiempo paso, ahora solo debemos vivir para nuestros hijos.

Holden negó, ella no podía hablar en serio.

– Si no quieres estar a mi lado dímelo mirando me a los ojos, solo así me alejaré de ti y nunca más volveré a esta casa.

Sophia le dió la espalda y miro a través de la ventana, se abrazo a su misma y sintió como una lágrima bajo por su mejilla.

– No puedes decirlo porque también me amas, al igual que yo anhelas vivir nuestro amor.

– Holden!– dijo con voz temblorosa.

El se acercó a ella y la abrazo desde atrás, sintió como Sophia se estremecía entre sus labios.

– Sabes que ya no soy pura, mi virginidad la tomo mi esposo– la tomo por los hombros y la obligó a mirarlo.

– No amo tu virtud, te amo a tí– acarició la nueva mejilla de Sophia y lentamente se acercó a ella y beso sus labios, suave y lentamente.

Sophia siguió los movimientos de los labios de Holden y lloró llena de felicidad, no pensó que volvería a sentirse tan plena después de haber unido su vida a John.

– Porque lloras?– acarició la mejilla de Sophia.

– Estoy feliz al descubrir que aún me miras como antes.

– Jamás te miraría diferente, eres mi vida y ahora que puedo respirar de nuevo no te dejare jamás.

Abrazo a Sophia y respiró tan profundo que absorbió su aroma.

– Soy el hombre más feliz del mundo, no te perderé de nuevo– se acercó a Sophia y beso de nuevo sus labios.

Fuera del estudio Aurora y Damián caminaban impacientes esperando que su hija saliera.

– Porqué se demoran tanto en salir?– Inquirió Aurora– mañana mismo partiremos a Sussex, debemos alejar a Sophia del conde.

– Si, es lo mejor– dijo Damián saliendo al jardín.

Sophia abrió la puerta y salió del estudio.

Holden no podía disimular su felicidad.

– Nos vemos mañana– dijo tomando la mano de Sophia y besando su dorso.

– Nos vemos mañana.

Sonrió feliz.

El brillo que había perdido
años atrás había vuelto a sus ojos, haciendo que su rostro brillará de nuevo.

– Señora Mcnoure – tomo la mano de Aurora y beso el dorso.

Salió de la propiedad, Aurora miro de mala manera a Sophia quien sonreía como cuando estaba en Orange.

– Que crees que haces?– le dijo de mala manera.

– Vivir madre, vivir mi vida.

Salió escaleras arriba, no estaba dispuesta a dejar que sus padres se metieran de nuevo en su vida.

ASHBURG, MORTINER HOUSE.

Anelice caminaba y retorcía sus dedos.

– No es posible que mi nieto haya desaparecido como si nada, deben buscar muy bien!– exigió al hombre que estaba frente a su marido.

– Señora Mortimer, hemos buscado en todo el pueblo, en Orange y no hay rastro de los Mcnoure o de su hija, hemos ido a Londres y preguntado con retrato en mano si han visto a la viuda paro nadie nos da razón de ella.

Anelice Gimió, sabía que era un castigo divino por querer separar a Sophia de su hijo.

– John debe aparecer, así sea que se metan a todas la casas de este mugriento pueblo, así les toque revolver Londres y ponerlo patas para arriba, deben traer a mi nieto.

El hombre suspiró, sabía que era una tarea colosal la que la mujer le pedía.

– Trataremos de hallarlo, pero se que será casi imposible.

Anelice más calmada asintío.

– Hagan todo lo posible, mi niño debe estar en su casa, no vagando quien sabe dónde.

Salió del estudio dejando a si marido con el hombre que investigaba el paradero de su nieto.

– Trataré de encontrarlo.

– No trate, ya escucho a mi esposa; traigalo a casa, si no lo hace usted pagará las consecuencias.

UNA HISTORIA DE AMOR...Where stories live. Discover now