Holden ingreso a su recámara, tomaría un baño caliente y luego bajaría a desayunar.
– buen día – saludo a los presentes, su madre lo miro. Desvió su mirada hacía el jardín, la condesa sentía que su impaciente corazón saldría por su boca; se aclaró la garganta.
– Hijo, me tienes una respuesta?– cuestionó la condesa.
– No es tan fácil renunciar a tu vida por caprichos ajenos, déjame pensarlo mejor– tiro la servilleta en la mesa y sin pedir permiso salió del comedor.
– A que te referías madre? – la condesa con un nudo en la garganta se encogió de hombros.
– No es facil renunciar a ti mismo, verdad?. Soy una mala madre al querer lo mejor para ustedes? – dijo llorando.
– Oh no madre! – Michelle se levantó de su lugar y abrazo a su madre por los hombros.
– No digas tal cosa mujer– Amalia negó.
– Si supieran que condición le puse a mi hijo diría que soy una descorazonada.
– No digas tal cosa, jamás lo pensariamos, verdad Michael– codeo a su hermano.
– Si madre, jamás.
– Ayer le dije a Holden que echaría a los Mcnoure – Todo quedaron mudos, hasta el conde– lo hice por desesperó, no quiero que Sophia pierda la oportunidad de tener una familia propia.
Lloró amargamente.
– Madre!, No sé que decirte– dijo Michelle – pensé que lo habías dicho para amenazarlo.
– Creen que soy mala, que solo pienso en el título– llevo ambas manos a su rostro – Soy la peor, verdad?.
– No lo eres, se que le haz dicho tal cosa por su bien, por el bien de todos.
– Pobre Sophia, ella no merece ser manchada o señalada, si el heredero fuera Michael con gustó aceptamos su unión con Holden, pero ella no puede ser la condesa, la corona lo prohíbe.
Con tristeza Michelle miró a su hermano.
Quería a Sophia como si fuera su hermana, pero por todo lo que estaba sucediendo, Sophia se había alejado de ella.
Holden llegó al establo, no deseaba estar cerca de su familia.
– Miguel, saca mi semental.
– Amo, Juan está a punto de limpiar.
– No, yo mismo lo haré.
Prefería pasar todo el día en los establos y no estar dentro de la mansión.
Bufo al ver a su hermana acercarse.
– Holden!– elevó su mano y lo saludo.
– No quiero saber más sobre el tema.
Ella miro hacía otro lado.
– No vengo a molestarte, solo deseo me acompañes al pueblo.
Sonrió con malicia.
– Al pueblo!, Que harás allá?.
Deseo ir a la modista, que me haga unas faldas y unas blusas.
Holden la miro y sonrió.
– Está bien, espera un momento.
Guardó su semental se colocó su chaleco, subieron a una caleza y salieron rumbo al pueblo
– Porque quieres una falda nueva, tienes muchas.
Michelle le dió un codazo.
– Si que eres un tonto, no deseo nada nuevo, solo deseo sacar a mi hermano un rato de la mansión.
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UNA HISTORIA DE AMOR...
Short Storytierno, dulce y especial era su amor. vivían cada instante como si fuera el último; anhelando un futuro que jamás llegaría.