Piensa en patitos, Sam.

Piensa en patitos.

Me incline hacia él, y en cuanto el algodón rozó su piel lastimada Eithan se alejó con un gruñido de dolor. Bufé por lo bajo e intenté repetir el proceso.

—Quédate quieto o no podré limpiarla. — le exigí haciendo que vuelva a su sitio — ¿Por qué tienen tanta sensibilidad? Creí que al cicatrizar rápido no sentían dolor tampoco.

—Sigue siendo un cuerpo, y seguimos estando conectados a él.

Comencé a limpiar su herida, quitando la sangre que se había secado. Por suerte estas cosas no me dan impresión. Y es que solía hacerlo mucho cuando mi hermano se metía en peleas y mis padres no debían saberlo. Además, mi madre es enfermera. Crecí sabiendo cómo hacer esto.

—No deberías pasar por alto estas cosas. — murmuré, concentrada en mi trabajo — Es importante tu salud también.

—Cicatrizará pronto.

—No por eso debes dejar de darle importancia.

Él se quedó en silencio, siguiendo todos mis movimientos con su mirada. Me comencé a poner más nerviosa conforme pasaban los minutos.

—¿Por qué lo haces? —soltó de repente, tan suavemente que erizo mi piel.

—Porque Atarah podría preocuparse si te ve así. — escondí todas mis verdades tras eso. Él de alguna manera, creo que lo supo.

—No, Samantha. ¿Por qué sigues aquí? — especificó, y de a poco deje lo que estaba haciendo — No soy amable contigo, te la pasas diciendo que soy detestable. Y a pesar de haberte dicho que no te quiero cerca, aquí estas.

Me sentí humillada, porque estaba en lo cierto. Él me había aclarado que me quiere lejos suyo, y en vez de comprenderlo, estoy aquí. Pero es que no tiene explicación, porque no puedo controlarlo. Yo tampoco quiero estar cerca de alguien que es así conmigo, pero hay algo que siempre me vuelve arrastrar a Eithan.

—No sé. — respondí, escapando de su mirada.

—Mírame. — exigió con una suave autoridad. Alce mi mirada a él, y me observo incomprensible — ¿Por qué no podemos alejarnos?

Capte la complicidad en esa pregunta.

—¿Tú no puedes alejarte de mí? — balbuce confundida.

—No. Y eso está mal.

Aunque debería, no daría marcha atrás.

—¿Por qué? Dame una buena razón.

Eithan acercó un poco su cuerpo, pero sin romper un espacio respetable entre ambos. Aun así, no pude evitar recorrer con mi mirada su rostro, porque es una adicción que me gusta demasiado. Su quijada marcada, sus labios rellenos, su nariz perfilada, su delgado y detallo perfil. Aquellos indefensos lunares que decoran su piel.

Todo tenía un orden de perfección que juega demasiado bien en él.

—Porque todo este fuego que sentimos, acabará por dejarnos en cenizas.

Bajé mis ojos a sus labios un fragmento de segundos, y decidía volví a perderme en ese celeste de su mirada.

—Hay fuegos que son inextinguibles, y te consumen eternamente.

—Eso no significa que se bueno, Samantha.

—Pero sí que vale la pena.

MI respuesta retadora lo hizo tomarme por la nuca, para aproximar su boca a la mía. Mi resistencia se volvió de cristal. Mi respiración se agitó como nunca antes y no lo podía contener, eso pareció gustarle porque sonrió. Una sonrisa peligrosa pero bonita. Su aliento chocó con el mío, mi pecho subía y bajaba con rapidez.

El secreto de la Luna (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora