Capítulo IX: No puede ser verdad

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Me quedé paralizada en mi lugar

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Me quedé paralizada en mi lugar. Incapaz de alzar la cabeza, incapaz de siquiera pensar en una forma de moverme. Porque estaba en frente de mi potencial asesino, independientemente de si se trataba de mi progenitor o no.

—¿Qué pasa, Luz? —cuestionó Carter/Jason con tono divertido—. Parece que viste a un fantasma, aunque ni siquiera te dignaste a mirarme aún —agregó en un susurro.

Por el tono de su voz, supuse que estaba sonriendo. Elevé la vista, efectivamente, en sus labios tenía dibujada una sonrisa perversa. Contuve mis ganas de estremecerme. No debía mostrar temor, eso sería estúpido, sería como gritarle en la cara que ya conocía la verdad.

—Solo estoy preocupada, por Mika —respondí e incliné mi cabeza a un lado para observarlo, incluso en la forma de Carter tenía rasgos que se podían vincular con los míos—. Eres su amigo, debes estar tan desesperado por encontrarla como nosotros, supongo que entenderás —dije y me encogí de hombros como si mis palabras carecieran de importancia, como si esta no fuera más que una simple conversación entre dos desconocidos.

Carter disminuyó el tamaño de su sonrisa y me observó con los ojos entrecerrados. Luego repitió mi gesto de encogerse de hombros y bufó.

—Mika es inteligente, seguro está escondida en algún lugar —mencionó y me observó de arriba abajo antes de volver a sonreír—. Un lugar como el bosque, supongo.

Tuve que contener mi gesto de horror y rogué a todos los dioses en los que no creía para que el pánico no me hiciera palidecer y que tampoco se viera en mis ojos.

Solo para intentar disimular, me observé la ropa e hice una mueca fastidiada con mis labios.

—Ya la busqué allí, yo también creí que podía estar en el bosque, pero no hay rastro de ella, así que tal vez está en otra parte como... —Lo pensé detenidamente, debía decirle un lugar donde estuviera segura de que Mika no podría ocultarse—. Tal vez en la escuela, odia el lugar, pero hay muchos sitios donde puede ocultarse, también puede robar comida y dormir.

Lo miré a los ojos, me obligué a hacerlo.

La diversión brilló en sus ojos mientras asentía.

—Es verdad, sería muy inteligente de su parte ir allí —concedió y casi suspiré de alivio.

—Sí, bueno... yo ya me tengo que ir, no quiero que mi mamá me vea llegar toda sucia —me excusé y lo esquivé.

Cuando ya me había alejado varios metros, escuché como se giró.

—¡Mándale un saludo a Elma de mi parte! —gritó y cualquier rastro de sangre se evaporó de mi rostro.

Mierda, maldición, carajo.

Lo sabía, él sabía que yo sabía.

Mierda.

No me volteé, fingí que no lo oí y aceleré mi paso. Casi corrí las últimas cuadras hasta llegar a casa. Una vez adentro, me aseguré de que todas las puertas estuvieran cerradas con llave y que todas las ventanas estuvieran trabadas. Ya me importaba una mierda si mamá se daba cuenta de que sabía la verdad por culpa de esto; no iba a arriesgarme a que Jason/Carter pudiera entrar...

La última tormentaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora