Un simple maestro.

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Habían pasado unas semanas desde lo ocurrido y todo ese tiempo habían estado descansando, incluso Bruno, a quien tuvieron que obligar a descansar. Este quería ayudar a cerrar el caso, pero los otros dos no se lo permitieron, al principio estaba inquieto, pero no fue hasta que tocó la cama que no sintió lo realmente cansado que estaba. 

Al final acabó durmiendo casi medio día.

Se había levantado cuando el sol ya estaba en lo alto y sintió hambre, viendo que los otros dos aún estaban durmiendo decidió hacer de comer para todos. Quería probar los nuevos platos que había aprendido en su viaje, enviar las recetas a los aldeanos de su hogar y poder mantener tranquila su mente inquieta por un momento. Gabriel y Santiago habían estado durmiendo aún cuando Bruno se levantó y se puso a cocinar, pero en el momento en el que este terminó de preparar los platos, el olor inundó toda la casa haciendo que despertaran como zombis.

Los siguientes días siguieron igual de tranquilos, pero ya llevaban demasiado tiempo descansando así que cuando ya no pudieron aguatar más pidieron reunirse con la reina, sin embargo, esta ni siquiera los recibió en persona y en su lugar envío a alguien a avisarles que no podía atenderles, al final, les dio libertad para viajar sin restricciones por todo el reino. Al principio estaban algo irritados, sobre todo Santiago quien al escuchar al mensajero empezó con su habitual ceño fruncido y no se lo quitó en todo el día, pero no tuvieron más remedio que tomárselo con calma hasta tener un respuesta.

Cuando vieron que no había forma de reunirse con ella, decidieron ir a visitar a los hermanos, uno de los sirvientes del palacio los guio amablemente hasta el centro de recuperación donde estaban y allí los encontraron por primera vez después de todo lo ocurrido.

Al principio Seryu se veía bastante retraído y no paraba de disculparse por todo lo que ocasionó, pero los tres solo negaban y le pedían que dejara de pedir perdón por algo que no era su culpa. Al final, gracias a la insistencia de Gabriel y las riñas de Santiago dejó de inclinar la cabeza por todo y empezó a tenerles más confianza. 

Descubrieron que era bastante tranquilo, como su hermano, solo que parecía más maduro y serio en comparación con este, que tenía una mirada más tranquila y distante. También pudieron ver en primera mano lo pegajoso que podía llegar a ser este hermano mayor, ya que no se separaba del menor, constantemente viendo si necesita algo, obligándolo a comer o simplemente mirándolo fijamente a momentos, algo que claramente incomodaba a Seryu quien lo echaba de la cama a patadas cuando el otro simplemente no se iba.

Esto solo enternecía a Bruno, viendo como el menor en ocasiones intentaba ocultar el sonrojo o las pequeñas sonrisas que se le escapaban al ver a su hermano tan atento a él.

En una de las visitas que hacía Bruno por su cuenta se percató de otra habitación ligeramente abierta, curioso se acercó cuando percibió como una sombra se movió y no hubiera entrado, no queriendo molestar a quien estaba allí, de no ser que reconoció enseguida la sombra y con cuidado entró tocando antes la puerta.

La mujer bestia que lo había estado cuidando toda la misión lo miró confundida desde su lugar, confundida por un momento, enseguida lo invitó a entrar. Esta al parecer había sido obligada a tomarse unos días de descanso por la reina. Ella parecía bastante nerviosa ante esto ya que, como le contó a Bruno, no le gustaba desaprovechar el tiempo y quería seguir ayudando a su reina con lo que necesitara, pero tampoco se atrevía a desobedecerla.

Para aprovechar el tiempo en el que ella seguía en recuperación Bruno la visitaba y le contaba historias sobre los reinos que había visitado. Shenyu, la tigresa, parecía disfrutar cada una de ellas, desde la más simple, hasta las batallas que tuvieron que librar. Ella también le contaba a Bruno con entusiasmo la historia y las tradiciones que envolvían el reino, parecía conocer cada detalle y su mirada se iluminaba cuando contaba todas las hazañas de Kazumi a lo largo de los años.