Capítulo 32- Bloqueos y Reuniones Secretas

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Era en extremo sospechoso. Si sus padres no se habían enterado, ¿por qué la policía intentó detenerlas?
¿O era que sí se habían enterado pero no deseaban delatarla?
El pensar que era lo segundo al menos le hacía sentir mejor. Quizás había antagonisado a su padre demasiado. Era verdad que era un pesado y su personalidad tan rígida y estricta no era adorable pero en realidad, en lo que cabe, la había protegido en momentos importantes. No lo perdonaba por decapitar a su novio, quizá jamás lo haría, pero al menos no fue su propia cabeza y eso era algo.

Con todo desmoronándose en la academia, tendría que irse de casa, de esa forma ella podría también proteger a sus padres.
Quizás nunca le cuestionaron lo sucedido porque no se podía descartar que la dinastía pusiera micrófonos ocultos en la casa.

Tras la desaparición de los primeros estudiantes Julieta convocó a reunión, todos subieron al mismo vagón del metro al mismo tiempo, haciendo dormir con una llave rápida a los desafortunados pasajeros civiles. El metro se había convertido en su lugar predilecto de reuniones e intercambio de información.
—Nos esconderemos pero intentaremos una negociación en unos días. Siempre tengan en mente que sin nosotros, no hay cacería. Sepan cuánto valemos —fueron sus palabras a todos.

Solange pudo reunirse con ella momentos después a solas en un puesto de tacos fuera de la estación.

—Por el momento saca cuanto dinero puedas de tu cuenta —le dijo su capitana al tiempo que ponía limón a su orden de solo carne.
Toda la calle olía a carnitas friendo en grasa y Solange había comido tan rápido sus tacos con doble tortilla bajo la distracción de su capitana que tuvo que beber su agua de un jalón para no ahogarse—, empezaron ya a congelar algunas. Hazlo rápido. Teo y Lino están bien. Teo pudo sacar todos sus ahorros. Aprovecharon para irse a Tailandia, ya que tenían planeado vacacionar un poco.

Solange exhaló aliviada, vergonzosamente se le había olvidado que tenía prometido. Como les habían dado una misión de varias semanas en Bulgaria, no había visto a Teo desde aquella vez que salieron de fiesta y terminó con una resaca masiva.

Desafortunadamente, después de la cena, al llegar al banco más cercano a la estación y poner la cantidad que deseaba retirar, Solange sintió caer por un barranco. Su cuenta, como le advirtieron varias veces, estaba congelada.
Se reprendió. Torn le había advertido incluso mucho antes, pero tras todo lo que había sucedido, no había tenido tiempo de ello. Era como si tan solo hubiese parpadeado. Las cosas sucedian tan rápido que le costaba mantenerse al día.

¿Ahora qué?

El cielo se había nublado tanto que parecía ya tarde. Solange sacó su celular y le mandó un mensaje a justamente esa persona que le había advertido y ofrecido ayuda. Casi de inmediato le llegó una constestación con una dirección.
Solange tomó el primer taxi que se paró frente a ella hacia a ese lugar que le dictaba la pequeña pantalla.
No sabía que esperar. Nunca se sabía qué esperar con Torn.

Llegó y buscó alrededor. Recordaba haber visto un parque ahí alguna vez pero ahora parecía la producción de una película. Había gente por todas partes, luces, esculturas, arbustos enormes siendo plantados.

En el medio se estaba construyendo un tipo de torre de piedra y frente a esa estructura un invernadero art-deco enorme. Solange reconoció que el invernadero estaba formado por planchas de un vidrio especial. Aquel vidrio permitía a los vampiros ver la luz del día sin problemas pero era BASTANTE raro y caro, al punto que fuera de ciertos grupos de cazadores o la Corte, pocos podían pagar unas cuantas pulgadas de este.

En medio de todo el ruido y luces, había una mujer guapísima dando órdenes. Solange no pudo desviar la mirada, su belleza era hipnótica y tenía una elegancia mística en todos los movimientos que hacía. Poseía una cintura pequeña pero grandes caderas y el trasero más redondo que hubiese visto. Sus ojos eran enormes, sus cejas tupidas y pestañas también largas y pobladas. Sus pómulos parecían haber sido esculpidos en su rostro perfectamente simétrico.
Solange no supo cuánto tiempo se quedó ahí pasmada con la boca abierta. Se sacudió la cabeza con cierta vergüenza esperando que nadie hubiese notado su actuar. Volteó de reojo como si eso le fuese a evitar caer de nuevo en el hechizo y se dio un respiro. Quizá aquella semi-diosa era la organizadora y sabría dónde encontrarlo. Tenía que hablarle.

SolangeWhere stories live. Discover now