Capítulo 26: One more chance

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-Algo.- Susurré. Me costaba horrores hablar y no entendía por qué.

-¿Puedes decirme qué recuerdas?- Asentí y me miré las manos.

-Tomé algunas píldoras para dormir que eran de mi padre junto con una botella entera de Vodka. Lo último que recuerdo es que me faltaba el aire.- Dije, por lo bajo.

-¿Tienes idea de cuántas pastillas tomaste?- Ana arqueó una ceja en cuanto yo negué levemente.- Ingeriste exactamente cincuentas pastillas para dormir. Veinte veces más de lo recomendado, sin contar que además lo mezclaste con alcohol.- Me horroricé. ¿Había tomado cincuenta?

-¿Cómo... cómo es posible que sigo viva?- Pregunté, aún atónita.

-Afortunadamente te encontraron a tiempo como para llevarte al hospital a toda prisa y te realizaron un lavaje de estómago. Sin embargo, muchas de las pastillas ya se habían digerido y eso te provocó un coma.- Explicó Ana, volviendo a su posición profesional.

-No lo entiendo. Nunca le dije a nadie que pensaba suicidarme. ¿Cómo es posible que me encontraran viva?- Pareció que mi pregunta puso muy incómoda a mi psiquiatra, quien ahora movía sus ojos y manos nerviosamente.

-Bueno, en realidad, fue un acto de pura suerte.- Confesó, con cierto miedo.- Mérida.- Me llamó Ana, con firmeza. Yo lo brindé una mirada cargada de angustia.- Antes de quedar inconsciente escribiste 'Por ti, Hiccup' en el espejo de tu cuarto. ¿Intentaste suicidarte por su causa? - Preguntó, mirándome intensamente.

-No lo sé.- Respondí.- Creo que sí.- Ana arqueó una ceja.

-¿A qué te refieres?- Quiso saber. Yo procedí a secarme algunas lágrimas que insistían en salir.

-Es que...- Me detuve un segundo para respirar.- Él me hizo tanto daño. Yo solo quería que se diera cuenta de lo que en realidad provocó en mí.- Solté un sollozo, pero se sentía tan bien estar hablando de aquello con alguien que quería escucharme y entenderme.- Mucho antes de intentar suicidarme, yo ya estaba muerta. Todo me daba igual... Y no quería eso.- La pelirroja tomó mi mano y la estrechó entre las suyas.- Yo sé que Hiccup no me ama, pero yo no puedo dejar de amarlo. Incluso ahora, lo único en lo que pienso es en su imagen.-

-Esta bien.- Me calmó Ana.

-No.- La corregí.- No está bien que una chica de dieciocho años quiera acabar con su vida solamente por un idiota que no la valora. No está bien que la única solución que encontré para dejar de amarlo era la muerte. Y principalmente, no está bien amar tanto a alguien de la misma forma en que lo odias.- Ella simplemente asintió, dándome la razón.- ¿Sabes en qué yo pensaba mientras ingería las pastillas? En Hiccup. ¿Sabes quien es el único que no está en la sala de espera rogando por verme? Hiccup. Soy una idiota por querer a una persona que no quiere ser querida.- Ella llanto me impedía hablar con normalidad. Estaba destrozada, pero de alguna forma mejor que antes de intentar suicidarme. ¿Por qué? Porque me sentía viva otra vez. Sentía tristeza, melancolía, culpabilidad, furia, enojo... Y antes no sentía nada.

-¿Qué fue lo que te llevó a tomar la decisión de tomar las pastillas?- Me preguntó, sentándose al borde de la cama mientras me alcanzaba un pañuelo. Me soné la nariz con fuerza.

-Porque un mes antes había visto a Hiccup besar a otra chica, después de que él me prometiera que era simplemente mío.- Mi psiquiatra arrugó la frente.

-¿Por qué insistes en protegerlo?- Me preguntó.- Es como si cuando hablas de él no me estás contando todas las partes de la historia.

-No quiero lastimarlo.- Confesé, ya un poco más clamada.

-Pero intentaste suicidarte porque querías que él sufriera con tu muerte.- Asentí levemente. Ana simplemente suspiró, terriblemente confundida.

-Así es exactamente como me siento cada vez que tengo a Hiccup cerca. No puedo entenderme a mi misma.- Dije, refiriéndome al torbellino mental que seguramente tendría mi psiquiatra en su cabeza. Ella me miró con una sonrisa.

-Pues yo te ayudaré a entender.- Propuso, muy segura de sí misma.

-.-.-

Esa noche, Rapunzel y mi familia entera vinieron a acompañarme. Comimos una Pizza y luego todas decidimos que era mejor descansar. Mamá se quedaría a pasar la noche conmigo, pero antes se fue al baño para cepillarse los dientes y tomar prestadas algunas revistas del recibidor.

Había dejado su bolso a un lado de mi cama, lo suficientemente cerca para que pudiera estirarme un poco sin desconectar el suero de mi brazo. Revisé por la inmensidad hasta que encontré lo que buscaba: Su teléfono. Como toda niña curiosa, me puse a revisar sus mensajes de texto y encontré algo que me dejó paralizada. Mamá había estado hablando con Hiccup.

'Elinor, por favor, si no me dejas ver a Mérida al menos dime como está.' Rogaba él en un mensaje.

'Sí, sé que si me acerco al hospital me detendrá la policía, no necesitas recordádmelo. Solo quiero saber de Mérida.' Pedía en el siguiente.

Mamá tenía las conversaciones incompletas, como si habría borrado algunas por puro desprecio.

Sin embargo, la más reciente era de hace unas horas: 'Sé que Mérida despertó. Voy a verla al salir de la oficina, ya no me importa lo que pienses o hagas. Necesito estar con ella.'



[Mericcup] Teach me how to LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora