𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟶

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Esto no puede estar pasándome.

¡¿Dónde los dejé?!

Rebusco entre los cajones de mi cómoda, al no encontrar lo que busco, aviento, tiro y desacomodo todo a mi paso.

No puedo irme sin ellos ¡Estúpido Calan!

Ayer por la noche por querer dormir para deshacerme del mal rato, saque mis medicamentos de la mochila y ahora no tengo ni una mínima idea de donde los he dejado.

Rendida, opto por dejar de lado mi búsqueda y bajar con Nesha, quien lleva alrededor de quince minutos tocando el timbre sin despegar ni por un segundo el dedo.


—Ya oí, ya oí — saludo mientras abro la puerta.

—Creí que nunca saldrías mujer, ¿qué tanto hacías?


Ninguno de los chicos sabía que tomaba la medicación.

Al principio creí que lo correcto era decirles desde un principio, pero eso implicaba contarles que estuve internada en el psiquiátrico un año, lo que me llevaría a contar la causa del como llegue ahí. No estaba lista.

Luego pensé, ¿y si después de entrarse de la verdad, ya no quieren ser mis amigos?

Decidí no mencionarlo.


—Perdí mi par de calcetines favoritos, y no los encontraba.

—¿Tanto alboroto por unos calcetines? — pregunta extrañada.

—¡Hey! No me mires así, son LOS calcetines — enfatizo.


Nunca salía sin mis medicamentos, no quería arriesgarme a que me sucediera algo y que los demás se espantaran o algo parecido.

Y ese fue mi pensamiento durante el trayecto al instituto.

Estaba cansada de estarme volando la cabeza pensando en dónde estarían.

Recurriré al plan B.


—¡Anton! —chilla Nesha al encontrarlo en la entrada.

—¿Estabas esperándonos? — pregunto mientras el me saluda con un beso en la mejilla.

—¡Pues claro! — ríe —, es broma. No quiero entrar a química.

—Ya, creí por un momento que si era por nosotras — dice Nesh.


Mientras ellos hablan y juegan sobre el tema, mi ojos se desvían al pasillo tras Antoncito, haciendo directamente contacto visual con el rubio. Mil preguntas inundan mi mente ahora.

¿Por qué me siento tan mal? ¿Hice lo correcto al apartarlo de mí?


—Entonces, paso a retirarme amigos, yo si quiero entrar a clases — hace un mohín con su cabeza para burlarse del pelinegro, a lo que él contesta sacándole la lengua. — ¡Nos vemos en cafetería en un rato Lúa!

—Claro, ahí estaré.


Regreso mi mirada al rubio, quien no ha dejado de mirarme ni un solo momento. Baja la cabeza y entra a uno de los salones, haciendo que lo pierda entre la multitud.


—¿Te saltas clase conmigo? — Anton a mi lado, pone ojos de perro triste.

—No quiero faltar, ¿qué tal si en algún futuro debo faltar y ya no me lo permiten porque he faltado antes?

El grito ¿Cuál es el sonido de la muerte?Where stories live. Discover now