Capítulo 25: Suicide

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-¿De qué hablas?- Sonrió, divertido, mientras se acercaba a mí para apegar mi cintura con la suya.

-Simplemente digo que quiero disfrutar cada segundo que me queda de vida.- Afirmé, acercándome para besarlo. Él sonrió, extrañado, pero no hizo ningún comentario.

Mi actitud no era suicida, es más, sentía como si estuviese a punto de cumplir una condena en prisión y me liberarían esa noche.

Hiccup era mi cadena y yo iba a cortar ese lazo para la eternidad.

Me llevó a casa. En el camino, ambos escuchamos música, cantamos a la par y nos brindábamos sonrisas mutuamente. Al llegar, me despedí de él con un profundo beso. Pensar que iba a ser el último...

-Te amo.- Le dije, con total sinceridad.

-Yo también.- Contestó él, mintiéndome como siempre lo había hecho.

Sonreí y me bajé del auto para ingresar en mi hogar. Todos dormían, puesto que había avisado que llegaría tarde. Entré en la habitación de mis hermanos y le di un beso en la frente a los tres, despidiéndome. Desde esa noche los vería dormir, quizás, desde el cielo... eso si no me iba al infierno o todo el verso era una mentira.

Al ingresar al cuarto de mis padres, procedí a besar a mamá y a papá en la mejilla; para luego ir hacia su baño y tomar sin permiso las patillas para dormir que papá estaba ingiriendo cuando recién se había peleado con mi madre. El pequeño frasco estaba casi completo, solo le faltaban una o dos.

Sonreí.

Caminé por la casa despacio, aunque sin pensar demasiado. Al ir a la cocina y pasar por el recibidor, visualicé el gran ramo de flores que Hiccup me había enviado hace poco, una semana después de reconciliarnos. Las flores ya estaban marchitas, pero yo escogí una en especial para mi muerte: Una rosa roja, que debido al tiempo, se había tornado casi opaca.

Tomé una botella de Whisky escocés que papá guardaba para las ocasiones especiales y caminé hacia mi cuarto mientras le daba un sorbo.

Al llegar, bloqueé la puerta con una silla y me senté sobre la cama. Me puse los auriculares y reproduje la lista que había hecho días antes: 'Canciones para morir'. Sin embargo, todas eran canciones alegres... después de todo, no quería morir triste.

Le di otro sorbo al Whisky y me puse una pastilla en la boca, tarareando 'Rude' de MAGIC!. Sonreí al pensar en Hiccup pidiéndole a mi padre mi mano.

Otra pastilla y más Whisky.

La cabeza comenzaba a darme ligeras vueltas por el alcohol. Caminé por la habitación mientras ingería otra pastilla.

Llegué hasta el espejo de cuerpo completo que tenía a la salida de mi baño. Tomé un lápiz labial color fucsia y escribí, ya afectada por el alcohol: 'Por ti, Hiccup' seguido por un montón de caritas tristes. Reí por lo bajo. Ingerí dos pastillas más de un trago y las bajé con una cantidad considerable de Whisky.

A mis oídos llegaba la dulce voz de Pharrell Williams que me presumía lo feliz que era con su canción 'Happy'. Moví mis pies, intentando bailar, pero mi falta de coordinación me hacía ver ridícula. Otra pastilla, la cual tragué en seco. ¿Cuántas iba? Ya había perdido la cuenta.

Me sentía cansada y mareada, por lo que me recosté en mi cama. Ingerí unas cuantas pastillas más, bajándolas despacio con Whisky. Sentía mis ojos volverse cada vez más pesados, aunque no sabía si era por las pastillas o porque realmente me estaba marchando. Tenía miedo de no morir, por lo que ingerí el frasco entero de pastillas. No sabía cuántas había.

Mientras bebía de a sorbos pequeños el Whisky, ya completamente ebria, le enviaba mensajes a Hiccup.

'When I am with you there's no place I'd rather be' Le cantaba lo que a mis oídos llegaba, vía mensaje.

'Hicc, ¿sabes lo mucho que te quiero? En serio idiota, no tienes idea...' Confesaba en el otro.

Hiccup estaba en linea pero no me contestaba. Fruncí el ceño.

'Amor.' Envié.

'Cariño.' Insistí.

'¿Por qué no contestas, mi vida?' Preguntaba.

Al cabo de unos minutos, me contesta.

'Mérida. ¿Qué mierda? ¿Estás ebria otra jodida vez? Pensé que ya lo habías dejado.'

Sus regaños me reconfortaron el alma. Me saqué una foto con besando la botella de Whisky y se la envié. Al cabo vuelve a contestar.

'Déjalo. Ahora.' Exigió. Yo reí por lo bajo.

'Nop.' Contesté.

'Ahora, Mérida. Te harás daño.' Sonreí. Su falso interés en mí me fortalecía el orgullo. Quería seguir hablando con él, pero estaba realmente cansada.

'Estoy agotada, Hicc. Siento los ojos muy pesados.' Escribí. 'Te amo, baby.' Finalicé.

'No hagas tonterías.'

Casi me vi obligada a contestar.

'¿Y si ya lo he hecho?'

Dejé el teléfono a un lado, al igual que la botella vacía, tomé la rosa que había dejado sobre mi mesa de luz; y procedí a recostarme en la cama.

Estaba muy cansada. Verdaderamente cansada. Mi corazón latía muy despacio, luchando por realizar cada bombeo. Comencé temblar. Frío, tenía muchísimo frío. Sin embargo, llevé una mano a mi frente y noté que mi temperatura corporal era altísima. ¿Así se sentía morir?

Me miré las manos, estaban realmente blancas y las venas azules resaltaban por el contraste. Estaba asustada. ¿Por qué tardaba tanto? Solo quería irme de una puta vez.

Me costaba horrores respirar. Necesitaba aire. Aire.

Aire.

Por Dios.

No podía respirar.

Miré la ventana ligeramente abierta e intenté levantarme para ir hacia ella. Me asfixiaba y pronto perdí el control de mi cuerpo. Caí de la cama mientras temblaba con violencia. Todo mi cuerpo se sacudía. Estaba convulsionando.

¡Ya! Quería irme...

Miré el techo, aún dando grandes bocanadas para buscar oxígeno. Desde un punto en el infinito alguien me sonreía. Me llamaba. Sonreí y a todo mi cuerpo le inundó una terrible felicidad. 

Comencé a delirar. 

Hiccup me susurraba que me amaba. Quería que me quedara.

-No te vayas, Mer.- Susurraba a mi oído, de una forma tan pacífica y distante que me atraía de vuelta a la Tierra. Besó mi mejilla, pero por algún motivo no sentí sus labios; y bajó sus besos a mi cuello, para luego estrangularme con furia. Nuevamente me faltaba el aire y sentía una enorme presión en el pecho.

Hiccup. ¡Hiccup! ¡Suéltame!

Seguía presionando mi garganta, hasta que ni con el más profundo suspiro el aire llegaba a mis pulmones. De repente, me suelta y me deja respirar nuevamente. Se acerca, me besa, me dice que me ama y me vuelve a estrangular. 

El oxígeno escasea en mi sistema y siento como de a poco voy perdiendo el conocimiento.

Oigo golpes. Golpes realmente fuertes. Mi nombre.

Mérida.

¿Qué? ¿Qué ocurre?

Mi vista se nubla y mis ojos se cierran pesadamente. Es hora.

He cobrado la venganza definitiva... con mi muerte.

[Mericcup] Teach me how to LoveWhere stories live. Discover now