Capítulo 7

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Pase mi mano por mi rostro, arrugando la tensión; y olvidando cualquier irritación. Me arrepentí, si, cómo pude tratarla así, simplemente que pendejo fui.

Si, ella estaba perdida; la empujé más a los brazos de Asa. Tomé una camisa mientras quitaba la sucia, y salí corriendo; sin ningún plan, solo con la idea de no perder más a Abril.

Busqué, y busqué por los pasillos del edificio. Esperaba encontrarla rápido, pues no tenía ni diez minutos de haber salido; ella debió correr, simplemente me recriminé lo tonto que fui. Baje las últimas escaleras para llegar a la planta baja, y poder ir a donde todos estaban.

Me introduje en un camino oscuro solo con unas cuantas lámparas, ya sobrepasaban las siete de la noche, debí perderme la actividad de mis compañeros, dirigiéndome en la dirección que Bruno me había indicado. Llegué a una hermosa cascada ficticia elaborada por el lugar, centenas de flores, y decenas de árboles frutales adornaban este hermoso lugar. Una poza con agua cristalina, y muchos gritos me aseveraron que estaba en el lugar correcto.

Ahí estaba ella, sentada lejos de todos. Ni Paty, ni Bruno se podían observar en los alrededores; menos mal que Asa ni si quiera estaba intentando buscarla. Era mi turno, y quizás la única oportunidad que tendré para poder hablar con ella.

Con cuidado, marqué firmes mis pasos. Ella tenía una cerveza entre sus manos, además de un cigarro en su boca ¿Desde cuándo ella cambió? En la escuela, ni si quiera decía una palabrota; muchos menos tomaba o fumaba. Espere detrás de una palmera observando su manera de ser, estaba tensa, se notaba en como su mano temblaba, al acabarse el cigarro en su boca cogió otro, pero los cerillos se le acabaron.

Comenzó a buscar en sus bolsas del vestido, pero no encontró nada. Recordé que al pasar en una mesa cerca del agua había cajas de cerillos, salí corriendo para tomar una y regresar lo más rápido posible. Me sentía un acosador, un pervertido acosador por mirarla tanto; y por desearla como la deseaba.

Tomé una bocanada de aire, y si no me conociera como lo hacía podría jurar que la cercanía de ella hacia mí producía asma en mi cuerpo. —Necesitas uno— musité, brindándole la caja de cerillos.

— ¿Qué quieres?— preguntó, ignorando mi mano con la caja entre mis congelados dedos por el frio que comenzaba a surgir.

Era una gran pregunta, que quisiera contestarla con ella desnuda frotando mi cuerpo con el suyo. O al menos de la mano conmigo, si no podía tener sexo. Suspiré, mientras me inducia sus ojos a perderme. Ella me intimidaba, me daba miedo decir algo y arruinar lo que ni siquiera había empezado a construir.

Era un desastre en el amor, por eso no me gustaba. Era más fácil cuando en una pareja existe el deseo, y el amor lo deja a un lado. Pero con Abril, estaba seguro que no sería así. Y no quería que lo fuera de hecho.

Con todo el valor que pude recoger le dije: — Nada, Abril. Solo quiero hablarte, saber cómo te encuentras.

Su carcajada alarmó a todos los que estaban alrededor nuestro, qué había dicho. No era un chiste, nunca me había caracterizado por mi humor. Abril, tomó la caja y en un pequeño roce sentí su cómo su piel era tersa, y una diminuta corriente fluía entre los dos. La mire desconcertado, creía, bueno estaba seguro que me ignoraría; mas no su comportamiento de burla hacia mí.

— ¿Cómo me encuentro?— arqueó una su ceja derecha, si ella estaba siendo sarcástica no lo estaba logrando pues el efecto de la forma de su rostro lo que incitaba en mi era que la tomará de ser posible a la fuerza hasta besarle todo que miraba, y lo que no en ese momento—. Estaba bien, la verdad feliz pero un tonto arruino mi noche.

Si, ese era yo. Y ella tenía razón, tragué con fuerza mientras le murmuré y tratar de calmar su enojo—Bueno, mándalo a la verga.

—Puede ser...

— ¿Desde cuándo fumas?— pregunte con curiosidad, no era que me molestaba ver a una mujer hacerlo; pero si a ella, su boca, toda ella era tan pura.

—Bueno, y qué te importa en serio Kenneth— me confronta, y luego añadió: —, crees que puedes venir aquí a hablarme como si nada. Cómo si no te diste cuenta que me lastimaste, por qué lo sabes verdad. Me lastimaste y mucho.

Verla así, con su pequeño rostro que me miraba e irradiaban rencor, pensé, que tonto había sido. Imaginé todo el tiempo perdido entre ambos, recordé como miraba ese día. Sus ojos llenos de amor y de felicidad, como deseé tenerla y verla de nuevo.

Sabía que no tenía derecho de pedir nada, pero había recorrido un gran camino, y hoy era el día que me di cuenta lo especial que era, que siempre lo había sido. Tenerla cerca era lo más parecido a ver el cielo, y tocarla lo más cercano que estaría de tocar el paraíso.

—Abril, yo... — balbuceé, nunca me había expresado con nadie, ni siquiera con Bruno—. Bueno, me importas y el cigarro es malo— finalicé.

— ¡Ay por favor! Kenneth, yo ya no soy una niña. Ahora ya soy una mujer, y puedo ser una cabrona sí se me da la gana. —Gritó por la música, y luego se levantó de la banca en donde se encontraba. Solo pude verla caminar dejándome de nuevo ahí como un gran pendejo.

« Dios, y que mujer»

Como si ella fuera un imán, corrí detrás de ella. Necesitaba más tiempo con ella, y solo hice lo que me dictó mi pensamiento. No sabía qué hacía, solo la seguí; la tomé por su antebrazo, girándola y apretándola a mi cuerpo. La miré, y ella me correspondió; no lo hizo como esa noche, pero el iris de sus pequeños ojos quemaba mi interior.

Si no era ahora, no iba a ser nunca. Abril, paralizada por el momento, sabía que ella deseaba lo mismo que yo estoy pensando hacer, solo que no anhelaba mostrarlo. Miré a nuestro alrededor, y por suerte estábamos lo suficientemente alejados para tener un poco de privacidad. Tomé su barbilla, y levanté su rostro; plasmé mis labios con fuerza en los de ella, en un intento reprimido Abril me negó la entrada a mi lengua, pero insistí de nuevo, sus labios tersos y su sabor a menta por el cigarro de mentol que había inhalado era mi nueva mezcla favorita.

Joder, su boca era como el portal del cielo, y al sentir como sus labios permitían la entrada a mi lengua deseosa por tocar la suya, estallé. La alcé a mi cadera, y posé mi mano en su cuello. Era el beso que más había deseado volver a dar. Era ella a quien ansiaba volver a tener.

En el momento que mi labio inferior frotaba el superior de ella, sentí como Abril comenzó a tensarse, la sostuve más fuerte. No quería separarme de ella, la verdad, podría pasar la eternidad así en este momento. Hasta que en el frenesí de mi excitación, Abril con sus pequeños dientes de ratón muerde mi labio, provocando su liberación.

Ella ya en el piso, solo intentaba recuperar su aliento, y yo con un poco de dolor toqué mi labio levemente perforado, y al ver mi pulgar vi como una pequeña mancha de sangre lo cubría. Abril, recuperando su postura exclamó: — ¿Qué mierdas crees que hiciste? ¿Pensaste que con un beso ibas a borrar años de terapia? Pendejo— me quede atónito, antes sus palabras. Dios, pensé que le había gustado, yo solo quería que supiera lo mucho que me importa—, sabes, no vas a venir a joderme la vida. De nuevo.

Sueños de Juventud (SDI #1)Where stories live. Discover now