Las llamas de la venganza.

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—¡Kimberly, gracias a Dios! ¿Te encuentras bien hija? —Torpemente comenzaba a examinarla para constatar que se encontraba bien.

—¡Sí estoy bien, pero me falta el aire… papito tengo miedo! —Presa del miedo por lo que ocurría, ésta se lanzaba a llorar de manera descontrolada en los brazos de Arturo.

—Tranquila hija, ya estoy aquí, todo estará bien. Tómate fuerte de mí, te sacaré de aquí. ¿Tu hermana dónde está?

—No lo sé, creo que estaba en su dormitorio durmiendo.

—Tranquila hija, salgamos de aquí, volveré enseguida por tu hermana.

—¿Cómo saldremos papá, hay fuego por todos lados?

—No tengo la menor idea, pero de algún modo lo haremos, no dejaré que el fuego te toque mi amor.

La tomó en brazos y salió huyendo mientras ésta perdía el conocimiento producto del humo y el calor sofocante en el interior. Viendo que la entrada estaba bloqueada por las llamas, tomó la drástica decisión de atravesar con su cuerpo una de  las ventanas del frente de la casa, cayendo violentamente hacia el exterior con el cuerpo de Kimberly entre sus brazos.

Luego de quejarse un poco por el duro golpe, se reincorporó rápidamente, pues no había tiempo que perder, aún debía rescatar a Trinidad. Por suerte aquella mañana Jeremick había acompañado a William, por lo que era una preocupación menos. Al reincorporarse se encontró a sus espaldas con un bombero que ingresaba al antejardín de la propiedad, el mismo al que había empujado para poder entrar.

Al verlo le dio a Kimberly en los brazos pidiéndole que la ayudara, y éste salió corriendo con ella. Sin perder el tiempo volvió a entrar por la misma ventana que había derribado, en busca de Trinidad. A lo lejos, y pese al alboroto, sus oídos lograron percibir los gritos de su esposa, pero no logró entender lo que le decía.

—¡Arturo por favor no vuelvas, sal de la casa por favor, Trini está bien, por favor regresa, Arturo sal de ahí!

De haber logrado escuchar que Trinidad ya había sido rescatada por un bombero, no hubiese vuelto a entrar en la hoguera, pero lo hizo. El alboroto, los gritos de los vecinos y la adrenalina del momento, se confabularon para que Arturo no fuese capaz de entender los gritos de su mujer, lo cual sellaría su destino de forma fatal.

En el interior, intentaba abrirse paso para llegar a la escalera y subir al segundo piso para rescatar a Trinidad, gritando una y otra vez su nombre y poniendo atención por si ésta daba señales de vida. Pero la respuesta que obtendría era algo que jamás hubiese esperado.

—¡Trini, Trini dónde estás, hija responde! —De pronto, una silueta familiar apareció por la cocina.

—¡Tu hija no está aquí… hijo de perra! —Arturo limpiaba con sus manos sus ojos, ya que el calor sofocante y el humo hacían que éstos se le llenaran de lágrimas, haciendo ya difícil el poder mirar. Solo así logró ver de quién se trataba.

—¿Tú qué haces aquí? ¡Tú eres el responsable de esto! —Exclamó en el acto, señalándolo con su mano.

—¡Te dije que las cosas no se quedarían así, ahora lo pagarás! ¡Te mataré hijo de perra!

—¡Maldito bastardo, me las pagarás! —Le gritaba Arturo, aún desconcertado por encontrarlo dentro de la casa.

—¡A ver si ahora aprendes la lección y dejas de entrometerte en asuntos que no son de tu incumbencia! ¡Lamentarás el haber nacido! —Gruñía Federico, abriéndose camino entre los muebles en llamas.

—¡Maldito bastardo! ¿Cómo diste con mi casa, quién te hizo llegar aquí? —Una vez que se encontraban frente a frente en medio de lo que hasta hace escasos minutos atrás era el living de la casa, Arturo comenzaba a interrogarlo.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang