Ojos Noche [Ranley]

Sí yo decía la verdad...

Pero no lo vol'
No lo volví a ver
Luego no lo vol'
No lo volví a ver

Si yo le decía la verdad entonces
Sería obvio que el también lo hacía
Él me miraba con sus ojos noche
Y yo le creía lo que me decía

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Fuimos un amor peculiar, porque no supe cuando quedé atrapado en su encanto. Teníamos platicas exhaustivas que no iban a ningún lado, sin sentido aparente.

«A veces desearía tener otra vida, pero no hay nada más para mí que los problemas»

No le di palabras de aliento, yo no era de ese tipo, pero me quedaba a escucharlo. Nos desahogamos mutuamente, éramos el envase del otro para vertir nuestros miedos e inseguridades, al fin y al cabo solo éramos desconocidos.

Me confesó que no me invitó a salir por ser realmente un masoquista, si no porque me investigó. Cualquiera con juicio razonable sentiría temor, yo veía tranquilo el muelle. Me vió trabajar duro para conseguir mi restaurante, admirandome a la distancia. Tenía metas, esperanzas y sueños, él no. No quería salir de su mundo, de la violencia, del dinero, de lo ilegal, y yo no lo convencí de dejarlo.

«Mi color favorito ahora es el naranja»

No trazamos un camino, no hicimos un acuerdo. Era retorcido y nada claro, pero era nuestro. Tal vez yo estaba esperando algo de él, pero decirlo en voz alta era jugar a perder o ganar y en los juegos de apuestas yo nunca salgo vencedor.

Se lo repetí hasta cansarme las primeras veces «Puedes decirme Nahoya, no son necesarios los apodos» pero de sus labios jamás escuché mi nombre. Así que me rendí.

«Tengo un repertorio de apodos para ti, pelusita»

A veces parece una fantasía, algo que no sucedió, porque nadie lo sabe, era confidencial, escabullirse era parte de la diversión, algo que hacíamos bastante bien. No estábamos haciendo algo malo pero se sentía incorrecto y era peligroso. Porque Ran Haitani mencionaba su vida pero yo no era parte de ella.

Era contradictorio y nadie me creería si lo digo ahora, no hay pruebas. Esta estancado en mi memoria o en mis sueños. Difícil saberlo cuando su voz tiene un eco en mi mente, en momentos inoportunos.

«Que fortuna tienes, corazón. Descubrí que me gustas»

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