Sweet Delusions

Capítulo Treinta y Tres

Durante todo el viaje hacia Harlem, Samantha no miro por la ventanilla del coche, porque estaba demasiado atemorizada. La pobreza en esa escala, la pobreza tan cerca de la inmensa riqueza del centro del Manhattan, era algo que no podía comprender. Cuando por fin llegaron a la casa de Jubilee, la única con aspecto agradable de la cuadra. Samantha suspiro con frustración, ya que parecía que estaba a punto de producirse un motín. Aparentemente la mayoría de los neoyorquinos que no tenían nada que hacer ese domingo habían visto el programa y habían venido a ver a Jubilee... o a prestarle dinero o a vender algo, que oyera canciones que habían escrito.

En la puerta había una mujer alta y corpulenta con cabello canoso y una expresión de furia en su rostro, que alguna vez había sido atractivo. Sosteniendo una escoba como si fuera un arma, estaba tratando de desalentar a los curiosos de que subieran los escalones de la entrada. Samantha vio a dos hombres ser golpeados en la cara con la escoba. Tom la tomo del brazo.

-Creo que este no es el momento- le dijo mientras intentaba conducirla de regreso al coche, Samantha se soltó del agarre.

- ¡No! Voy a hablar con él ahora. Creo que después no tendré el valor suficiente de volver aquí.

-Esa es la mejor noticia que he oído.

-Tom- lo miro- ¿puedes llevarme a través del gentío? Si puedo acercarme lo suficiente a la mujer, quiero decirle que deseo hablar con Jubilee sobre Maxie.

Tom pensé que era inútil discutir con Samantha. Además, la verdad era que el también estaba curioso de conocer al hombre, ya que él también deseaba saber si el anciano sabía algo importante sobre Maxie y porque había abandonado a su familia. Tom miro sobre la cabeza de Samantha y le hizo una seña al hombre negro que se encontraba junto al automóvil en el que habían venido y este le respondió asintiendo con la cabeza.

En unos minutos Samantha tenía la mano aferrada a la parte trasera de la chaqueta de Tom, mientras este se abría paso entre la multitud y el enorme hombre que iba detrás de ellos. Cuando Samantha llego al pie de la escalinata de la entrada, la mujer con la escoba trato de golpearlos a los tres, pero el hombre, tomo la escoba antes de los tocará, dándoles tiempo a Tom y Samantha para que le gritaran que deseaban preguntarle a Jubilee sobre Maxie.

Por el aspecto del rostro de la mujer, supieron que ya había oído antes el nombre, le hizo una seña al niño que estaba a su lado y este entro en la casa. Un momento después, regreso y les indico con un gesto que entraran. Tom y Samantha entraron en la casa y el conductor regreso al automóvil.

El interior de la casa tenía aspecto deteriorado de esas propiedades que han sido compradas hacia años y ellos la habían decorado y luego no las volvieron a tocar. Siguieron al niño por la angosta escalera hasta la parte superior de la casa, caliente y soleada y que parecía no haber sido cambiada desde el nacimiento de Jubilee. En el segundo piso, un hombre salió de entre las sombras, asustando a Samantha. Era un hombre negro y alto, extremadamente atractivo con ojos verdes y con la mirada más furiosa que Samantha había visto en su vida.

Después de mirar de manera arrogante y desdeñadamente a Samantha desapareció por el pasillo. Trago saliva y miro a Tom quien le sonrió y siguieron al niño por la escalera. El niño abrió una puerta e hizo pasar a Tom y Samantha, dejándolos solos en la habitación. A Samantha le encanto la habitación en cuanto la vio. Vio dos paredes que estaban cubiertas desde el techo hasta el piso con estantes llenos de cientos de partituras. Por el aspecto amarillento y roto, la música probablemente abarcaba desde el nacimiento de la música hasta la época actual del Jazz y R&B. dominando la habitación había un piano negro, uno de esos en los que tocaban los hombres con frac. Obviamente era un instrumento muy querido ya que estaba lustrado y no tenía ningún rasguño. Frente al piano había dos sillas de respaldo alto.