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Ser novio de Arthit Rojnapat no era para nada fácil, claro que no, el chico era el más deseado en toda la universidad y Kong tenía a muchos rivales con quienes acabar

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Ser novio de Arthit Rojnapat no era para nada fácil, claro que no, el chico era el más deseado en toda la universidad y Kong tenía a muchos rivales con quienes acabar.

Kong recuerda perfectamente cómo antes de siquiera poder tener el honor de hablar con el pelinegro, el intentaba sacar a todos de su camino y la mayor parte del tiempo lo lograba, pero al no ser una pareja y mucho menos tener alguna relación aunque sea amistosa, le era algo difícil cuando algunas de las chicas le daban pelea y lo herian con palabras como "El nunca se fijaría en alguien como tú", "¿Crees que Arthit realmente se interesaría en ti, un chico?", "Oh, ¿no sabes que Arthit no es gay?". Bien, en su momento las palabras le dolieron horrores, su corazoncito dolía y sus ojitos se llenaban de lágrimas inconscientemente, pero eso ya no importa, el ahora era el chico de Arthit, su novio, y el pelinegro no lo negaba.

Kong recuerda la primera vez que hablaron, fue accidental. Kong iba caminando apurado por los pasillos, esa mañana había desayunado leche caducada pensando que no pasaría nada, pero claramente se había equivocado, por lo que en medio de su clase tuvo que correr hacia el baño y al llegar y abrir la primera puerta, claro que no espero encontrarse con Arthit Rojnapat con medio pantalón abajo y su bóxer también en sus rodillas, dejando a la vista su majestuoso amigo.

Claro, Arthit se puso inmediatamente rojo de pies a cabeza, ambas cabezas, y Dios, Kong se quería golpear por no poder despegar la vista de aquel pedazo de carne, pero en su defensa, era Arthit Rojnapat.

Kong recuerda que luego de que Arthit se subiera los pantalones, fue el quien le pidió disculpas cuando claramente era Kong el que tenía que hacerlo, pero lo dejo pasar y le fue inevitable no halagar sus dotes. Arthit volvió a sonrojarse olímpicamente.

Fue incómodo para ambos, pero fue inevitable para el mayor hacerle una propuesta indebida y aunque a Arthit le dio mucha vergüenza, decidió sonreírle y decirle que era mejor ir de a poco, que primero deberían tener unas cuantas citas y conocerse mejor.

Kong solo recuerda que luego de esa propuesta, sintió nuevamente las ganas de vomitar y no pudo evitar empujar a Arthit y largar todo en el retrete.

No se arrepiente, bueno, quizás un poco el haber vomitado frente a su amor ahora no tan imposible, pero fuera de eso, la forma en la que Arthit y el entablaron conversación por primera vez fue rara pero mágico, o eso le pareció a Kong.

Lo que Kong Suthiluck no sabe y Arthit no piensa decirle es que el pequeño de regordetes labios esta perdidamente enamorado de Kong desde hace unos año, cuando lo vio por primera vez en la cafetería, todo molesto con su adorable mueca y su pucherito encantador, tratando de resolver algún problema escolar, Arthit cayó por el.

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