[02]: Como un Gryffindor

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La habitación no era tan espaciosa pero en comparación con las del resto de octavo año, era un poco más grande. Draco quería creer que ser héroes de guerra tenía algo que ver, aunque Mcgonagall siempre había sido terriblemente justa, bueno, haciendo una que otra excepción.

En esta alcanzaba bien lo necesario para los dos. La entrada de la habitación estaba despejada, a excepción de la puerta con acceso al baño al lado izquierdo mientras que los escritorios y los armarios se mantuvieron afilados en un lado correspondiente. Las camas estaban en la esquina, al fondo de la habitación, la individual de Harry a la derecha y la queen size de Draco a la izquierda.

Una media sonrisa apareció en el rostro de Harry al recordar que su compañero de cuarto le había insistido a la propia McGonagall para que le permitieran cambiar su cama. La directora aceptó y le hizo prometer no alardear ante los otros alumnos; le ofreció la misma oportunidad a Harry días después, pero este se negó rotundamente, no le molestaba la situación. En realidad se sintió dichoso al haberse negado a la propuesta de la directora cuando descubrió que podía dormirse con Draco. Ambos con las piernas enredadas y en un abrazo perezoso.

De un momento a otro, Harry impactó su cuerpo con el de Draco en la puerta del baño. Ya era algo común y ninguno se quejaba, mucho menos Draco, aunque a veces aún le sorprendía la fuerza que Harry comenzó a adquirir y los centímetros que creció; incluso, a pesar de no admitirlo jamás en voz alta, Harry se volvió más caliente, desde su punto de vista. No era el único que pensaba eso, lo sabía. Medio Hogwarts miraba a Harry con corazones saltones en vez de ojos.

Maldito bastardo ese, no le bastaba con tener una parte de Draco, claro que no. Obviamente tuvo que convertirse en el dueño de sus sentimientos y, de paso, con su cambio de chico lindo a chico lindo y caliente, convertirse en el personaje principal de esos sueños que lograban avergonzarlo.

Desde esa corta distancia el pelinegro pudo ver cómo el rubio suspiró lentamente para después lamer sus labios, algo que hacía demasiado cada vez que Harry lo presionaba contra alguna superficie. Ambos sabían que significaba hacer eso, era sin duda lo previo a cada uno de sus momentos, sin embargo, esa vez era distinto.

—¿Por qué estás tan posesivo ahora? —Draco aventuró la pregunta mientras veía como la postura de Harry se tensaba más—. ¿Son celos lo que veo?

El chico empujó sus caderas con las de Draco, el cual sintió esa acción como un cosquilleo que comenzó en su miembro y se expandió por todo su cuerpo. Sabía que estaba jugando un tanto peligroso con esa sonrisa sinvergüenza. El simple impacto de sus caderas les hizo recordar el atractivo de... ambos parecían olvidarse de todo lo demás para concentrarse en llegar a los límites del otro. Era maravilloso como solían comprenderse para hacerse sentir bien, calando en lo más profundo del otro.

Draco no podía evitar amar la manera en la que Harry se acercaba decidido hacia él, no le importaba llegar a temblar ante la simple mirada de Potter o, incluso, llegar a suplicar que lo tocara. Harry, por su parte, no podía evitar amar como Draco cedía a él y a su voluntad dentro de esas cuatro paredes. De vez en cuando todo en él se tornaba dominante y posesivo, y le gustaba como Draco lo aceptaba.

También cuando los papeles se invierten entre ambos, era estupendo que todo sucediese con naturalidad. A ninguno le importaba quién sería el que debería ceder y rogar por el placer, el mero contacto los emocionaba a tal punto de dejarse llevar. No obstante, si tuviesen que elegir, uno y otro, aceptarían que Draco tocando fondo era la opción que más les gustaba en los últimos encuentros.

Otro empuje de caderas y el gemido que salió de los labios del rubio, animó a Harry a hablar.

—Te vi, eso es lo que querías —afirmó—. Si querías verme molesto para que te tan duro a tal punto de suplicarme por tu liberación, debiste pedirlo. Sabes que podemos adaptarnos si queremos algo nuevo.

ConfesionesWhere stories live. Discover now