Cuentos de Hadas: Historia del primer amor

CAPÍTULO 2 PARTE 1: FLORES SALVAJES

La entrada del festival ese segundo día fue toda una locura.

Mucha gente amontonada nos impedía llegar al centro del festival. Así que decidimos esperar, a un lado, a que las cosas se calmaran un poco. Ese día vestíamos vestidos frescos, como los que se usan en verano, con estampados floreados. Mi cabello estaba suelto y Belén lucía un bonito moño. Estábamos muy sencillas, pero seguro nos veíamos muy bonitas y además cómodas.

-¡Hey! Niñas bonitas -saludó Van. Ed lo acompañaba y llevaba con él un instrumento extraño. Para aquel entonces yo no tenía idea de lo que era.

-Hola Ana -cuando ambos estaban junto a nosotras, Ed me saludó con la sexta sonrisa que me regaló.

-Se llama Anaya, no Ana -corrigió Belén.

-Para mí es Ana, siempre será Ana. Como la princesa.

-¿Conoces una princesa? -preguntó Belén sorprendida.

Entonces, fue la primera vez que escuché su risa. Y qué bonito se reía. Sus ojitos casi se cerraban y el gesto de su rostro producía sonrisas en el mío.

-Algo así, pero me refiero a que Ana es el nombre de la princesa de un cuento de hadas que leí una vez, hace mucho tiempo.

-Bien amigo -Van dio un pequeño golpe en el hombro de Ed y con su otra mano mostró su pulgar en señal de aprobación. No entendí a qué se refería, debían ser cosas de niños.

-¡Anaya! ¿Escuchaste? -Belén parecía emocionada, como siempre -Te llamas como una princesa, que bonito.

Ed y yo nos mirábamos y nuestras sonrisas se correspondían.

-La princesa se llama Ana, no Anaya -aclaró Van dañando aquel momento -. ¿Vienen a ver la carrera de patos con nosotros?

La mirada que Belén me regalo comunicaba desilusión. Ella sabía tanto como yo que era imposible que les hiciéramos compañía, por mucho que lo deseamos. Van entendió el intercambio de miradas entre nosotras y tomó nuestro silencio como una respuesta, así que simplemente tomó a Ed de un brazo y se fueron.

Desayunar algodón de azúcar debe ser lo menos nutritivo que existe, pero nadie le dice que no a Belén, salvo que seas Ciara, claro. Yo preferí un pan relleno de espinacas domésticas, no hay nada mejor que comer productos de nuestro pueblo. Los vegetales, frutas y flores son sembrados y cosechados por las hadas florales. Las hadas son excelentes trabajadoras, cualquier cosa que hagan es impecable. Si visitas Puerto Cristal tienes que disfrutar aquello que es producto de su trabajo, no existe otro lugar en el mundo donde puedas hacerlo. Ya sé que existe la exportación, pero no creo que consigas mejor calidad que la que se consigue aquí.

-Ya que no podemos ver la competencia de patos, iremos al jardín, hay un evento de cosecha de flores salvajes y las hadas florales estarán ahí -explicaba Belén mientras tachaba en el itinerario del festival las actividades que planeaba realizar -. Luego podemos ir al castillo, hay un raro evento que jamás se ha visto en Puerto Cristal.

-¿Cómo se llama? -pregunté curiosa.

-Tiro, se llama tiro -seguramente es para niños, pensé.

El jardín estaba muy floreado, las hadas trabajan todo el año para conseguir un jardín tupido y colorido para la semana del festival. Las flores salvajes a la derecha, flores domésticas a la izquierda. Siempre he pensado que es tonto poner flores domesticas aquí, nadie viene a ver flores domesticas, esas las compramos en cualquier puesto del festival, a lo largo del año en cualquier floristería e incluso cualquier ser común puede sembrarlas. Las flores salvajes son delicadas y casi sagradas, si una flor salvaje muere en tus cuidados puedes llegar a tener grandes problemas. Estas son utilizadas para pociones, hechizos y remedios. Su nivel de utilidad y poder es muy grande.

-Cosecharán solo dos flores salvajes cada uno -comenzó a explicar una hada floral color celeste de edad avanzada, que se me hacía un poco familiar -. Asegúrense de tener en sus manos solo las herramientas necesarias, es decir, guantes de seda y tijeras de cristal filado, además de la compañía de un hada floral si es esta su primera vez cosechando una flor salvaje. Comenzaremos practicando con tres flores domésticas por cabeza.

Las hadas tocaron campanillas chiquitas para dar por iniciado el evento.

-Las bonitas niñas de Ciara -dijo el hada celeste acercándose a nosotras cuando nos reconoció -. Siempre recuerdo cuando cortaron su primera flor salvaje, el té de amarillana y rosina les quedó estupendo para ser la primera vez, ustedes tienen mucho talento.

-Carmecia, no la reconocí -dijo Belén saltando a sus brazos. El hada correspondió con cariño.

Cortar flores salvajes no es tarea fácil, aunque yo opino que la presión que ponen sobre tus hombros cuando tratas con ellas es lo que aumenta el grado de dificultad. De todas formas, para Belén y para mí nunca ha sido demasiado complicado.

Ese día Belén cortó una rosina, por ser su favorita, y por primera vez una flor brisa. El reto más grande fue cómo utilizar la flor brisa. La rosina permanece viva en su colección de rosinas, con la flor brisa preparo un té que le permitía soplar tan fuerte que terminó derrumbando la paredes de la casa. Ciara no se enojo, siempre le ha gustado que exploremos nuestras posibilidades como brujas, pero a mi si me disgusto dormir en la intemperie esa noche.

Por mi parte, corté dos amorosas. Todos se sorprendieron un poco, pues estaba desperdiciando la oportunidad de tener dos flores salvajes diferentes por tener dos iguales.

Con mis dos amorosas y unos cuantos ingredientes más, prepare un picadillo, lo guarde en frascos de cristal original. Me inspiro Ed, claro que sí. Lo utilice esperando que su efecto nos permitiera estar juntos, el resultado lo conocerás a medida que avance en la historia.

-Dejen reposar sus flores salvajes en los jarrones de cristal original, identifíquelas con sus nombres y vengan por ellas cuando sea hora de regresar a casa -ordenó Carmecia -. En casa podrán utilizarlas para crear pociones, hechizos, remedios y muchas otras cosas. Pueden adquirir recetarios en muchos kioscos del festival, en la biblioteca principal o tiendas de libros.