Capítulo 10 - Despertar.

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¿Con qué cara vería al líder de secta Jiang después de su desvergüenza? ¿Cómo reaccionaría Jiang Cheng? Después de todo, no era como que el líder Jiang tuviera una estrecha relación con él como para sentirse con la confianza de beber y juguetear. Y, ¿qué sucedió para que bebiera de tal forma cuando, desde los años en los que lo ha conocido, jamás vio que se perdiera así? Siempre actuó distante, un poco apático y alejado; verlo como lo hizo anoche, fue extraño. Y, aunque fue extraño, encontró en esa misma extrañeza un atractivo.

Fue vigorizante ver al líder de secta Jiang un poco más relajado, incluso amistoso, pero fue más impactante observarlo en ese momento, mientras dormía. La vulnerabilidad que reflejaba, el rostro fuera de la inacabable dureza, el subir y bajar de su pecho amplio y pacífico, era algo que atraía la mirada de una forma tanto relajada como inquietante.

Unos segundos más tarde los párpados de Jiang Cheng temblaron. Tras un ligero fruncir de los labios, sus miradas se encontraron.

El silencio se mantuvo uno, dos, tres y muchos segundos más mientras se miraban. Los ojos de Jiang Cheng se fueron abriendo en reconocimiento hasta que no pudo abrirlos más. Las paredes de la sala se pintaron de un púrpura intenso y Lan XiChen soltó una pequeña queja al sentir la energía de Zidian picarle el cuerpo. En cuanto Jiang Cheng se dio cuenta de que el látigo lo mantenía preso, lo volvió a convertir en anillo.

Se sentó de golpe, con el sabor del licor en el fondo de la garganta y un intermitente dolor en la sien.

El único sonido era el de ambos corazones palpitando con tanta fuerza que, quizás, la persona al frente podía escucharlo.

Fue Jiang Cheng quien habló primero—. ¿Qué haces aquí?

—Es el líder Jiang el que está en mi residencia asignada.

—...

La boca de Jiang Cheng se abrió un poco y cerró al instante, mas aún cuando a su mente vino la escena de él siendo arrastrado por Lan XiChen antes de que todo se volviera negro. Se levantó de golpe y el mundo se tambaleó a sus pies por la acción tan repentina. Lan XiChen copió su acción y se quedaron ahí los dos, sin hacer nada. El silencio fue tan extenso e incómodo que ninguno de los dos supo qué hacer o decir. Las piernas de Jiang Cheng hormiguearon con la urgencia de salir de ahí y Lan XiChen sentí el mismo hormigueo, pero por todo el torso; la sensación de Zidian seguía presente.

Jiang Cheng se llevó la mano a la sien por el mareo y el ligero dolor de cabeza. Volteó a ver a Lan XiChen, todavía aturdido, y habló con la voz ronca—. Hablemos más tarde, necesito aclarar la mente. —antes de que pudiera siquiera recibir una respuesta salió del lugar mientras se terminaba de reacomodar la ropa.

Lan SiZhui y Lan JingYi, de camino a la residencia de Lan XiChen, pudieron ver la figura de Jiang Cheng caminar con prisa y perderse a la distancia, pero no le dieron mayor importancia. Tampoco notaron nada raro en Lan XiChen y no se les hizo extraña la palidez en su rostro ya que tanto él como Lan WangJi tenían una tez encanecida.



Antes de que iniciara la reunión en la sala de discusión, los cultivadores invitados hablaron alegremente de cosas banales hasta que alguien trajo a colación algo que escuchó la noche anterior.

—¿Oyeron quién estuvo tocando música ayer en la noche? —fue Zhou LiQin quien lo comentó.

Lan XiChen y Jiang Cheng se congelaron en su lugar. No lograron evitar echar una mirada de reojo hacia el otro.

—¿A qué hora? —otro cultivador le siguió la plática.

—No lo sé muy bien. Fue después de visitar a mi adorada A-Mei; estaba a nada de dormir y lo alcancé a escuchar el escándalo que traía. Reía como loco, no sé qué tanto decía, y creo que tocaba una flauta.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora