Pero nada es real, no cuando se trata de Hunter.

Alexandro hace un leve asentimiento con la cabeza, corto y duro. Lo inspecciona con la mirada, a lo que el ex de Kat se mueve incómodo sobre sus propios pies. Cuando Alexandro deja ir su agarre, no tarda nada en dirigir su mirada a mí.

—¿Estás lista, o quieres un momento con...—Alza una ceja, casi de manera arrogante y quizás algo despectiva. Mira a Hunter de pies a cabeza—¿Henry?

¿Henry?

—Hunter—Al instante el ex novio de Katherine lo corrige.

—Disculpa—Pero se nota que no lo siente, ni siquiera un poco—Harry.

Joder.

Muerdo el interior de mí mejilla para detener la sonrisa que comienza a jugar en mis labios.

¿Por qué está haciendo esto?

—Te has equivocado otra vez. Mí nombre es...

—Sí, lo sé, ya lo escuché—Clava su mirada en la de él. Me retracto, cuando quiere puede ser de todo menos gentil—Dime Dalila, ¿Qué quieres?

Y parece que aquella pregunta guarda un doble sentido escondido. Titubeo por un momento. No es que me apetezca en lo absoluto compartir más tiempo del necesario con el pelirrojo, pero necesito hacer algo antes de marcharme.

Algo importante, que le deje las cosas claras y bien acomodadas en su diminuto cerebro.

—Estoy lista para irme—Decido responder. No quiero hacerlo sentir fuera de lugar.

Alexandro me espera mientras me pongo el abrigo y cuando llego nuevamente a su lado, es la primera vez que siento su toque sobre mi cuerpo. La gran palma de su mano se apoya en mí espalda baja, de manera posesiva y cálida. Retengo el aliento. El contacto no es siquiera algo tan directo para que me afecte de tal manera, pero de todas formas lo hace.

—Fue un gusto conocerte Harold, pero tenemos que irnos—Se me es casi imposible aguantar la risa.

¿Lo está haciendo a propósito?

Las mejillas de Hunter toman un color rojizo, y la única razón por la que se detiene de decir algo y mostrar su verdadera naturaleza, es que claramente nota que el Italiano es alguien importante; la élite de la gran manzana. Y el imbécil del ex de Kat podría hacer cualquier cosa para forma parte de los más adinerados, incluso tolerar burlas y desplantes.

Por supuesto que mantendrá la compostura.

Pero yo sé quién es.

Ahora también Kat, y ni hablar de Cristina.

Hunter sonríe de manera forzada, e intenta dar un paso hacia mí pero se detiene de sopetón ante la intensa mirada que italiano le dirige. Se da cuenta que esa no es una buena idea, y me encuentro agradeciendo en silencio de que el hombre Armani sea tan intimidante cuando se lo propone. Pero me confunde su comportamiento, hace menos de diez minutos era bastante dulce y atento conmigo.

Siento a Alexandro tensarse a mí lado, pero su agarre en mí se mantiene suave y ligero.

—Uhm, que bueno fue verte Dalila—Algo me dice que eso no es todo lo que quiere decir. Aprieto los labios. El brillo amistoso y aparentemente inocente no tiene el mismo efecto en mí que hace unos años.

No me lo trago. No le creo. Lo detesto por todo lo que le hizo pasar a una de mis mejores amigas.

El italiano mantiene sus atención sobre el pelirrojo y cuando creo que no podría ser más amenazante, da un paso hacía él, pero antes me deja ir.

Esclava del PecadoWhere stories live. Discover now