‒ Gracias, hace rato que no como de estos, pero ¿hoy no trabajabas todo el día?

‒ Quizás, pero, por un día que no esté presente, no creo que la jefatura de incendie‒ambos sonreímos de su ocurrencia.

Así paso tranquilamente toda la tarde, conviviendo con él riéndonos de cosas sin sentido, sacando temas al azar, al rato se nos unió Adán y pasamos unos cuantos minutos agradables, a la hora de la cena, ambos bajaron para seguir conversando, mientras yo me quedaba en mi habitación a bañarme para la cena.

La sensación de poder estar en tranquilidad, se daba en momentos como en el baño, sensación que se mantiene desde el día en que volví, pero era pasajera. La red aún no estaba desmantelada por completo, y el único que aún tenía los ojos llenos de venganza puestos en mí todavía estaba con vida.

Me visto con un vestido de más debajo de la rodilla con flecos, floreado y nada extravagante para que sea cómodo, al bajar las escaleras no veo a los muchachos en la cocina ni en el comedor, los busco hasta encontrarlos en el despacho de Adán, estaba a punto de entrar cuando capto que el tema principal de la conversación soy yo, me apoyo con cuidado en la puerta para escuchar mejor y logro diferenciar las voces de los dos.

‒ Entonces estamos de acuerdo en que hay que llevarla a otro lado ‒le escuche decir al que parecía ser Javier.

‒ Definitivamente, él ya sabe que está aquí y solo es cuestión de tiempo para que se recupere y venga por ella ‒le contesta Adán.

La intención está más que bien, y hasta la apoyo, lo que no apruebo es que decidan mi paradero y mis movimientos sin mi presencia, si es por mi propio bien más aún tengo que estar al corriente de lo que tienen en mente para mí, no pueden pretender ocultarlo ya que es más que evidente que no estoy ajena y mucho menos inconsciente al tema.

Escucho las sillas deslizarse, mi señal para incorporarme y salir de allí sin hacer ruido, rápidamente tomo posición en el segundo piso, como si apenas estuviera bajando las escaleras.

‒ ¿Estás lista? ‒me pregunta Javier acercándose al pie de las escaleras.

‒ Sí, vamos a comer ‒propongo con una sonrisa con los labios.

‒ Alguien tiene hambre‒Adán menciona divertido, caminando y dirigiéndonos al comedor donde ya las de servicio habían terminado de acomodar la mesa.

Perecen no haberse dado cuenta de que los espíe, suspiro de alivio por eso. La cena transcurrió normal, dije estaba algo cansada así que me despedí y fui a mi habitación.

Al llegar, analizo lo que escuche hace rato, en todo el transcurso de la comida no mostraron interés de querer informarme sobre mi traslado y cambio de ubicación. ¿A dónde me mandarían? Esta casa ya no es segura y descarto la de Javier, que está mayormente fuera.

Las dudas se resolverán poco a poco, lástima que me he armado de todo menos de paciencia.

Luego de no menos de una hora bajo las escaleras, ya Javier se había ido y busco con la mirada por la estancia a Adán.

‒ ¿Qué haces despierta aun? ‒él fue el que me encontró a mí, me volteo y lo veo enfrente de mí, aun vestido de manera casual y con una copa de licor en la mano.

‒ ¿Puedo hacer la misma pregunta?‒aunque la pregunta sea un poco cortante, pregunto en un tono curioso y liviano.

‒ No, porque yo a diferencia estoy trabajando ‒me contesta con el mismo tono, siguiéndome el juego.

‒ Pues yo no puedo dormir por una interrogante ‒le lanzo, se irgue y me mira con ceja elevada.

‒ ¿Qué será? ‒me termina de preguntar.

La Respuesta De La Venganza (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora