PRÓLOGO

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Nueva York, Estados Unidos.

Las rosas son rojas, el cielo es azul; déjame decirte, que eres una mierda. —lanzó el hombre el acertijo en la línea.

¿Cómo estás, hombre? Espero que estés disfrutando tu tiempo sin problemas.

Esta llamada telefónica recibida a altas horas de la noche puso a todos en alerta máxima. Cada persona en la mansión puso sus traseros a funcionar. La seguridad se duplicó en cada rincón de la propiedad, lo que la hizo parecer una zona personalizada de alta seguridad. Un hombre que caminaba dentro del salón principal detuvo su camino cuando escuchó pasos detrás de él.

—Él estará llegando en cualquier momento—. La declaración parecía normal, pero solo él sabía qué tipo de amenaza oculta había en ella.

—Llame a nuestros hombres para que estén listos en sus respectivas posiciones. Ningún error puede suceder. — un hombre de unos treinta y tantos años ordenó a sus subordinados mientras presionaba con fuerza un botón de su teléfono. No se pudo contactar con otras fuentes en ese momento. De diez respuestas de respaldo que había pedido, ninguna había conseguido. Si la situación continuaba así, de ninguna manera podría enfrentar solo lo que se le avecinaba con la llegada de ese hombre.

—¿Por qué estás pensando que el viene a atacar en primer lugar? Podría estar de visita como de costumbre—. Anthony trató de eliminar algún tipo de idea pesimista de la cabeza de su líder.

—Él no nos está visitando solo porque sí. En su última llamada tenía un tono de advertencia. Y si no me equivoco esta vez ...— No pudo terminar la frase porque no podía decirle sus verdaderos temores a cualquiera. Ni siquiera sus subordinados hasta que obtuviera una ventaja completa sobre el asunto.

Anthony no dijo nada cuando cayó en cuenta que su líder reprimía sus últimas palabras, quizá ocultando algo.

—Si todo lo tenemos correcto, no debemos preocuparnos.—. Las palabras de Anthony hicieron que el terror del otro hombre se incrementara.

—Claro.— contestó, pensando que era el momento de desaparecer. Entonces caminando como un loco en el pasillo, decidió entrar en la sala de seguridad para comprobar los arreglos finales.

12 en punto de medianoche

El reloj marcó el número doce haciendo un sonido resonante en todo el lugar. Empezaron a oírse pesados pasos por el pasillo. Todas las cámaras de seguridad que apuntaban hacia la entrada mostraban una enorme variedad de personas armadas con trajes negros.

—Ya vienen para discutir—. El guardia principal informó una persona que ya estaba en el interior de la mansión, en la sala de reuniones.

—Envíalos—. Se escuchó una voz y se abrió la puerta.

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Un hombre de unos treinta años, iba por un pasillo siendo llevado por dos guardias al lugar donde iban a tratar el asunto. Al entrar a esa estancia, los guardias se colocaron en la puerta cuando él tomó asiento.

—¿Dónde está tu gran líder? — preguntó el hombre del interior. Su tono burlón no parecía divertido sino más bien amenazador.

—Vendrá pronto—respondió Anthony sentado en el lado opuesto esperando que su líder llegara a tiempo.

En Brazos Del EnemigoWhere stories live. Discover now