1. Mi peor martirio

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Capítulo 1

La luz de la luna reflejada en el lago de la cueva es algo que me encanta admirar, el agua emite un brillo hermoso. A pesar de que sea poca iluminación porque apenas es que entra por una rendija.

Todas las noches después de que el reloj suene a las nueve en punto me escabullo del Dormitorio Estudiantil y me dirijo a mi lugar favorito, justo donde me encuentro ahora. La cueva es el único sitio en donde puedo sentirme tranquila y además es el espacio perfecto para practicar mis dones especiales.

Asier ha sido mi maestro todo este tiempo, él es el único que me ha enseñado a cómo manejar mis poderes, aunque aún sigo sin lograrlo. Según él, mis nervios y mi falta de concentración alteran la forma de controlar los elementos de la naturaleza y eso es algo estresante para mí.

La falta de sueño es algo que me está matando, desde que ocurrió la muerte de Jordan y el conflicto con los Sanguinarios, las cosas no han sido nada fáciles para mí. Llevo aproximadamente diez meses sin poder dormir bien —suena como una locura, pero es la verdad.

Las pesadillas cada vez son constantes, es algo sumamente horrible. Cada vez que cierro mis ojos empieza mi peor martirio, lo único que consigo ver es gente gritando desesperada, sangre mucha sangre y veo sombras negras que alteran mis nervios.

Algo terrible.

Hace aproximadamente tres meses los Sanguinarios atacaron el centro de Valle Luna, hubo una fuerte pelea y aunque muchos de la manada lograron herir a más de un Sanguinario. Esos despiadados mataron a seis lobos «Sangre Herrera» pertenecientes a la guardia real y desde ese momento todo se quebrantó. El consejo ya no es el mismo —mejor dicho ya no existe— El único que dispone a su voluntad es Arthur y nadie se atreve a contradecirlo en ninguna orden.

Es un perverso dictador.

Se vale de su autoridad de «Presidente» para hacer lo que se le dé la gana.

El Báculo mágico cada vez está más deteriorado y eso impide el funcionamiento de la Fuente de Poder y por consecuencia de ello los cuatro elementos están muy descontrolados. Ningún «Sangre Heredera» puede utilizar correctamente su elemento y según Arthur todo eso que está ocurriendo es por mi culpa.

Y de tanto que me lo dice, ya hasta creo que es verdad.

Se supone que soy la Heredera, la única capaz de tener el control total de los cuatro elementos y no puedo hacerlo. No soy capaz de asumir por completo mi identidad, el miedo se ha apoderado de mí. Mi vida se ha convertido en una lucha persistente conmigo misma.

Me aterra la simple idea de aceptar un papel cargado de responsabilidades y fallar. No obstante, soy bastante consciente de que no puedo ser una cobarde. El pueblo de Valle Luna me necesita y me frustro por ello. Siento muchísima impotencia por no poder ayudar como debería.

Los recuerdos que tenía bloqueados poco a poco han ido desapareciendo, Asier nos ha ayudado bastante a mí y a mi hermano, pero hay cosas que desgraciadamente aún no logro recordar por completo. Para el hechicero eso es bastante normal, él dice que no es fácil acceder a la mente de una persona y menos cuando se trata de obstruir algo en su memoria. Por lo tanto, cuando se quiere desbloquear esa parte, el bloqueo se hace aún más fuerte, creando un cierre total y solo el tiempo podrá despejarlo.

Tiempo...

Ya perdí la cuenta de las muchas veces que he venido a practicar, pero en eso se basa mi rutina diaria de todas las noches. Escapar y correr a mi refugio.

«Necesito tener el control, es por el bien de todos»

Es lo que me repito todos los malditos días.

No sé cuánto tiempo llevo sentada en la roca, lo que sí sé es que mi trasero está adormecido, no lo siento y eso quiere decir que han pasado horas y aún así no me canso. Prefiero mil veces practicar mis dones especiales antes de que llegue el sueño y se apodere de mí.

El Linaje de los Herederos [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora