– Si, llevo años dentro de una asociación de constructores aficionados de LEGO. Sé que parece infantil pero...

– Nono, para nada. No es infantil, créame que sé lo difícil que puede llegar a ser.

– ¿De verdad? – preguntó Salva tan sorprendido como aliviado a que no lo juzgara.

– Si, mi hija fue con el colegio a una exposición de piezas LEGO y desde entonces le encanta, y al final me ha arrastrado a mí. Sabemos hacer alguna que otra construcción, pero nada parecido a esto... Es increíble.

Miró a Salva y pudo leer orgullo en él. Quizás nadie le había alabado ese trabajo nunca.

Volvió a fijarse en la construcción y cuando reconoció a uno de los personajes que había de pie, su cara se iluminó a darse cuenta de la temática

– ¿Esa es la princesa Leia? ¿Es una construcción de Star Wars? – lo miró y él asintió.

– Cada año me presento a un concurso que hacemos entre los constructores de la asociación y tengo que admitir que soy un poco competitivo. Antes solía ganar casi siempre, pero desde que hay gente joven que se presenta cada vez está más difícil ganar porque hacen virguerías.

Luisita volvió a fijarse en las piezas y ahora todo encajaba. Salva había hecho como una especie de conexión entre las películas de aquella Saga. Por un lado se veía un pequeño desierto que suponía que era donde había nacido Anakin, y luego se veía como una especie de río de lava que representaba la transformación a Dark Vader. A continuación, se veía una nave, la cual ahora veía claramente que era el Halcón Milenario y estaba atacando a una enorme Estrella de la Muerte. Era increíble, pero aun así...

– Ya... bueno, es que a lo mejor esto es... bueno, nada.

– No, di di.

– Bueno, es que a lo mejor es un poco clásico.

No quería ofender a Salva sobre todo cuando estaban teniendo la conversación más larga que habían tenido, pero tampoco iba a mentirle.

– Ya... – dijo el hombre mirando a su construcción algo decepcionado sabiendo que tenía razón.

– Estoy pensando que a lo mejor estaría bien que hubiese un poco de movimiento.

– Ah, ya. He visto que los jóvenes ahora hacen motorizaciones para que las piezas se muevan pero eso se queda muy lejos de mis conocimientos.

– Pues entonces suerte que me tiene a mí. – le dijo Luisita guiñándole un ojo. – Mira, donde está el desierto podemos hacer un pequeño circuito con coches imitando las carreras que hacía Anakin, y con la lava podemos hacer que las piezas suban y bajen, no es complicado, y también podríamos añadir justo al lado la batalla entre Anakin y Obi-Wan Kenobi y hacer que se muevan para que choquen las espadas, y obviamente, en esta parte. – dijo señalando a la Estrella de la Muerte. – hacemos que el Halcón Milenario dispare con las pistolas láser.

Salva se quedó alucinado mirando a Luisita y a su construcción, viendo cómo aquellas mejoras hacían que fuera posible ganar, y no sólo eso, sino viendo lo mucho que conocía Luisita aquella saga de películas.

– Vaya, veo que te gusta La Guerra de las Galaxias.

– Si, a mi padre le encanta así que de pequeña vi las películas mil veces. Luego, he ido siguiendo la saga entera y enseñándosela también a Eva. Aunque claro, a ella le gusta más las últimas, dice que las primeras tienen unos efectos especiales que dan risa.

– En su época eran increíbles. – justificó.

– Eso le responde mi padre. – dijo Luisita riéndose haciendo que Salva sonriera levemente. – Bueno, voy a necesitar bastante motorización que supongo que no tendrás así que no sé cómo vamos a hacerlo.

Un refugio en ti (#1)Where stories live. Discover now