―Bien, hijo, tenemos muchas sorpresas para ti que irás descubriendo poco a poco.

―¿Qué? ¿Cuáles sorpresas?

―Les dije que no le dijera. ―Se entromete Adam.

―Cállate, enano asqueroso.

―Cállate tú, cabrón.

―Adam, respeta a tu hermano. ―Me defiende mi mamá y sonrío con suficiencia― Y tú muévete a cocinar que tenemos hambre. ―¿Qué?

―Mamá yo no voy a cocinar.

―Oh, sí que lo harás.

―No, no lo haré.

―Como que alguien se quiere quedar sin motocicleta.

―Sabes que tengo veinte años ¿No?

―Cinco, cuatro, tres...

―¿Qué quieres comer empanadas dices? Ya te las hago, madre.

No puedo creer que me estén obligando a hacer empanadas, tardo media hora haciendo todas las empandas y llamo a todos para que se sienten en el comedor. Llevo los platos con la comida y le coloco a cada uno su plato correspondiente.

―Buen provecho.

―Buen provecho. ―Responden todos al unísono.

―Toma Jake. ―Mi padre me da un sobre― En ese sobre está el dinero para que pagues toda tu carrera.

―Pero...

―Tómalo, Jake, solo es para que estudies, puedes seguir trabajando y comprar tus cosas, es todo el dinero que obtendrás de mí si así lo deseas. Puedes trabajar medio tiempo y estudiar.

―Vale, lo pensaré, no prometo tomarlo, veré las posibilidades que hay.

―Eso sirve para nosotros. ―Habla mi madre.

―¿Ajá y para mí? Yo también necesito dinero. ―Habla la bestia que tengo como hermano.

―¿Tú para qué quieres dinero? Ni novia tienes. ―Lo molesto.

―¿Tú para qué tienes condones? Ni follas.

―Bueno, enano, ¿Nunca te han dado un puñetazo?

―¿Es qué ustedes no pueden estar sin discutir? La próxima vez que vea o escuche que andan peleando los voy a poner a ver tres horas de meditación. ―Se molesta Alessandro, mi padre.

―Bueno, yo tengo que salir ―Observo la hora en mi reloj― Tengo que encontrarme con alguien, pueden quedarse a dormir o no sé, hagan lo que quieran menos entrar a mi habitación.

Bajo en busca de mi motocicleta para llegar rápido, faltan diez minutos para las seis de la tarde, veremos que tiene para decir esta chica. Llego a la hora exacta, aparco en el lugar correspondiente y empiezo a caminar sin rumbo a ver en qué momento aparece ella.

―Hola, Jake. ―Sale alguien que estaba escondido detrás de un árbol.

―¡Dios! Un día de estos vas a matarme del susto o del estrés, niña.

―Deja de quejarte, ven, siéntate. ―Palmea el espacio libre que dejo al sentarse en un banco que estaba ahí.

Mi mirada se intercala entre ella y el banco, repito la acción tres veces mirándola con desconfianza, al final acepto pero con unos cuantos centímetros alejado de ella alerta de algún índice de venganza en su rostro.

―Muy bien, ya te complací con mi presencia acá, ¿Qué quieres decirme? ―Miro fijamente a Fiorella.

―Ni sé para que te cité pero algo bueno debo sacar de esto ―Esta chica está loca― ¿Me recomiendas decirle a mis padres lo que quiero estudiar? Tú me viste aquella noche...

―Claro, no debes tener miedo de decir o hacer lo que de verdad quieres, luego vivirás una vida monótona y aburrida.

―Bueno, ahora te pregunto ¿Te dio mucha risa lo que hiciste temprano? ―Sabía que no se quedaría tranquila.

―Claro, ¿A quién no le daría risa?

―Bueno, me cuentas cuanto tiempo duras duchándote y lavando tu motocicleta.

Al terminar ella de decir eso cae de no sé donde un líquido azul que me empapa por completo «Pintura» La voy a matar. Levanto la vista buscándola y no la veo por ningún lado. Me levanto de donde estoy sentado con ganas de matar a todo el que se cruce, tendré que botar esta ropa, lavar la moto y durar tres horas duchándome, es que la voy a matar.

Llegó en pocos minutos al departamento, dejo la moto en el estacionamiento ya que la lavaré ahí y entro a buscar todo lo necesario para lavarla.

―¡Mamá, un pitufo! ―Chilla Adam.

Hoy todos se han propuesto acabar con mi paciencia.

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Pido perdón por perderme mucho tiempo, pero ahora volví.

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Lxs quiero.

La chica de la cafetería.Where stories live. Discover now