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YoonGi tiene un problema. Un solo maldito problema que le ha causado más cosas malas que buenas a lo largo de su vida. Y es precisamente que no sabe cuándo callarse cuando está enfadado.

El resumen de su presente es, en otras palabras, exactamente eso.

—Que maldito desperdicio.

Observa a su padre intentando hablar en voz baja, casi como si le importara que los demás no escucharan lo jodido que se puede poner si las cosas no salen según lo planeado.

—Te he perdonado tantas jodidas cosas, YoonGi. —El hombre casi ladra, empuñando las manos a sus costados. —Te enamoras de una puta que casi nos desgracia el apellido, la cagas en asuntos importantes antes de por fin sentar cabeza y finalmente, cuando creo que lo tienes bajo control porque te lo confíe todo a ti, mi único hijo, también intentas joderme a mis espaldas.

Hay un siseo en la garganta del mayor y YoonGi casi no puede contener la risa que quiere escapar de sus labios.

Este es el punto. Casi quiere decirle que se lo dijo.

Que algún día, sería él quien estaría bajo sus cojones y no al revés.

—Sigues hablando de mi vida privada como si fuese tuya, pero no es. —Finalmente dice, ignorando el tema principal que lo llevó a encerrarse en su oficina junto a su padre muy temprano por la mañana. —No hice nada de lo que tu cabeza está maquinando y tampoco encuentro una sola razón por la cual no estás feliz de que tú único hijo está logrando cosas buenas.

Los labios del mayor de contraen ante una eminente réplica y YoonGi no sabe porque no explota de una vez. Este hombre en particular no es alguien que se quede callado y mucho menos si se siente tan atacado como lo está demostrando.

Así que tampoco es estúpido.

—No sabes ni un carajo. —El mayor finalmente le dice, empujando las gafas de montura sobre el puente de su nariz. —La presa nunca caza al cazador, si no al revés.

—La presa nunca.. —YoonGi levanta ambas cejas, acomodándose mejor en su asiento. —No te sientas tan atacado, no te veo precisamente como a un enemigo y como siempre dices.. negocios son negocios.

—¿Todavía vez esto como un maldito negocio? —El hombre señala, tirando un resoplido que casi podría pasar por gracioso. —Dos ojos, chico. Estás perdido.

Es gracioso.

YoonGi guarda silencio, repasando si algo de todo eso tiene sentido. El resentimiento, el saberse ganador o el no saber absolutamente nada de un segundo a otro.

Pero esto no tiene porqué ser así.

Está en la puta cima y no piensa bajar del lugar.

—Te estás endulzando YoonGi y eso te puede costar más que un lugar dentro de unos negocios que se están cayendo a pedazos.

—Para estar cayéndose los quieres muy bien. —YoonGi arremete, negandose a perder ante sus palabras.

—Lo mío es por orgullo, lo tuyo será mucho peor que todo eso. Pero esta no será mi maldita posición, así que no pienses que es la última vez que hablamos de como estás dándome la espalda.

YoonGi ignora el portazo en su oficina, más tranquilo que perturbado. Puede que no todos aprueben sus medios y su nato talento para mentir, pero eso no tiene porqué quitarle el sueño.

Piensa en JiMin y en lo mucho que desea sentir su cuerpo en ese momento. Él es bueno, pero no.

YoonGi no se está endulzando de sus negocios.

Más que esto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora