Capítulo 17. Un trato justo

Comenzar desde el principio
                                    

—No, no, yo nunca...

—Para asegurarnos —le interrumpo.

—Oven, no insultes a nuestro omega —me gruñe Hammer, salvo que a mi los gruñidos de Hammer ya no me impresionan nada, solo gruñe y gruñe.

—Bueno, hay una cosa que me gustaría y puede ayudaros.

Sonrío triunfal, todo el mundo tiene un precio, hasta las bellezas de la Naturaleza.

—No tengo amigos aquí y tú eres divertido —me mira—, podemos pasar tiempo juntos. Mi alfa quiere que incluyamos un gamma más en casa, por si empezamos a necesitarlo. —Se toca el vientre plano y me mira sonriente.

Vamos, que quiere que le limpie la mierda y le dé conversación, miro a Hammer, a mí me vale, total, eso ya lo hacía antes.

—Puedo frotarle ropa de Dagger e incluso mía, y olerá menos a ti —le ofrece Blue, y por primera vez siento que he subestimado a esta criatura—. Podemos decir que también viene a tu casa a limpiar y con eso podréis veros y podrá oler un poco a ti.

Desde luego no era ningún mal plan, pero para sorpresa de Blue y mía, Hammer comenzó a gruñir como un loco, me levanta de la silla y me sube a su regazo, no nos pasa desapercibido ni al omega ni a mí como me está frotando y apestando con su olor.

El único que se ríe es el omega, porque yo estoy pasando puta vergüenza.

—Desde luego es posesivo —sonríe de nuevo Blue con carita de encanto. Claro como a él no lo estaban marcando como a un animal.

Lo que me hace sentir Hammer cuando hace esas cosas es algo que no quiero ni pensar, porque no me molesta como debería hacerlo y eso me preocupa, me preocupa y mucho.

—Me voy. —El omeguita se va con una sonrisa de oreja a oreja, y por mucho que no me fie de estas criaturas, no solo dice que no nos va a delatar sino que me va a dar una cortada estupenda para dejar de ser el esclavo de este alfa.

Hammer no ha dicho nada, pero se pasa la noche agarrado a mí como un puto koala, que por lo visto son bichos abrazones y con un alto instinto sexual; con esto último no tengo problemas, yo tengo un alto instinto sexual, y un pequeño problema con comerme la polla de Hammer como si fuera una ardilla que no tiene suficiente avellanas en la boca.

Pero lo de los abrazos me está empezando a preocupar.

Cuando se calma un poco, y me deja respirar como un ser humano independiente, ataco.

—Yo creo que es buena idea. —Hammer solo gruñe saciado, es un básico el pobre —A lo de salir de aquí.

—Está claro que salir ya sales. —Pillado, pero ese no es el punto.

—Podría volver con los gammas.

—¿Eso es lo que quieres? —Esta pregunta tiene trampa, estoy seguro.

—¿Tú no quieres que me vaya? —Aquí podemos jugar los dos a este juego.

Pero él no responde.

—Podemos seguir haciendo esto. —Y para que le quede claro que es "esto" le aprieto la polla que contesta contenta bajo mi mano.

Pero no dice nada, un alfa mosqueado es una cosa muy tonta, ¿qué quiere que sigamos jugando a las casitas? Se ha equivocado de gamma, no es que mi vida fuera una maravilla, pero al menos yo tenía un cierto control sobre ella, no tenía que vivir acojonado porque me descubrieran oliendo a alfa cachondo.

Así que yo también puedo ponerme mosqueón, lo primero que hago es apartar la mano de la pitón de Hammer, me cuesta, porque me gusta, pero la suelto. Después me giro hacia el lado contrario en el lecho, dándole la espalda.

GammaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora