26 | Dos semanas no fueron suficientes.

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Ya está? —no quiero abrir los ojos en caso de que esté sangrando más que en el segundo día de menstruación.

—Ya está, gratis para ti por ser mi cuñada favorita.

—No soy tu cuñada —digo, algo sonrojada.

—Sí, sí y Lucca trae a cualquiera a dormir a casa.

Sábado 10 de Julio

—Ya deja de mirarme —murmuro con los ojos cerrados.

—¿Y cómo mierda sabes que lo estoy haciendo?

—Estás tocándome el cabello, Lucca, y me das besos cada tres segundos en la frente. Déjame dormir.

Él suelta aire por la nariz, sonriendo.

—Yo también quería dormir anoche y sin embargo parece que tú tenías otros planes...

—¿Te estás quejando? —lo miro con los ojos entornados.

—Un poco sí porque nos quedamos sin condones por tu culpa.

No se crean, no me vean de esa forma. Teníamos una tira con ocho condones, pero no crean que los usamos todos, yo rompí tres sin querer con mis uñas mientras los abría y los otros cinco, bueno, esos si los usamos.

Mi celular vibra desde encima de su mesa de luz y él me lo pasa. En cuanto veo la pantalla suelto un suspiro y cuelgo. Mamá me ha llamado hasta el cansancio durante estos días, no se ha aparecido por aquí y de verdad se lo agradezco, pero que me llame a todas horas comienza a cansarme.

—¿Seguirás ignorándola? —Lucca baja hasta mi estómago y recuesta la cabeza sobre él, rodeándome con su brazo las caderas.

—No estoy lista para hablar del tema con ella aún —digo, enredando mis dedos en sus rizos.

—Es un gran paso que hayas arreglado las cosas con Klara, rubia. No te estoy presionando, pero creo que tu madre merece que aunque sea le hagas saber que estás bien.

—Ella sabe que estoy bien, de otra forma ya habría aparecido aquí tirando la puerta abajo con policías y patrulleros.

—Creo que le temo más a tu abuela.

Nos la encontramos el miércoles de camino al colegio, iba con Victoria tomada del brazo y aunque Vicky nos saludó, ella solo nos dedicó una mirada de arriba a abajo que transmitía decepción y algo de asco.

Miento si digo que eso no me dolió, porque puedo quejarme de las actitudes y palabras de la abuela, pero lo que ella piense sobre mi me importa muchísimo.

—¿Te traigo el desayuno aquí o bajas a la cocina? —pregunta, colgando las piernas fuera de la cama.

—Bajo contigo.

—Voy al baño, adelántate.

Me da un beso corto en los labios antes de dirigirse al baño. Yo tomo mi celular de encima de la cama y salgo de la habitación. Voy tan concentrada leyendo los mensajes del grupo que tengo con Klara y Jazz que no noto la presencia de Pedro que viene subiendo y choco con él.

—¡Sara! —me saluda—. Lindo atuendo, un poco provocativo para mi gusto, pero lindo.

Me echa una mirada de arriba a abajo que me hace sentir terriblemente incómoda.

—Deberías considerar la forma en la que te vistes, porque así como estás es fácil para cualquiera imaginarte desnuda.

Me quedo petrificada cuando acaricia mi mejilla con el dorso de su mano y luego sigue su camino escaleras arriba como si no hubiera dicho nada. Cuando llego a la cocina Emily me saluda con una sonrisa de oreja a oreja y me ofrece un tazón con cereales que rechazo inconscientemente.

Polvo de estrellas [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora