Leah Jones: Una chica de 16 de años, que vive junto a su madre y padre y una vida de mierda.
Su madre alcohólica. No tiene amigos, aunque todos la conocen. Sufre de bullying. Depresión. Sus padres tienen problemas casi siempre.
Quizás no era mucho, pero para ella sí lo era. Es algo que lo vive desde pequeña y la persigue hasta ahora y piensa que eso nunca lo dejara atrás.
Leah sale de su casa para su primer día de clases. Lleva puesto un short, una blusa pequeña de color negra y unos zapatos blancos.
Vio el señor que salía a botar la basura; vivía al frente de su departamento. Johnny Lawrence. Lo vio un rato y luego siguió su camino.
Cuando llegó la hora del receso, no supo a qué mesa ir. Todas estaban llenas, otras vacías, pero no quería sentarse tampoco sola, al menos con algunas personas, así no le hablen.
Leah miró todas las mesas y se detuvo donde estaban tres chicos. Dudo un poco, pero terminó yéndose con ellos. Se paró al frente y los miró a cada uno.
—¿Puedo sentarme? —Leah preguntó y dejó caer todo su peso a una pierna.
—Si tanto insistes... —habló uno de ellos. Leah terminó sentándose en la última silla que quedaba.
—¿Por qué esas caras largas?
—Miguel quedó mal, Yasmine se está burlando de Eli y yo... bueno, aquí feliz. —habló Demetri, Leah quiso reír un poco por lo que había dicho. Obviamente él no estaba "feliz" estaba peor que eso.
—Yo soy Miguel. —la chica asintió.
—Si los conozco, tranquilos. —los tres chicos abrieron sus ojos sorprendidos. Leah miró a Eli, quien cuando sintió su mirada, se sonrojó. Leah sabía que Eli Moskowitz está enamorado de ella, y ella no puede negar que es guapo y un lindo chico. Lo malo de todos es que solo miran esa cosa que todo el mundo quiere ver, pero no se permite ver más allá.
Él. Un chico de ojos azules, con cabello rubio, lindo, amable y tierno.
Pero todos veían su labio leporino.
—¿Nos conoces? —preguntó Demetri. Eli había bajado su mirada, como siempre estaba.
—Sí, bueno, estamos en las mismas clases, así que sí. —dijo obvia y miró su bandeja de comida. No sabía por qué había pedido comida si no la iba a comer.
—Si... tienes razón. Digo, es que, nosotros somos como unos fantasmas. —dijo Demetri.
—Lo sé. Yo también lo soy. Nerd. —Leah recalcó el apodo de ella.
—Eso es mejor que El chico del Labio. —dijo bajito Eli.
—Yo pienso que... —Leah lo miró un rato— es cool. —Eli miró a Demetri y luego a Leah.
—¿El apodo o....? —señaló su labio.
—Las dos cosas. —dijo Leah y le sonrió con sus labios unidos a Eli. El chico solo le dio una sonrisa como ella, solo que un algo embobado. Bajó su cabeza, aún sonrojado.
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