inalcanzable

—Debió ser en uno de esos mercados donde venden cosas de Xadia, ¿verdad? Ezran una vez me hablo de esos… ¿cómo era? ¿Mercado negro? —hace la pregunta sin buscar en realidad que le respondan, solo la hacía más que nada para ella misma y sus palabras, y como era normal en ella, usó ese humor sarcástico que podría ser de disgusto para los demás, sobre todo lo era algunas veces para Callum por lo que recordaba—, espero que de menos estuviera a buen precio, sería una completa vergüenza que un trozo de tela valiera más que mi asta y… —no continuó hablando porque se perdió en las palabras y acciones de Callum.

—Irresponsable ¿Acaso no podías mandar una maldita carta? Se te dan bien las cartas ridículamente absurdas —trata de mantenerse enojado, tres venados, todo por tres venados, quiere decir que es una tonta, pero sabe que él habría hecho lo mismo; sin darse cuenta una lágrima se derramó por sus ojos, se detuvo y la bajó de su espalda, después se giró y la abrazó fuerte contra él; mientras que Rayla no estaba de lejos ajena a lo acontecido, aquel impacto repentino en el suelo al ser bajada la hace formar una mueca, misma que se apresura a borrar cuando lo ve frente a ella y segundos después siente aquellos brazos volver a rodearla como desde hace más de un año no lo hacen—. ¿Por qué? —preguntó Callum nuevamente, aunque no esperaba respuesta—. No tenías que hacerlo sola. Tonta. —repitió, ella estaba ahí, entre sus brazos, no era un sueño, ni otra pesadilla como las que tenía donde la encontraba y perdía de nuevo. Se separó un momento y limpió sus lágrimas—. Te extrañé tanto. Yo…

Rayla tuvo que contener las ganas de soltar un gemido entre gozo, ansia y miedo. Cada palabra dicha por Callum calaba en lo más profundo de su alma, sobre todo cuando notó como Callun no termina la frase, no puede, aun está herido y se da media vuelta. Si, él tenía una sensación de alivio y agradecimiento a los dioses de que estuviera viva, pero eso no retiraba bajo ningún motivo la herida que tenía.

—N-no tenía que hacerlo sola pero no-... —nuevamente algo la detiene, esta vez no fue el abrazo de Callum, sino ver su expresión y aquella lágrima traicionera que seguramente también bajaba por su propio rostro, y los dioses de Xadia sabían cuánto le estaban afectando verlo así, escuchar como usaba incluso sus propias palabras contra ella para justificar porque quiere dejarla atrás.

Además, ambos sabían que probablemente sea mejor dejar ese tema de lado. Por lo que veía, y les dolía, es que se había abierto una brecha entre ellos, quizá más grande que la brecha misma que se para Xadia del territorio humano. Callum voltea a penas para verla por sobre su hombro, justo en el momento que Rayla abre la boca.

— Ahora bien, la llave… —“la llave”, pensó Callum, todo siempre tenía que ver con cosas ajenos a ellos, suspiró silenciosamente mientras veía nuevamente al frete y la escuchaba, seguramente no le diría nada que él no supiera ya—. Creo que a estas alturas tú conoces más de ella que lo que los elfos mismos, ¿has pensado en preguntarle a la reina Zubeia? El reinado de los dragones data desde la creación, el origen de todo lo que conocemos y vemos como fuente de magia, ella podría saber más con certeza que es, para que sirve —Rayla sabía que Callum le planteó momentos atrás la posibilidad de una separación, cada quien por su lado, pero ella sabía que no quería hacerlo, de menos de su parte, pues pese a todas esas verdades que sin duda lastimaron ella lo seguía queriendo—, podemos ir con la reina, los dos, investiguemos cual es el misterio de ese cubo

—No necesito que me acompañes, solo serás un estorbo en tu condición. Cualquier mago oscuro de bajo nivel te atraparía fácil. No quiero tener que cuidar de ti y de tus acciones irresponsables, conociéndote eres capaz de querer pelear. Te estoy cuidando —mencionó con ese tono sarcástico que solía hacer hacía años; Callum jamás pensó que sería vengativo, pero se descubrió que sí, que seguía herido, que ella lo lastimó, que, aunque una parte de él la perdona, otra aún no puede hacerlo.