02 | Lo que se dice de mí

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02 | Lo que se dice de mí

Blake.

No me lo puedo creer.

Alice.

Me he acostado con Alice McFloyd.

Y no es que me desagrade la idea. Al contrario. Alice es hermosa, y sexy, y está buena, muy buena. Pero para nadie es un secreto que me detesta. Por la manera en la que me mira es obvio que me quiere bien muerto, y ni siquiera sé por qué tanto odio.

Vale, claro que lo sé. Tampoco soy tan idiota como para olvidar el día de nuestro terrible incidente.

Cuando termino de vestirme cojo mi teléfono, y las llaves de mi auto, que están en la mesita de noche junto a la cama, y salgo de la habitación. Afuera todo está en silencio, y me abro paso por el pasillo hasta llegar a las escaleras. Mientras bajo, me encuentro con un desorden monumental. Hay vasos rojos por todos lados, y algunos chicos se han quedado dormidos en el suelo y escaleras; pasillo y sala. Pobre. Me compadezco de la persona que tiene que limpiar este desastre.

Busco a mi acompañante y no lo encuentro. Pero tampoco necesito ser un genio para hacerme una idea de dónde posiblemente esté. Al diablo. Quiero irme. Lo cierto es que venir a esta fiesta no me resultaba para nada interesante, sino todo lo contrario. Pero a Daniel ha estado completamente loco por Michelle desde hace un año, y faltar a su fiesta no era una opción, pues usó como estrategia el hecho de que somos amigos y debemos acompañarnos en todo momento.

Como resultado he terminado con una resaca de los mil demonios y… una noche de pasión con Alice McFloyd.

Aunque de esto último no me quejo.

No recuerdo mucho de lo que pasó anoche. Los pocos recuerdos que tengo son imágenes incoherentes; es como un enorme rompecabeza, y estoy tratando de armarlo, pero me está costando un poco.

Cuando llego a mi auto saco de la guantera una botella con agua y una tableta de aspirina antes de tomarme una.

Daniel se burla de mí por tener las pastillas en el auto. Pero no me importa. En este instante esta "ridícula idea" me ha salvado la vida.

Cojo mi móvil para enviarle un mensaje a mi amigo. La pantalla de mi teléfono se ilumina con el icono de batería baja y maldigo. Cuando llegue a casa ya le escribiré.

Una vez que salgo del estacionamiento de la casa de Michelle, empiezo a rebuscar en mi cabeza algo sobre la noche anterior.

Recuerdo haber llegado con Daniel a la fiesta, que para esa hora ya estaba a reventar. Recuerdo que nos acercamos a Michelle, que estaba en compañía de Alice, metida en un sexy vestido ajustado que me dejó sin aliento. Recuerdo también que Daniel y Michelle se fueron a bailar, dejándome a solas con McFloyd. El ambiente entre nosotros, como era de esperarse, se sintió pesado y extraño. Justo cuando estuvo a punto de marcharse, la agarré por la muñeca y la frené. Ella me miró confundida y justo en ese instante le hice un cumplido. Alice se puso roja y me sonrió.

Fue la primera vez en dos años que la vi sonreírme de nuevo.

Luego, le invité un trago y, para mi sorpresa, ella aceptó. Un trago luego se volvieron dos, dos se volvieron cuatro y sin darnos cuenta ya estábamos en nuestro séptimo vaso.

La estábamos pasando bien, muy bien. Otra vez volvíamos a ser lo que éramos antes. Fue como si el tiempo entre nosotros no hubiera pasado, otra vez volvíamos a tener quince años y… la besé.

Fui yo quien la besó.

Y ella me respondió de inmediato. Y no fue una vez, fueron varias.

Comenzamos a coquetear, no recuerdo lo que nos decíamos, solo recuerdo que, con cada palabra, la polla se me ponía más dura.

Todo lo que juntos podemos ser ©Where stories live. Discover now