— Tú también Sam — Bry la agarra de la cintura en una postura que les sale natural y besa su cabello.

— ¡Deja de babear! — mi hermano Alfon me da un codazo.

— ¡Cállate subnormal! No babeo.

— Ya, ya — levanta ambas manos — distraes la vista. Lo de siempre. Vamos a beber.

Nos apartamos del resto del grupo para tomar un coctail. Es lo que se ahce en estos casos ¿no?

Alfonso

— Menudo mujerón acaba de aparecer — le doy un codazo a mi hermano Carlos. Miro a la mujer en cuestión. Es de piel oscura, alta, con unas curvas de infarto y unos ojos negros que te quitan hasta el hipo. A esa me la... beneficiaba yo esta noche. Pero va acompañada de un rubiales, armario empotrado de dos por dos, ojos claros y mirada risueña. ¿En serio son pareja?

— Es la ex de Bry. Prohibida — ¡Joder!

— ¿Es que todas están casadas, pilladas o son lesbianas? Así no hay quien moje.

— ¿Has venido a mojar?

— ¿Qué? Nooo, he venido a la boda de mi hermano el suertudo — Alissa viene corriendo y salta sobre mí. Adoro a esta mocosa. — Carlos, deberías adoptar a esta mocosa.

— Si, algún día — Mi hermano lo niega, pero, adora a la hija de su ex. Algún día la adopta fijo. O la niña decide mudarse con él. Porque se la ve encantada entre nosotros.

— ¡Estáis aquí! — Mi hermana Sofía aparece de la mano de su mujer. Van todas las mujeres de la familia espectaculares. Hasta Lucía que ya tiene casi los 17 y está hecha un bombón. Ya estamos todos en la familia con el arma cargada bajo el brazo para alejar a los moscones. Y no son pocos la verdad. Y más desde que lo dejó con el tipo mayor con el que ha vivido una historia de amor de esas tóxicas que les gusta leer a las mujeres.

— ¿Cómo va todo? — pregunto

— ¡Genial! — mi sobrina da brinquitos de alegría — Lola está radiante y la niña, ya la veréis, va riquísima. Y bueno el tito, ni te cuento. Está que quita el hipo — da un trago a su bebida ¿eso es...?

— ¡Bebe más despacio niña! — Mi hermana Azu aparece y le da un manotazo a su hija que casi le hace tirar la bebida. Azu viene con su hijo Guzmán, que acaba de dar un estirón y está casi más alto que nosotros, lleno de granos y ya le hemos pillado un par de veces viendo pelis guarras con mi hermano pequeño Manuel. Me recuerdan a nosotros cuando éramos críos.

Una música suena y miro hacia atrás. Estamos en una playa al atardecer, estamos en Hawái. No hay sillas, solo arena, el mar y un arco con flores características de aquí. Sobre todo, en tonos rojos y rosas. Mi madre, no hace más que llorar y se refugia en los brazos de Francisco. El padre de Lola. Creo que hay temita entre esos dos, pero mejor no hablar de ese tema. Javi aparece que con unos pantalones de lino de color blanco roto y una camisa de flores muy grandes blanca y azul claro. Viene con una preciosa sonrisa en la boca. Le veo tan, tan feliz, que eso me llena de ilusión y esperanza. Me alegro que haya encontrado a su mitad. Porque eso es lo que son. Son la mitad del otro. Y me dan una envidia... sana, sí, eso, envidia sana. Pero envidia, al fin y al cabo. Bry y Sam se colocan a mi lado, no puedo evitar ver que Bryan no le quita el ojo de encima a la morena que me han dicho que es su ex. Y observo como arruga el gesto al verla sonreír cogida de la mano del rubiales alemán. Me da que Hawái va a dar mucho de qué hablar.

Marcos

Javi está muy nervioso, no hace otra cosa que estrujarse las manos, una vez y otra. Su madre y Fran tienen a su hija en brazos. Menuda niña más bonita. Vega, se llama. Lola nos ha invitado a David y a mí porque dice que somos lo más parecido a su familia. Cris, su madre, no ha querido venir. La peque ha llorado mucho por esa decisión, pero su padre y yo la hemos ayudado a pasar página con ella. Eso, su reciente maternidad y por supuesto su futuro marido que besa el suelo que mi niña pisa.

Enséñame a volarWhere stories live. Discover now