—¡Oh, Taeyong, conocerás a Gong Yoo! —exclamó mamá, encantada.

—¡Ahí viene! —dijo Karina, agitando sus bracitos.

Efectivamente, ahí estaba Gong Yoo, que entró en el plató dando saltitos, vestido con su impecable traje azul. Tendría casi cuarenta años, y siempre iba impecable. Mientras atravesaba el decorado, la luz incidió en la insignia que llevaba en la solapa, que emitió un brillo dorado más intenso que los fortissimos que hacía yo al piano.

—¡Bueeeeenas noches, Illéa! —saludó— Tengo que decir que es un honor para mí formar parte de la Selección. ¡Fijaos qué suerte! ¡Voy a conocer a treinta y cinco chicos guapos! ¿Quién sería tan idiota de no desear un trabajo así? —Nos guiñó un ojo a través de la cámara— Pero antes de que tenga ocasión de conocer a esos caballeros encantadores, uno de las cuales será nuestro nuevo príncipe, voy a tener el placer de hablar con el hombre del momento, nuestro príncipe real JaeHyun.

Al momento, JaeHyun cruzó la alfombra y se dirigió a un par de asientos preparados para él y para Gong Yoo. Se ajustó la corbata y se alisó el traje, como si no estuviera lo suficientemente acicalado. Le dio la mano a Gong Yoo, se sentó frente a él y cogió un micrófono. La silla era lo bastante alta como para que JaeHyun tuviera que apoyar los pies en una barra situada a media altura. Aquella postura le daba un aspecto mucho más informal.

—Un placer verle de nuevo, alteza.

—Gracias, Gong Yoo. El placer es mío —respondió, con una voz tan estudiada como su aspecto. Irradiaba formalidad. Arrugué la nariz ante la idea de encontrarme aunque solo fuera en la misma estancia que él.

—Dentro de menos de un mes, treinta y cinco hombres se mudarán a su casa. ¿Qué le parece la idea?

JaeHyun se rio.

—Bueno, sinceramente, me inquieta un poco. Me imagino que con tantos invitados habrá mucho más jaleo. Aun así, estoy deseándolo.

—¿Le ha pedido consejo a su querido padre sobre cómo lo hizo él para conquistar a una esposa tan bella cuando le llegó la ocasión?

JaeHyun y Gong Yoo miraron en dirección a los reyes, y la cámara los enfocó para que viéramos cómo se miraban, sonrientes y cogidos de la mano. Parecía de verdad, pero ¿cómo íbamos a saberlo?

—En realidad, no. Como sabes, la situación en Nueva Asia ha empeorado últimamente, y los dos nos hemos dedicado más a los asuntos militares. No ha habido ocasión de hablar de matrimonio.

Mamá y Karina se rieron. Supongo que lo encontraban divertido.

—No nos queda mucho tiempo, así que querría hacerle una pregunta más. ¿Cómo se imagina que será para usted el chico perfecto?

Dio la impresión de que la pregunta le había pillado desprevenido. No podría estar seguro, pero me pareció que se ruborizaba.

—La verdad es que no lo sé. Supongo que eso es lo bonito de la Selección. No habrá dos candidatos iguales: ni en imagen ni en gustos o disposición. Y conociéndolos y hablando con ellos espero descubrir lo que quiero, encontrarlo durante el proceso —dijo el príncipe, sonriente.

—Gracias, alteza. Muy bien dicho. Y creo que hablo por toda Illéa cuando le deseo toda la suerte del mundo.

Gong Yoo le tendió la mano para despedirse.

—Gracias —repuso JaeHyun.

La cámara no cortó el plano lo suficientemente rápido, y se pudo ver cómo miraba a sus padres, para ver si había dicho lo correcto. El siguiente plano fue del rostro de Gong Yoo, así que no hubo modo de ver cuál fue su respuesta.

🏹 JaeYongWhere stories live. Discover now