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La mañana siguiente me vestí con el uniforme de los seleccionados: pantalones negros, camisa blanca y la flor de mi provincia un lirio en el pelo. Los zapatos los pude escoger. Me decanté por unos rojos bajos desgastados. Pensé que más valía dejar claro desde el principio que no tenía madera de príncipe.

Estábamos ya a punto para salir en dirección a la plaza. Cada uno de los seleccionados iba a tener una ceremonia de despedida en su provincia de origen, y a mí la mía no me hacía ninguna ilusión. Toda aquella gente allí mirándome, y yo de pie como un tonto. La escena en conjunto era ridícula, ya que tenía que recorrer los tres kilómetros de trayecto en coche, por motivos de seguridad.

El día fue incómodo desde el principio. Yoona vino con James para despedirme, lo cual fue todo un detalle, teniendo en cuenta que estaba embarazada y cansada. Chen también vino, aunque su presencia no hizo más que añadir tensión. En el camino de casa hasta el coche que nos habían dejado, Chen fue con mucho el más lento, de modo que los fotógrafos y curiosos pudieran verle bien. Papá se limitó a menear la cabeza, y en el coche nadie dijo nada.

Karina era mi único consuelo. Me cogió de la mano e intentó transmitirme parte de su entusiasmo. Cuando llegamos a la atestada plaza aún íbamos de la mano. Daba la impresión de que toda la provincia de Carolina había acudido a despedirme. O a ver qué tenía yo de especial. Desde la tarima en la que me encontraba, vi la masa de gente que me observaba.

Allí de pie pude comprobar las diferencias entre las castas. Zong Chenle era un Tres, y él y sus padres me perforaron con la mirada. Park Jisung era un Siete, y me lanzaba besos. La gente de las castas superiores me miraba como si les hubiera robado algo que les perteneciera. Las Cuatros y la gente de castas inferiores me animaban, veían en mí a un chico del montón que había triunfado. Me di cuenta de lo que significaba para aquellas personas, como si representara algo para cada una de ellas.

Intenté concentrarme en aquellas caras, levantando la cabeza. Estaba decidido a hacerlo bien. Sería el mejor de mi grupo: el héroe de la plebe. Aquello me dio una razón de ser. Lee Taeyong: el campeón de las castas bajas.

El alcalde hizo un discurso lleno de florituras:

—¡... y Carolina animará al bello hijo de Bo-Gyeol y de Jaejoong Lee, Joven Lee Taeyong!

La multitud aplaudió y me vitoreó. Algunos lanzaron flores.

Registré aquel sonido por un momento, sonriendo y saludando con la mano, y luego volví a escrutar a la multitud, pero esta vez con un objetivo diferente.

Quería ver su rostro una vez más si podía. No sabía si habría venido. El día anterior me había dicho que estaba precioso, pero se había mostrado aún más distante y reservado que en la casa del árbol. Habíamos acabado, y lo sabía. Pero no puedes amar a una persona casi dos años y luego olvidarlo de la noche a la mañana.

Tuve que pasear la vista varias veces por entre la gente, pero por fin lo encontré, y de inmediato deseé no haberlo hecho. Johnny estaba allí de pie, con Sakura Miyawaki delante de él, agarrándola por la cintura desenfadadamente y sonriendo.

Quizá sí había gente que podía olvidar de la noche a la mañana.

Sakura era una Seis y debía de tener mi edad. Era bastante guapa, supongo, aunque no se parecía en nada a mí. Tal vez ella se quedara con la boda y la vida que antes iba a ser para mí. Y, al parecer, a Johnny la posibilidad de ser reclutado no le importaba ya tanto. Ella le sonrió y luego fue a reunirse con su familia.

¿Acaso ya le gustaba Sakura desde antes? A lo mejor se veían cada día, mientras que yo solo le daba de comer y le cubría de besos una vez por semana. Tal vez todo el resto del tiempo del que no me hablaba durante nuestras conversaciones furtivas no se correspondía simplemente con largas horas de tediosos inventarios.

🏹 JaeYongWhere stories live. Discover now