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Evvie.
Nos encontrábamos en mi casa, luego de que los oficiales militares nos dieran un descanso antes de la graduación. Mis amigos y yo decidimos hacer una reunión, después de todo no nos veíamos hace algunos meses.
—— Oh por dios... Eddie, ¿ya estas drogado?— se rió Chand.
El rubio balbuceo intentando responder la pregunta de mi amigo pelinegro.
—Sí estuviera drogado podría hacer esto.— se paró en un solo pie, intentando hacer equilibrio.
—¿Eso no se hace cuando estas ebrio?— preguntó Lilli.
Negué divertida mientras le daba otro sorbo a mi cerveza.
Chandler, Edmund, Lilian y yo hemos sido amigos desde que tenemos memoria. Fuimos juntos al kinder, primario y secundario, luego cada uno tomó su rumbo.
Chandler empezó su carrera como policía, Lilli es ayudante de enfermera en el hospital de nuestra ciudad, Ed estudia alguna carrera universitaria, una que probablemente dejará como las últimas tres, y luego estoy yo. Soy Cadete militar, tal y como madre hubiese querido.
En estos últimos meses se sumo, Klaus a nuestro grupo. Un pequeño estudiante de secundario, tiene 18 años y cuando termine la escuela quiere ser abogado o nadador profesional.
Klaus sonreía mientras movía la cabeza al ritmo de la música, mientras le daba una calada a su cigarrillo.
—Baja un poco la música.— hable, mirando por la ventana.— o los vecinos nos demandarán.
—Hay que festejar tu cumpleaños, Evvie.— todos elevaron su bebida.—¡salud!
—¡Bienvenida a los veintidós años!— me abrazó mi mejor amiga.— ¿Cómo te sientes?
—Igual que cuando tenía veintiuno.— me encogí de hombros.— son solo números.
—Yo llore una semana.— hizo una mueca.
—Lilli, tú lloras por todo.— se quejo Ed.
La pelinegra le golpeo su cabeza, acto seguido se escucho un golpe en seco en la puerta de entrada.
—¡Baja!— ordene que quitaran la música.
Nicklaus me hizo caso, todos nos quedamos en silencio. Segundos después, los golpes comenzaron a ser más desesperados.
