1 | αℓαѕ єη¢σηтяα∂αѕ.

🧚🏻10🧚🏻

Cada vez me encontraba más inmersa en el mundo de Chelseay, mi madre, aprendiendo y absorbiendo cada enseñanza con avidez. Y a medida que pasaban los días, comenzaba a sentir un poder creciente dentro de mí, pero también una sombra oscura que se deslizaba silenciosamente por mi corazón.

Era extraño, pero sentía como algo dentro de mí estaba cambiando y me hacía actuar diferente o pensar distinto a cómo ya estaba acostumbrada. Quizá era la evolución que estaba sufriendo al aprender tantas cosas nuevas o tal vez eran los poderes que comenzaba a tener en mí que me hacían cambiar. No lo entendía con exactitud, pero había cosas extrañas que me hacían transformarme.

Chelseay, con su elegancia y sabiduría, me mostraba los secretos de la magia irixta, compartiendo conmigo los conocimientos ancestrales y poderes ocultos que para mí antes habían sido tan lejanos e indescriptibles y ahora estaban presentes en mí, haciéndome delirar.

Mi madre, poco a poco comenzó a contarme cosas sobre ella, haciéndonos cada vez más cercanas, que después de una tarde llena de enseñanzas y aprendizajes, yo la abrazaba, sintiendo de su calidez y de su amor, para comenzar después a relatar con ella vivencias personales que nos hacían más cercanas.

—Gracias por enseñarme todo lo que sabes, madre. Me gustaría conocer a tu gente, conocer más irixtas. Saber más de mí... —mencioné con melancolía, tomando de las manos de mi madre y mirándola con dulzura—. ¿Estás segura que soy completamente como tú?

Ante esa duda, madre asintió y me mostró una visualización como siempre lo hacía. Por medio de esos brillos y esas chispas que tanto me dejaban asombrada; por esta forma de comunicarse, mi madre me dejo en claro la historia de una adolescente de cabello castaño largo y con muchas pecas en su rostro. Aquella chiquilla estaba en el océano, parecía ser una típica adolescente con su novio y sus amigos, cuando entonces, una chica y dos chicos comenzaron a seguirla y cuestionarla, le enseñaron cosas sobre el mar y manipular del mismo, y después se la llevaron con ella.

Cuando estuvo con ellos, ella descubrió que era como esas personas que la llevaron a ese lugar y todo este tiempo había estado viviendo una vida que no era la suya.

Esa pequeña historia se me hizo muy cautivadora e interesante, sonreí cuando mi madre dejó de presentarla y comprendí que me estaba explicando que no era la primera vez que sucedía aquello, y eso se me hizo curioso y, me hizo anhelar que, sí aun la adolescente estuviera con vida, pudiera un día conocerla.

—Ella era una niña, cuando vivió todo esto. Es increíble —mencioné fascinada, notando que la última visualización de la adolescente me demostraba que, tuvo un buen final—. Gracias madre, quizá llegué tarde para ayudarte, pero haré lo posible para recompensar mi tardanza.

Al terminó de eso, mi madre me abrazó y una vez más comencé a cuestionarle sobre ella y Chelseay me contestaba, como también mi madre me preguntaba sobre mí y yo le contaba mi vida. Pues, teníamos tantos años sin conocernos que había tantas cosas que descubrir de ambas.

Después de un momento, cuando ya estaba a punto de oscurecer, mi madre me llevó a su guarida para descansar y cenar algo. Las comidas que solía comer desde que llegué constaba de demasiadas frutas, descubriendo que mi madre también se alimentaba de esa manera.

Por otra parte, su hogar constaba de un pasadizo oculto en un árbol del bosque. Era un árbol hueco, que, al entrar en él, caías a un túnel que te llevaba a una pequeña cabaña subterránea. Para salir del lugar, sólo era pararte dentro del túnel y este te succionaba hacia el exterior.

Cuando estuve dentro de la pequeña cabaña, contemplé que todo no estaba como lo dejé: había dos camas tan cómodas y suaves, como también una pequeña mesa con fruta y una breve fuente de agua que no entendía de dónde salía, pero era el agua más pura que había visto en mi vida. Sin embargo, la cosa que había diferente antes de que yo me fuera es que ahora había un espejo.