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Como tenía preparado, al llegar a mi hotel, fui bien recibida. El clima era tan gélido que casi hui a mi habitación, pues el hotel en dónde estaba, no era la gran cosa. El lugar constaba en un edificio lleno de cuartos con pasillos al aire libre para entrar a tu habitación. No era algo de lujo, era sencillo. Era como esos moteles que encuentras en medio de la carretera para descansar un poco, pues bien, Alaska no era muy visitado o concurrido, así que este era el mejor que había encontrado mi padre para hospedarme.

Pero no me quejaba del todo, pues cuando me indicaron el número de habitación y me dirigí al lugar, me encontré con la fortuna de ver una cama amplia y muy suave; como también una pequeña televisión y un baño con todo lo necesario. Era pequeña la habitación, pero tenía todo lo necesario. Además, contaba con su propio internet, cosa que agradecía.

En ese instante, abrí mi maleta cuando la coloqué sobre mi cama, y saqué una toalla y mi pijama que constaba de un short y una blusa de tirantes, junto a mi ropa interior y unas sandalias. Pues la habitación estaba tan caliente, que me sentí tan feliz de dejar de sentir aquel frío terrible.

Al instante me dirigí al baño y tomé mi ducha con tanta tranquilidad y satisfacción, que no me di cuenta cuando el baño se lleno de vapor ante el agua ardiendo. Dentro del mismo baño, me cambié y sequé. Mi plan era salir del baño, desenredarme el cabello, llamar a mi padre y dormir un poco, pero al salir del baño, me asusté al encontrarme sobre mi cama, a una mujer sentada.

Era una mujer morena con unos rulos tan bien cuidados que se miraba bello. Tenía extrañamente los ojos de color rojo y los tenía tan abiertos que sentía que analizaba todo de mí. Sus ropas no eran abrigadoras y todas tenían el color blanco y negro. Al principio creí que la mujer era de limpieza o algo por el estilo, pero se me hizo tan inusual su aparición, que decidí hablar.

—Hola. ¿Qué hace aquí?

La mujer desconocida no cambio para nada. No hizo gestos ni nada, sólo me contempló en silencio, hasta que se animó a hablar.

—¿Hablas español? —cuestionó con un acento tan extraño que me hizo saber que no era su idioma natal, pero lo conocía a la perfección. Y eso lo agradecía, ya que a mí no me gustaba hablar mucho el inglés.

—Sí. Y usted también.

—Te imaginaba diferente —comentó la mujer mirándome fijamente y recorriéndome, cosa que me dejó perpleja, ya que era muy inusual que alguien me imaginara. O, mejor dicho, esto me puso alerta, más que nada, por lo que sabía de la exterminación que había.

—¿Usted quién es? —inquirí al instante, con desconfianza. Y la mujer por fin sonrió, dejándome ver unos dientes afilados como colmillos que me erizaron la piel.

—Tu peor pesadilla.

Sólo basto que la mujer dijera eso para que se acercara a mí con una rapidez que me impactó. Sin darme cuenta estaba frente a mí y me había pegado sobre la pared. Con su mano derecha sostenía mi cuello con dureza y con la izquierda tocaba mi pecho, en el mismo lugar en dónde los otros hombres me habían tocado, quemando esa área una vez más.

Como pude, empecé a retorcerme sobre ella, y fue entonces que reaccioné que mis manos estaban libres, y sin dudar, comencé a arañar de su cara y, por último, le di un puñetazo en la cara. Eso hizo que la mujer me soltará y tocará su cara ante el dolor.

Aproveché ese momento y corrí hacia el exterior. El recibidor estaba solo, y seguí corriendo, ante el contemplar que la mujer iba detrás de mí. Sin dudarlo fui al bosque, y corrí y corrí en él, hasta que el frío me caló en todo mi cuerpo. Y ya no pude más.

1 | αℓαѕ єη¢σηтяα∂αѕ.Where stories live. Discover now