En la Mente de la Locura

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SANGRE

LA HUELO

LA DESEO. LA ANHELO. ¡LA NECESITO!

QUEDA POCO. AHÍ VIENEN

¿SIN CADENAS? ¡LIBRE! ¡MATAR!

A MI ALCANCE. ¡SÍ! ¡MUERE! ¡MUERE!

Se acabó. Demasiado pronto. Sin luchar. Más. Quiero... más.

¿Una voz? Desconocida. Lo veo. El Gran General . Mi general.

Comanda. Yo sigo. Marcho. ¿Adónde? Debería saberlo. No lo recuerdo.

Todo se coagula. ¿Acaso importa? Noxus conquista. ¿Y el resto? Trivial. Llevo tanto... sin probar la victoria.

El carromato se balancea. Traquetea. Una jaula abarrotada. Una ceremonia absurda. La espera me enloquece. ¡Más deprisa, perros!

Allí. Estandartes. Los demacianos y sus murallas. Cobardes. Las puertas caerán en pedazos. Los recuerdos de la masacre acuden con facilidad.

¿Quién dio la orden de parar? Los lacayos no responden. No hay rostros conocidos. Si yo no lo recuerdo, tampoco lo hará la historia.

La jaula se ha abierto. ¡Al fin! Terminó la espera. ¡A LA CARGA!

¿Hondas y flechas? ¡Armas de niños! ¡Sus murallas no los salvarán!

Puedo saborear su miedo. Se encogen a cada golpe y a cada astilla que salta de sus barricadas. ¡YA QUEDA POCO!

Tambores noxianos. Gritos demacianos. La Gloria no reside en las alabanzas. ¡La Gloria es sangre en las manos! ¡Esto es vida!

Mil cadáveres yacen a mis pies y los hogares de Demacia arden a mi alrededor. ¡Ha acabado demasiado pronto! Solo uno más...

Los hombres me miran fijamente. Hay miedo en sus ojos. Si temen mirar de frente la Victoria, debería arrancarles esos ojos de cuervo. No hay miedo en los ojos del gran general, solo aprobación. Está satisfecho con esta conquista.

Mientras recorro el campo con el gran general, contemplando la carnicería, ardo en deseos de encontrar más adversarios. Cojea. ¿Una herida en la pierna recibida durante la batalla? Si le duele, no lo demuestra. Un auténtico noxiano. Pero no me gusta su mascota; picotea a los muertos sin haberse ganado nada. Los sabuesos de guerra del general eran mejor compañía.

Demacia estará dentro de poco en nuestras manos. Puedo sentirlo. Estoy listo para marchar. El gran general insiste en que descanse. ¿Cómo puedo descansar, cuando mis enemigos siguen vivos?

¿A qué esperamos? La espera me carcome. Me quedo solo. El ave me observa. Es inquietante. Si fuese de cualquier otro, la aplastaría.

La fatiga se apodera de mí. La fatiga se apodera de mí.

¿Boram? ¿Eres tú? ¿Qué susurras?

¿Dónde estoy?

¿Prisionero? Enjaulado, igual que un perro. ¿Cómo?

Hubo... la batalla, el saqueo de la fortaleza, el silencio posterior. ¿Nos tendieron una emboscada? No lo recuerdo.

Me hirieron. Siento la carne desgarrada... pero no dolor. Me dieron por muerto. Y ahora soy su premio. El destino se burla de mí. ¡No me enjaularán! Lamentarán haberme perdonado.

¡Gusanos demacianos! Hablan con palabras amables, pero son tan implacables como el que más. Este lugar es un pozo malsano. No me traen comida. No me torturan. No me exhiben como ejemplo. Me dejan para que me pudra.

Recuerdo mi momento más dulce. Tenía a un rey por la garganta y sentía sus últimos latidos a través de las manos con las que lo aferraba. No recuerdo haberlo soltado. ¿Es esta tu venganza, Jarvan?

Oigo la marcha triunfal. Botas sobre la piedra. Lejanas, más allá de los muros de la mazmorra. La cadencia de los tambores demacianos. Seré libre. ¡La sangre demaciana regará las calles!

No vino nadie. No oí lucha alguna, ni retirada. ¿Fue todo fruto de mi imaginación?

No hay dolor en este muñón. Apenas noté la bota de hierro. Está recubierta de óxido.

¿Cuándo perdí la pierna?

Aún puedo oler la sangre. La batalla es fuente de consuelo para mí.

Siento el mordisco del hambre. No he dormido. El tiempo avanza a rastras. Estoy agotado...

¿Cuánto llevo aquí?

Qué oscuro es este pozo. Recuerdo... El gran general. Sus susurros. ¿Cómo era?

No soy quien soy.

Me desvanezco. No debo olvidar.

Mensaje. Corte. Recuerda.

—SION – Cuidado, cuervos .—

¡LIBÉRAME!

SANGRE.

SION: En la Mente de la Locura | Randy BegelWhere stories live. Discover now