—Uhm, me pregunto qué canciones destrozará hoy —comenta Mitsuya—. A qué tortura nos someterá.

—Mientras no sea pop de nuevo...

—Pop rosa. Ugh. —Mitsuya finge vomitar.

—¿Por qué rosa? —pregunta Hakkai.

—Porque me recuerda a los algodones de azúcar de ese color —responde—, son empalagosos, insoportables. Ahora imagina una canción que sepa a eso en la boca de Mikey. —Recarga la cabeza sobre la mesa—. Una chingada tragedia, te lo digo.

Mikey canta horrible.

No han dejado de decírselo nunca —mientras están ellos, nadie más de la ToMan va a oír como le dicen al jefe que es un inepto para juntar una nota con la siguiente—, pero Mikey tampoco nunca ha dejado de insistir en secuestrar los micrófonos en un karaoke. Así que, cuando su voz empieza a destrozar la canción romántica de turno ya no les queda más que reír.

***

Al final no se le declara a Chifuyu mientras Mikey asesina canciones de amor. Era obvio.

(Y no entiende la ceremonia que rodea a la acción de «declararse», es todo demasiado engorroso cuando él sólo quiere plantarle unos besos bien dados y rogar porque un intento de relación funcione).

Antes de los besos bien dados hay que decirle al otro «oye, mira, me gustas» mientras se omite el «a veces sueño que fajamos» y se agrega el «me gustaría que fuéramos algo algo, ya sabes, no nomás amigos que van juntos al baño y comparten yakisoba todos los días, todos los días».

De regreso caminan juntos a casa.

—Me quedé con curiosidad de oírte cantar —comenta Chifuyu.

—Mikey acaparó el micrófono.

—Pero tengo curiosidad. Tú ya sabes cómo canto, Baji-san.

—Tsk.

Quería volver a oírlo. Por eso había juntado los pocos yenes que tenía y lo había invitado, ofreciéndose a pagarle alguna bebida, un refresco, lo que fuera. Nunca tenían demasiado tiempo ni demasiada oportunidad de salir a comer y gastarse lo que sus padres les daban para sobrevivir a la semana. Se preguntaba como sería la voz de Chifuyu con una melodía de fondo, si es que acaso armonizaba.

—Me pregunto si cuando cantas haces llorar abuelitas —insiste Chifuyu, con cizaña. Baji le da un codazo, aunque lo hace casi gentil, no como los que le da a Mitsuya cuando lo hace enojar—. A la mejor un gatito se muere cada que...

—¡Ey!

—Sólo digo. Nunca te he oído cantar.

—No lo hago mal —asegura Baji.

Es una aseveración valiente, porque no tiene ni idea. Pero, como asegura Mitsuya: «tú le harías creer al diablo que eres peor que él si te lo propusieras, pinche animal» (a Mitsuya le gusta adornar con «pinche animal» las frases que le dirige a Baji, sólo para acentuar lo que él llama su salvajismo natural; Mikey sólo opina que los animales son más civilizados que Baji y que Mitsuya debería evitarse andarlos insultando con semejante y desproporcionada comparación).

—A ver.

—¿Ahorita?

—Ahorita.

—¿Ahorita ahorita?

A la mejor Chifuyu se refería a ahorita en un rato, cuando llegaran al edificio; ahorita que dejaran de caminar; ahorita en diez pasos, no ahorita ahorita ya, expresión de la inmediatez más absoluta.

Bailando pegadito [Bajifuyu]Where stories live. Discover now