—Buenas noches, hyung favorito.

Su contestación logra mejorar un poco mi estado de ánimo y me roba una sonrisa sincera. ¡Nadie, nunca, jamás en la vida me había dicho "hyung favorito"!

Cuando las puertas metálicas del ascensor se abren en mi piso, me deslizo con pesadez hacia la entrada de mi hogar y rebusco perezosamente las llaves en mi bolsillo. Cualquier pensaría que quiero morirme ahora mismo.

Los incómodos zapatos vuelan a algún lado de mi sala una vez que logro entrar; a ellos, le sigue el saco azul, que aterriza sobre el sofá.

Un suspiro largo y lento brota de mis labios mientras niego con la cabeza. Esto es una mierda. Yo no debería estar sintiéndome así, y mucho menos debería estar pensando en lo que se avecina... No sé exactamente por qué me siento así.

Pero estoy seguro de que las cosas van a ser muy incómodas entre nosotros a partir de ahora. Él, probablemente, haga oídos sordos a lo que aconteció esta noche, pero yo no seré capaz de entrar en su despacho sin sentirme como un completo idiota.

No me sorprende en lo absoluto saber que, aparentemente, solo fui una distracción para él.

Luego de cambiarme la camisa por una camiseta, me desplomo en el sofá de la sala con la intención de olvidar todo, al menos por un rato.

El silencio reina en la estancia, pero es brevemente interrumpido por el sonido que emite mi teléfono al avisarme acerca de una nueva notificación.

Tomo el aparato y deslizo mi dedo por la pantalla para desbloquearlo.

Hay un mensaje de Nahyun en el cual me pregunta dónde carajos estoy. Otro de Yunbi, que me pregunta si me encuentro bien. Por otra parte, en Instagram, Jimin respondió a mi reciente historia diciéndome que soy guapo y que quiere mi número.

Como no estoy de ánimos para absolutamente nada, me limito a responderle solo a Yunbi, diciéndole (y mintiendo) que me encuentro bien.

Un bufido cargado de pesar se me escapa cuando pienso que ni siquiera pude embriagarme, como tenía pensado hacer. Todo en esa fiesta fue hermoso hasta que decidí ir a buscar a ese impresentable ser.

Mi intención de meterme en la cama para dormir hasta olvidarme de este día es interrumpida cuando mi teléfono comienza a sonar. Un nudo aprieta en mi estómago cuando mi subconsciente dice que podría tratarse de Seokjin, pero trago saliva y me obligo a tomar el aparato.

Un suspiro aliviado brota de mis labios al ver que se trata de San.

—San, ¿estás bien?

—Jungkook, ese tipo otra vez se metió al ascensor y no pude detenerlo. ¿Tienes problemas con él? Parece enojado. Creo que puedo con él, ¿quieres que vaya a sacarlo?... O puedo llamar a la policía. ¿Qué hago?

El tono nervioso y ansioso de San no se compara con la forma en la que mi corazón comenzó a latir; a toda velocidad y con rudeza pura.

Es Seokjin.

—Yo me encargo —le digo, y me sorprende lo determinante que acabo de sonar.

San me dice algo más pero, entonces, un puño cerrado golpea contra mi puerta y me apresuro a cortar la comunicación.

—Jungkook, abre —escucho la ronca y elevada voz de mi jefe que, al parecer, cree que vivo solo en el edificio—. Sé que estás ahí, ábreme.

Mis párpados se cierran y exhalo con lentitud el aire que ni siquiera sabía que estaba conteniendo; los latidos de mi corazón son raudos e incluso incómodos, pero estoy decidido de ponerle un freno a este hombre.

"Tendencia + Torpeza" (Adap.) «JinKook»Onde as histórias ganham vida. Descobre agora