#4. ¿𝓐𝓾𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸́𝓷?

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El inmenso edificio gris se alza como un gigante frente a mí, un suspiro abandona fugazmente mis labios. No es mi primera audición, pero en definitiva sí es la primera que tengo en un lugar  como este, con esa... ponencia. Ni siquiera para Amor Entre Melodías, aquella fue en uno de los salones de un famoso hotel de la ciudad, sin embargo muchas otras llegaban a ser incluso en teatros.  

Los inmensos ventanales oscuros, aunados a las grandes puertas de cristal le dan un aire serio y sofisticado. Trago grueso, estoy comenzando sentir muchos nervios. Camino hacia el vestíbulo y por dentro era incluso más elegante. A la izquierda se vislumbra una bonita sala con preciosos muebles negros, y una mesa de vidrio con una plantita en el centro, mientras que a mi derecha se encontraba la recepción. Una señora mayor me observa fijamente y, Dios, incluso ella parecía ser refinada también. Se notaba que todo lo que hay aquí debe costar mínimo uno de mis riñones.

— ¡Hola, buenos días! —Me acerco con una sonrisa, y ella me devuelve una cordial—. Yo... He venido por la audición.

—Buenos días, señorita. ¿Me permite su código?

—Sí, claro. —Busco en la carpeta la hoja en donde había impreso el código que Richard me envió antes de venir, y se lo entrego.

Ella rebusca algo entre unos cajones, y me entrega lo que parece ser una ficha con el número 68. ¿Ese es el número de personas? Ni siquiera hay tantas.

—Adelante, señorita. Segunda puerta a la izquierda.

—¡Gracias! —digo asintiendo levemente.

El camino se me hace eterno mientras juego con la ficha en mis manos, nerviosa. Noto un pequeño pasador detrás, así que lo abrocho a un costado en mi camisa. Cada vez me quedaba más en claro que esto no era un proyecto cualquiera, y que cuál sea que fuese la casa productora de esta película era bastante prestigiosa, y el hecho de que no revelasen nada, en definitiva, me ponía los nervios de punta.

A penas abro la puerta puedo sentir como cientos de ojos caen sobre mí, y juro que fue la sensación más incomoda del mundo, me sentí como un animalito expuesto en un circo.

Aunque en estos momentos sólo quiero hacerme bolita, me enderezo y trato de parecer lo más tranquila posible. Busco con la mirada los números que hay en las sillas y mientras, voy detallando algunos rostros que me devuelven expresiones sorprendidas, perplejas, y otros que sólo se limitan a repasarme de pies a cabeza con miradas despreciativas.

Por fin, encuentro mi número. A un lado se encuentra sentada una chica con un eléctrico y bonito cabello rosa que parece completamente sumida en algo que lee en su teléfono.

— ¡Hola! —Saludo alegremente, sentándome a su lado—. Creo que somos vecinas de asiento.

Ella levanta su cabeza ajena a quien le está hablando, sus ojos rápidamente recaen en mí y los abre tan exageradamente que siento que se le van a salir.

—Tú... —murmura, y aún sonriendo arrugo las cejas y luego suelto una risa.

— ¿Yo...? —río, extendiendo mi mano—. ¡Elena, un placer!

Ella la observa unos segundos, vuelve a mirarme y me siento como si fuese algún tipo de aparición extraña. ¿Será que me quedó torcido el labial? Y para colmo me había aplicado rojo, no puede ser.

— ¡Eres Camila de Amor Entre Melodías!

—En realidad...

— ¡Claro que te conozco! Soy... Soy tu fan —suelta de golpe, y me produce una sonrisa tan enorme que siento mis cachetes arder.

Detrás de las cámaras [𝑺.𝑳]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora