—Si, tu hermano —la castaña bromeó.

Rigoberto le dio una sonrisa sarcástica, —¿Qué es lo que harán?.

______ estaba a punto de hablar pero Antonio le ganó la palabra.

—¡Haremos galletas!.

—¿Puedo ayudar? —sonrió.

El niño asintió mientras la chica negó.

Rigoberto los miró de forma graciosa, —Lo siento Antonio, la dueña de la cocina manda así que no podré ayudarte —dio una expresión de tristeza.

—¿Por qué no? —el menor la miró.

—Se supone que es una actividad de nosotros dos.

—Lo entiendo, es una lástima —el chico puso una mano en su pecho—. Yo quería prepararles cupcakes de chocolate.

—¡¿Cupcakes?! —un brillo apareció en los ojos de Antonio—. ¡Por favor ______!, que Rigo nos ayude —suplicó.

El moreno curvo su labio inferior al igual que sus cejas mientras la tomaba de la falda, era imposible decirle que no.

La chica suspiró, —De acuerdo, puede ayudar.

Rigoberto sonrió triunfante, —¡Muy bien Toñito! —estiró su brazo.

El pequeño chocó las manos con el adolescente.

______ le abrió la puerta al pelinegro, este pasó de forma presumida.

—Sigue caminando así y te empujo por la ventana —amenazó la castaña.

—Que agresiva —hizo un puchero.

Lanzó un suspiró, —Sólo haz los cupcakes.

—Claro, pero primero, ¿si tienes cacao en polvo sin azúcar, cierto? —la miró.

Asintió.

—Bien, te iré diciendo los ingredientes y tú los pondrás sobre la mesa.

—¡Yo te ayudo! —Antonio se acercó a la chica.

Rigoberto comenzó a decir lo que necesitaría y ______ junto al pequeño fueron ordenando las cosas.

—Parece que ya está todo —observó la mesa.

—Tú eres el experto.

—Hace tiempo estabas aprendiendo repostería —Rigo cruzó los brazos—, también puedes ayudar.

Por un segundo lo miró con sorpresa pero después se mantuvo neutral, —Si... digamos que no es lo mío.

Chasqueo la lengua mientras desviaba la mirada, —Que mentirosa.

—Te digo la verdad, lo único que sé hacer son galletas —suspiró—. Y sólo un tipo.

Rigoberto volvió a enfocarla, ella mentía. Aún recuerda la vez en que la chica le regaló cupcakes, y en su mente aún recuerda la escena y su voz.

"—Hice estos cupcakes esta mañana, y son para ti."

O la vez en que le hizo un mini-pastel en su cumpleaños, en ambas ocasiones sus postres sabían como lo mejor del mundo.

Aunque ahora que lo pensaba... ella había dejado de preparar cosas así desde...

—¡Bueno, no pierdas más tiempo! —la castaña le golpeó la frente.

Para hacer esto había tenido que dar un saltito para alcanzarlo.

—¡Oye! —llevó su mano a donde fue golpeado—. Ahg, ¿ves Toñito?, nunca tengas amigas agresivas como ella.

En el Silencio [Camilo Madrigal] Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin