Capítulo 29

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La puerta dorada perteneciente a Antonio fue tocada por una castaña, esta fue abierta luego de unos segundos.

—Hola —intentó sonreír.

—Hola Toñito —se puso de cuclillas—, ¿estás ocupado?.

—Estaba jugando —miró dentro de su habitación—. ¿Quieres pasar?.

—En realidad estaba pensando en hornear galletas —sonrió—. ¿No me quisieras ayudar?.

Una emoción apareció en el niño, asintió rápidamente, —¡Sí sí!.

—Entonces, vamos —extendió su mano.

Antonio la aceptó gustosamente.

Bajaron las escaleras encontrándose con los padres y hermanos del niño.

—Se lo traeré en la tarde —avisó ______.

Pepa asintió, —Por supuesto, pórtate bien Toñito —le acarició la mejilla.

—Y de paso nos traes unas galletitas —Félix sonrió inocente.

El señor recibió un codazo de la pelirroja.

—¿Qué? —cuestionó sin pena.

Pepa rodó los ojos con una sonrisa.

—Claro que lo haré —la castaña intentó no reír—. Entonces, ¿nos vamos? —agitó la mano del niño.

—¿Camilo no irá? —Antonio miró a su hermano.

—Tengo muchas tareas en el pueblo —sonrió el de ruana amarilla—. Diviértanse.

El pequeño asintió alegremente, ambos salieron del lugar a paso lento. El sol estaba brillante haciendo que el día luciera demasiado lindo.

Llegaron a la casa y de inmediato fueron a la cocina.

—Hola má' —saludó a su abuela—. Ya llegamos.

—Buenos días, señora —Antonio sonrió.

—Hola Toñito, espero que ayudes a que ______ no destruya mi cocina —le revolvió el cabello.

______ la miró seriamente, —Que graciosa.

—Yo cuidaré de ella —sacudió su mano entrelazada con la de la castaña.

—Bien, yo iré al pueblo. Ustedes diviértanse —sonrió la señora.

La mayor tomó su bolsa y salió del lugar, hoy no abría su negocio así que no había nada de que preocuparse.

—¿Empezamos? —______ sonrió.

—¡Sí! —gritó con emoción.

Ella comenzó a ordenar todo lo necesario en la mesa, se acercó a la gran ventana para abrirla logrando tener más claridad y al mismo tiempo que la habitación se refrescara.

—Hola —apareció alguien por el ventanal—. Uy, llegué en un buen momento —Rigoberto frotó sus manos al ver los ingredientes.

—Es algo recreativo, así que fuchi, sáquese —regañó ______.

El pelinegro le hizo una mueca, —Hola rey jaguarcito —saludó al niño.

Antonio lo miró de inmediato y sonrió, —¡Rigoberto! —se acercó rápidamente a la ventana.

Para el pequeño no le era difícil reconocer a los gemelos, y menos al oír aquél apodo.

—Al parecer alguien me extrañó —habló presumido.

En el Silencio [Camilo Madrigal] Where stories live. Discover now