Prólogo

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Él no sabía lo que le esperaba en el momento en que decidió traicionar a su padre y hermanos. Una vez que ninguno de ellos escuchó el gran plan que él tenía para la humanidad y que lo tacharan de loco, Lucifer decidió armar un ejército de ángeles que lo siguieran. Juntos bajaron a la tierra para liberar a los humanos de las manos de su padre, pero la sed de venganza nubló su juicio, provocando que todo lo bueno que hubo en él desapareciera.

Corrompió a los humanos de la manera más cruel que pudo haber y lanzó maldiciones a todos aquellos que siguieran las demandas de Dios. Fue una época de tanto sufrimiento y odio que los arcángeles, con el permiso de su padre, debieron intervenir y combatir a su hermano. Debido al odio, su alma se corrompió a tal punto que comenzó a desarrollar poderes que ni los mismísimos arcángeles habían visto.

Una de aquellas noches en que Lucifer hacía estragos en el mundo terrenal, sus poderes se desataron, dejando en llamas gran parte de la tierra. Todo comenzaba a arder bajo el fuego que él mismo con sus nuevos poderes había creado, pero fue entonces que los arcángeles bajaron y desterraron a todo su ejército.

Lucifer fue el último de ellos, quien llorando de rodillas pidió perdón a sus hermanos, pero ninguno de ellos escuchó. Todos ellos estaban parados frente a él en sus armaduras brillantes, mientras que él estaba destrozado con la sangre corriendo por su cuerpo debido a la energía y fuerza que sus poderes requerían .

—Por favor, hermanos —suplicó—. No me dejen morir.

—Mira lo que has hecho —dijo Miguel apuntándolo con su espada—. ¿Crees que eres digno del perdón?

—Te amábamos —mencionó Gabriel—, pero es lo que elegiste.

—Ustedes nunca me han amado —respondió Lucifer y luego miró a Azrael—. Por favor, hermano, no me quites mis alas, son lo único que tengo.

—Puedes quedartelas —dijo Miguel.

—Pero Miguel, es la única manera de desterrarlo y asegurarnos de que no vuelva —espetó Azrael con desdén.

—Padre así lo permitió —respondió Miguel.

Este último se acercó a Lucifer y se agachó para quedar a su altura. Ambos se miraron con tristeza, ya que en el fondo se seguían queriendo como el primer día. Miguel agarró ambos hombros del arcángel y comenzó a susurrar palabras que ni siquiera sus hermanos entendían. Lucifer se dio cuenta de lo que pasaba y se sintió traicionado; no por el hecho de que le estaban quitando sus poderes como ángel, sino porque era el mismísimo Miguel quien lo estaba haciendo.

—No puedes hacer eso —dijo con el dolor reflejado en su voz.

—Padre me concedió el deseo de conservar tus alas porque sé que es horrible cuando te las quitan, pero debió ser a un precio. No volverás a tener los poderes que nosotros tenemos.

Miguel limpió la sangre que salía de los ojos de su hermano y acarició ligeramente sus mejillas. Quería llorar al verlo así, pero tuvo que contenerse de hacerlo porque no podía ceder. Era su deber desterrar a quien más había amado en la vida.

—Lo cuidaré por ti, no dejaré que nada malo le pasé a él —dijo Miguel.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Los arcángeles lograron desterrar a Lucifer junto con sus ángeles y aquel fuego infernal que él mismo había creado, dejando así a la tierra libre de maldades por un largo tiempo.



***

EL INICIO DEL FIN, GENTE. Que emoción. Jamás pensé que llegaría hasta aquí ajjaja.

¿Espero que les haya gustado <3.

LOS CAÍDOS #7 - DescendienteWhere stories live. Discover now