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Un mes... Un mes había pasado desde aquella recaída. Me había vuelto a cortar frente al espejo mientras lloraba. Me sentía tan inútil que era así como lo canalizaba, ellos no me habían dicho nada sobre aquella conversación en la merienda, solo hicieron como si no hubiera existido dicha. Ran se volvió más distante debido a aquello supuse pero seguía mal. Tampoco se dieron cuenta de lo que pasaba en aquella habitación cada vez que trabajaban, se iban de fiesta o dormían pues evitaba hacer ruido y limpiaba todo a fondo.
- Hola. - Escuché a Ran el cual estaba en la puerta de mi habitación esperando a que dijera algo de su presencia pues llevaba ahí 5 minutos. - Te noto dispersa, ¿pasa algo? - Me preguntó entrando para sentarse a mi lado en la cama observando como leía un libro.
- No pasa nada, solo leo. - Dije sin mirarle aún, entonces el me quitó el libro para ver qué era.
- Mmmmh Indigno de ser humano... Parece estar bien. - Comentó en voz alta, él iba a leer la contraportada pero se lo impedí quitándoselo y levantándome a guardarlo.
- ¿Necesitas algo Ran? - Pregunté sin mirarle hasta que escuché otra voz de fondo.
- No se atreve a decírtelo, es un gallina. - Miré a la puerta y vi a Rindou en la puerta llevando una maleta.
- ¿Eh? ¿Qué pasa Ran? - Lo miré extrañada mientras él suspiraba y se levantaba.
- T/N nos tenemos que ir a Yokohama para unos negocios... Si todo va bien volveremos en una semana. - Nada más oí eso sentí algo partirse en mi y bajé la cabeza, él al ver mi acción me tomó del mentón para que le mirase. - Tienes suficiente comida, no salgas a la calle ¿eh? - Explicó como si fuera un padre. - ¿Estarás bien pequeña? - Extrañaba ese mote por su parte y me alegro que me lo volviera a decir pero se sentía como si me estuviera ahogando con el aire que respiro.
- Sí, estaré bien. - Respondí dándole una sonrisa triste intentando disimular como me sentía.
- Ey, idiotas estoy aquí. - Dijo su hermano provocando que Ran se marchase de mí habitación diciéndome adiós con su mano dirigiéndose a la salida donde ya esperaba su maleta.
Fui a la salida y vi como se iban diciendo adiós con la mano sonriendo, a pesar de mi destrozó por dentro. Nada más vi que se fueron caí al suelo quebrando en llanto mientras la sensación empeoraba por momentos con la voz que oía en mi cabeza la cual ya no podía ignorar.
- Soy tan inútil que me abandonaron... ¿Les deje de servir por el dinero acaso?... Debería morir... Debería dejar de existir... - Decía mi propio yo, escuchaba todas las veces que mi madre me insultaba con insistencia, las veces que mi hermanastro me decía que no servía, hasta que me quedé dormida en el suelo de la entrada.
Me desperté al día siguiente en el suelo... Me sentía vacía... Cansada... Como si tuviera resaca. Me levanté y fui a la cocina desganada empezando a hacer lo que solía hacer.
