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Louis y Liam seguían conversando con los chicos de la orquesta, parecía ser que estos se negaban a tocar lo que ambos príncipes querían, y eso estaba enfadando al ojiazul y haciendo estallar de risa cada cierto tiempo al de ojos pardos por las reacciones de su amigo. 

—Pero, ¿no se entera de que soy su príncipe? ¡Gracias a mi eres capaz de echar mierda por el culo porque te alimento! —exclamó Louis al pelirrojo que lo miraba en silencio y con sus ojos abiertos.

Liam seguía riendo agarrado del brazo del más bajito y se limpió las lágrimas de sus ojos. 

—Solo te pedimos que cambies el tono de la música a algo un poco más movido —dijo una vez que se relajó.—Esa música monótona aburre hasta a un muerto, amigo. La gente aquí te lo agradecerá. 

El pelirrojo se giró hacia su equipo, el cual se encogió de hombros como respuesta. Finalmente suspiró y dirigió sus manos al piano. Louis miraba fijamente los movimientos que hacía y cuando observó como su dedo resbaló por todas las teclas empezando una melodía rápida y aguda, ambos amigos sonrieron satisfechos. Rápidamente siguieron los violines haciendo la armonía más atractiva.

Louis y Liam finalmente abandonaron el escenario y se unieron a las demás personas allí presentes que se levantaron para bailar. Daban vueltas por todo el local, mientras la risa de ambos era amortiguada por los murmuros de la gente hablando y la música sonando.

Mientras tanto, Niall y Zayn miraban a Harry el cual se intentaba esconder tras su vaso de cristal para no enfrentarse a aquellos dos. 

—Harry, no es para tanto. Tú sabes que estoy con Liam, lo más justo para nosotros es saber si te gusta Louis —dijo Zayn tras algunos minutos en silencio.

—Muy bien, lo diré —dijo finalmente el menor. Niall abrió sus ojos con sorpresa y se acercó más a él, como si fuera a contar el secreto mejor guardado del mundo, y en parte, lo era. Zayn lo miró esperando una respuesta y asintió un par de veces.—No me puede gustar alguien que no conozco. 

Zayn y Niall hicieron un mohín y se miraron el uno al otro. Claramente no fue la respuesta que esperaban, pero lo entendían. 

—Tienes razón, Harold —dijo el rubio.—Pero... —alzó su dedo antes de que el de rizos le quitara su atención.—Si cuando lo conozcas, te gusta... No te sientas culpable. No debes sentirte culpable por enamorarte de un hombre, porque antes que eso, es una persona. No dejes que la ley te imponga con quien debes pasar el resto de tus días. Está bien si te gustan las mujeres, pero también está bien si te gustan los hombres. No estás enfermo, no necesitas un médico o una cura, porque tus sentimientos son totalmente válidos —finalizó diciendo aquellas últimas palabras lentamente.

Harry se quedó mudo tras esa conversación con sus nuevos amigos. Nunca había pensando en si le atraían las chicas, los chicos, o incluso ambos. Nunca lo pensó porque creía que lo tenía claro, porque pensó que solo había una única respuesta y esa era la que siempre le habían enseñado: los varones con las mujeres. 

Nunca había hablado de aquello con Anne o Hank porque no había hecho falta explicarle lo que ya sabía una vez vino al mundo, y ahora todo aquello se resquebrejaba por momentos. Lo sintió la primera vez que vio aquellos ojos azules, aquellos labios finos y aquel cabello castaño lacio peinado hacia un lado de su frente y algunos mechones despeinados por detrás. Sintió su corazón bombear con fuerza bajo su caja torácica, y gotas de sudor resbalar por su espalda. Sintió todo aquello nada más con mirar a Louis, y entonces su cabeza hizo click. 

No podía ser cierto que el chico se hubiera metido tan adentro de él en tan solo dos días, apenas habían estado juntos, pero aún así cada vez que lo estaban él podía notar sus nervios a flor de piel. Al fin y al cabo, él solo vino al bar por ver la sonrisa del príncipe. 

SOULMATES © | LARRY STYLINSON Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt