Pruebas y reconciliaciones

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Se tuvo que sostener del lavamanos en el momento en el que sintió que su vista se volvía borrosa, respiro profundo y pasó un poco de saliva con gran dificultad, puesto que su boca se había secado por completo.
Deshizo su agarre de seguridad y dirigió sus manos al pequeño objeto de plástico que dejó en el filo del lavamanos, lo tomó y como si quisiera examinar que no se trataba de una broma, lo acercó a su rostro.

No eres una broma, era muy real.

Los vellos de todo su cuerpo se levantaron acompañados de un escalofrío que le recorrió la espalda. Lentamente, bajo el objeto asimilando la veracidad del resultado y sin poderlo evitar más llevó ambas manos a su rostro consternada.

Dos rayas, que según el instructivo arrugado que yacía en el bote de basura significaban positivó.

Había quedado embarazada.

Unos ojos tan dorados como El Oro entraron de forma impertinente a su mente, y al mismo tiempo trayendo consigo los recuerdos de las noches de pasión y entrega que había compartido con cierto demonio desde hacía un par de meses.

Era obvio que en algún punto la naturaleza hiciera lo suyo, sin embargo en medio de todo ese destilar apasionado, al azabache no había pensando mucho, o por decir nada es eso.

Se regañó severamente mientras se miraba al espejo.

—¿Entonces de que sirvieron las clases de educación sexual, Kagome? —Se cuestionó severamente sin apartar la mirada de su reflejo.

Una parte de ella se defendía a sí misma pensando que no había mucho que pudiera hacer de todos modos,¿qué iba a hacer? ¿Ponerle un codón a cierto demonio? ¿Tomarse píldoras? Tal vez no era tan descabellado, pero habían emprendido un viaje largo que la mantuvo por más de dos meses lejos de casa, entonces no había tenido la oportunidad de surtirse con lo necesario, además no es que llevara esas cosas a la época antigua...no iba con ninguna intención de tener nada íntimo con nadie.

Sin embargo las cosas con el peli plata se tornaron más cercanas, hasta llegar al punto en el que simplemente una noche, se entregó a él.

Sentía cosas por Sesshomaru, se había enamorado de él y sabía que el demonio también sentía algo por ella, de lo contrario no la hubiera tocado, porque así es él. Pero una cosa era tener sentimientos y otra distinta era hablar de un embarazo.

Llevo una mano a su vientre aún plano y se sintió extraña al saber que había alguien ahí adentro y de la nada, como una aparición el miedo la golpeó.

Sintió un miedo intenso al rechazo de Sesshomaru, sabía que ese bebé era hanyou y no tenía idea como el youkai reaccionaría.

—Kagome, ¿no ibas a irte hoy? —Escuchó a su madre hablar tras la puerta del baño. Salió de sus pensamientos al oír su voz y con el tono más calmado que pudo, le respondió.

—Sí, enseguida salgo.

Tomo la prueba de embarazo y la metió a su fiel mochila amarilla. No quería que su madre se enterara, al menos no por ahora, primero debía encargarse del padre.

•••

La cálida brisa del verano la recibió en el momento que salió del pozo. Tomo sus cosas y con paso apresurado fue al encuentro con el Youkai.

Corrió varios metros y no lograba verlo, así que se detuvo bastante confundida. Por lo general, el siempre la esperaba en el bosque, a unos metros del pozo.

—No lo vas a encontrar. —Una voz proveniente de las alturas se hizo presente.

Kagome alzó la mirada y encontró a Inuyasha sentado en la rama de una árbol. Tenía los brazos cruzados.

—Inuyasha, ¿qué... — fue interrumpida por el hanyou

—Tenía cosas que arreglar, o que se yo. —farfulló sin siquiera mirarla.

Kagome se removió inquieta en su lugar. Lo suyo con Inuyasha había acabado hacía un tiempo, y no fue por Sesshomaru. Ambos se dieron cuenta que como pareja no funcionaban, sin embargo eso no hacía que las cosas fuesen menos extrañas, y cuando comenzó a tener algo con el mayor todo empeoró.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó confundida. Desde la ruptura, Inuyasha se la pasaba entrenando para volverse más fuerte y rara vez convivían.

—Pues que más, vine a buscarte. —explicó como si fuera una obviedad. —No es bueno que andes por el bosque tu sola, menos en tu estado. —Al pronunciar lo último, descruzo los brazos y por fin la miro.

Kagome sintió que se le helaba la sangre, ¿a caso se refería a lo que ella creía?

Al parecer su cara de sorpresa terminó por delatarla.

—¿ya le dijiste? —Pregunto Inuyasha suavemente. De un salto, bajo y quedó frente a la azabache.

—yo...¿cómo supiste? —Ya no tenía caso ocultárselo.

—Tu aroma ha cambiado. —Le explicó. —Además te conozco...has actuado extraño. ¿Fuiste a tu época a confirmarlo, no es así?

Kagome abrió los ojos de par en par, no pensaba que Inuyasha fuera consciente de todo aquello.

Asintió dándole respuesta a su pregunta.

—Aún no lo sabe ... y no sé si... —susurro pero sabía que aún así el Hanyou podía oírla.

—Feh, no seas tonta. —La reprendió desviando un poco la mirada. —Puede que sea un imbecil, pero no aceptarlo sería otro nivel.

La azabache no comprendía, era como si Inuyasha quisiera hacerla sentir mejor. Algo en ella se removió, aquel hombre jamás fue malo, podía llegar a ser muy dulce. Le dolía como las cosas entre ellos estaban muy distantes, después de todo Inuyasha le cambio la vida.

—Creí que te daba igual. —Pronunció la chica en un ataque de sinceridad.

—Si que eres tonta, siempre serás importante para mi, a pesar de todo. Fui un tonto, pero siempre estaré para ti. —El Hanyou apartó la mirada para que no pudiera mirarlo a los ojos, a pesar de eso la azabache sabía que sus palabras eran sinceras.

Kagome no pudo resistirlo más, y las lágrimas escaparon de sus ojos. Sintió como su corazón dejaba atrás un peso que venía cargando desde su separación. Le dolía que las cosas con Inuyasha estuvieran tan mal al punto de casi no dirigirse la palabra, pero con las repentinas declaraciones del mitad demonio sabía que todo estaba bien.

Sin pensarlo, envolvió al Hanyou en un abrazo y a pesar de estar sorprendido, le correspondió.

—Tu también siempre serás importante, Inuyasha y siempre estaré para ti. —Pronunció con total sinceridad.

Inuyasha la apartó gentilmente de él y se controló con todas sus fuerzas para no llorar. Se habían perdido como pareja, pero no quería perderla como amiga, por eso había decidido ir a esperarla cuando se enteró que su medio hermano saldría.

Hacia semanas se había dado cuenta del cambio de olor en Kagome, y aunque al principio le molestó lo que eso significaba, poco a poco acepto que debía dejarla ir y ser feliz, aunque eso significara que fuera con Sesshomaru.

—No te preocupes por él y haz lo que tengas que hacer. —le dijo al recordar las inquietudes de la oji azul.

Kagome asintió esbozando una sonrisa. Se sentía más ligera y con el valor de contarle a Sesshomaru.

—Vamos a la aldea. —Exclamó Inuyasha a lo que la chica asintió en respuesta.

Estaba seguro que Sesshomaru lo aceptaría y también que estaba al tanto.

"Más te vale que la cuides" pensó para el mismo mientras corría hacia la aldea con la azabache en su espalda.

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