Capítulo 133: Séptimo año: domingo por la tarde

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-¿Estás sangrando? Puedo oler la sangre -.

-Probablemente tú, de la luna-.

-No, ya he sanado, nunca tengo heridas abiertas por más de un día-.

-Maldita sea-, se rió Sirius, ligeramente, -¡¿Cómo es posible que te pongas más fresco ?!-

-Y es tu sangre, puedo decirlo-.

-¡Hay que ir de nuevo! Eres básicamente un superhéroe -.

- ¡Sirius!-

-Está bien, está bien-, se sentó, pasándose las manos por el pelo. -Me golpeaste unas cuantas veces, te lo dije, nos lo hicimos el uno al otro. Y no puedes convertirme cuando soy un perro, lo hemos probado suficientes veces -.

-¡¿Pero sigues sangrando ?! ¡Fue hace casi una semana! ¡Tienes que ir a Madam Pomfrey! -

-¡Oh, sí, y decir que mi novio hombre lobo me arañó mientras estaba en forma de perro como un animago ilegal!-

-Jesús.- Remus gimió, levantándose y fuera de la cama, agarrando a Sirius por la muñeca y tirando de él.

-¡¿A dónde vamos?!-

-¡Necesito mejor luz!-

Abrió de un tirón la puerta del baño y cerró la tapa del inodoro. -Sientate.- Él instruyó. Sirius obedeció, medio sonriendo.

Remus abrió el pequeño armario con espejos sobre el fregadero, sacando esencia de murtlap, desinfectante, gasas y bolas de algodón. (Había descubierto durante años de prueba y error que una combinación de cosas mágicas y muggles funcionaba mejor. Como con casi todo lo demás.) Sacó su varita de la parte inferior de su pijama y se paró frente a Sirius.

-Okay. Muéstrame.-

Sirius dejó caer la cabeza, ya no disfrutaba de la nueva motivación de Remus. Suspiró profundamente y se levantó la camisa, diciendo:

-No es tan mal...-

No fue tan malo como Remus había temido, pero aun así hizo que se le encogiera el estómago cuando lo vio. Tres franjas de color rojo oscuro a lo largo de las costillas de Sirius. Empezaban a sanar, pero sabía que podía solucionarlo con bastante facilidad. Respiró hondo, miró a Sirius a los ojos y luego tomó el desinfectante. Luego su varita. Remus era bastante bueno curando cortes ahora, y la costra y el enrojecimiento desaparecieron en un instante. Ahora eran rayas blancas.

-Lo siento mucho-, dijo con tristeza. -Fue una herida mágica. Tendrás una cicatriz allí por el resto de tu vida, ahora -.

Sirius miró la marca y luego volvió a mirarla.

-Eso está bien, Remus.- Dijo en voz baja.

* * *

Entonces, Remus se reincorporó al grupo, ante la incitación de Sirius, y todos fueron lo suficientemente amables como para fingir que simplemente se había sentido mal y no los evitaba. Las noticias de los últimos días habían sido particularmente desalentadoras. Primero, el Profeta había publicado una lista de los muertos y sus fotografías. Luego habían publicado una lista de los -presuntos mordidos-, junto con sus fotografías, lo que provocó protestas entre algunos de los comentaristas más liberales y encendió un debate sobre el registro obligatorio para todos los hombres lobo.

El nombre de Greyback no había sido mencionado, ni ningún otro hombre lobo del que Remus estuviera al tanto. Era como si los horribles crímenes simplemente sucedieran una noche y los asaltantes se hubieran desvanecido en el aire. Nadie había tenido noticias de Marlene tampoco, aunque Danny McKinnon era uno de los nombrados en los periódicos.

All the young dudes - españolWhere stories live. Discover now